martes, 13 de agosto de 2013

Para “Caballeros”

Erwin S. Bárcenas Oliveros
Un Clavo al Ataúd

Déjeme escribirle... para que usted lea, que voy a explayarme hablando del sexo, del sexo bonito, del sexo fuerte, del sexo atractivo, ése que nos pone de buenas o de malas; del sexo que vemos por delante y por detrás; del que nos gusta agachar para sentirnos poderosos; del que nos domina cuando se cierran las puertas; del que se ve en la calle, el hogar y la oficina; platiquemos del sexo fuerte, duradero, que se da incluso a las peores situaciones; del sexo amable, del atento, pero no por ello un sexo anodino... sabe, huele y se siente bien ese sexo.
Entendamos lo que es ese buen sexo; ese sexo del que muchos abusan, del que no se miden las consecuencias; de ese otro sexo que afuera lo hacemos menos; lo callamos, ocultamos, pisoteamos, pero en la intimidad lo usamos, lo necesitamos, no hay mucho que hacer sin él...
La vida sin este sexo es banal… no es lo mismo lavar a mano solo; ese sexo que es necesario para la terapia, para la compañía, para el “encucharamiento” y para comer, beber, y vivir... porque sin este sexo no podríamos concebir la vida pero ni de chiste, porque tan necesario es el sexo como tan opuesto es de lo que por ejemplo, yo soy...
“Enefectivamente”, mi querido lector, esta vez hago de lado al sexo del que hablo para dirigirme a usted, el hombre, el macho, el Muy-Verdá-de-Dios, que en la gran mayoría de las veces no ve mas allá de la palabra y lo que queremos, le hablo del sexo en género, del sexo opuesto: le hablo de la mujer.
Este es un texto rebuscado, es un texto revolcado, porque a pesar de las toneladas de papel, letras, palabras, horas y fallas monumentales que se han invertido por cambiar la perspectiva, seguimos estancados en un enroque donde aún no dejamos pasar a la mujer a un lugar, pero ya queremos que ellas se sometan a nuestra versión de lo que es la buena moral sobre ellas.
Más de 57 millones de mujeres dominan el panorama de la población en nuestro país, y aun así, siguen careciendo de la mayoría de las oportunidades, ya no digamos laborales, si no de crecimiento, educación, salud, protección de la ley y de las múltiples iglesias, todo, porque este es el mundo y las leyes hechas por y para el Hombre. Vaya, basta con subirse al transporte urbano y ver a “caballeros” entre 16 y 50 años, ¡pobres de ellos! sentados, dormidos, cansados, agotados... a las 8 de la mañana, cuando se dirigen a sus escuelas o trabajos, impedidos de poder darle el asiento ya no a una dama, a una viejita con sus bolsas o a una madre malabareando a sus tres bodoques en los brazos; pero no hay cuidado, porque para eso ellas querían la “liberación femenina” (como si supiéramos los hombres lo que es tal cosa que usamos como pretexto en su contra).
Pero como dije, ya se han tirado millones de esfuerzos por hacer de conciencia al género masculino sobre el minimizado papel de la mujer, que no pasa de ser una costilla, una lavadora con patas o el viejerío; unas ricas piernas en minifalda en la televisión o la modelo que hará que la gente lea el periódico; la que no cubre los requisitos para casi todos los machos; la que, como tampoco es hombre, no es gay, es (con un tono despectivo al pronunciarlo) lesbiana; que no puede ser policía porque esta cultura nuestra no le brinda la autoridad que no nos inculcaron en la casa; que si no es alcaldesa, porque no es correcto decirles Presidenta.
Fuimos capaces de abusar del romanticismo para convertir a LA estrella, en EL sol, para que nos sintiéramos chipocludos y dominantes; transformamos EL satélite en LA luna para que sólo se apreciara de noche; así de manipuladores hemos sido, con tal de negarles el lugar....
¿Ya ve? todo es muy padre mientras pensamos-creemos en lo que comencé contando, y a pesar de que no escribí esto para que las damas lo leyeran, sí va dedicado (sin que tenga que ser un diez de mayo, o un día de la mujer... o alguno de esos días que inventamos para tenerlas contentas), a todas esas mujeres que como mi novia, mis ex-parejas, amigas, compañeras, competidoras, rivales, que no me quieren o que sí me odian, porque todas ellas siempre me han enseñado, bien y bonito, lo que es el verdadero sexo fuerte...

Twitter: @ataud
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