miércoles, 11 de septiembre de 2013

Ahora sí, que el pueblo los defienda

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Antes que nada, los maestros —y también los petroleros— ya sintieron que el agua les llegó al cuello, que su empleo se acaba y que si el pueblo no les echa la mano en sus marchas de protesta, con su toma de casetas de peaje y con un despertar de conciencias, van a pasar una triste Navidad y un peor año nuevo.
Su causa puede ser cuestionable, pero es justa en aquellos maestros con vocación, entregados a su apostolado, con amplia preparación, evaluados, con compromiso social, con cariño hacia los alumnos y lejos, muy lejos, de las grillas sindicales.
No es justa esa causa en los otros maestros, los que no sirven, los que disfrutan los privilegios, los líderes o delegados que no trabajan pero que sí cobran porque para eso es su comisión sindical; los preferidos de Callejas o de Arellano Méndez, dos dirigentes del gremio en Veracruz que a cambio de mantener callada a su militancia, reciben diputaciones, alcaldías o regidurías.
Así están los petroleros también. Los de buena madera, los que con su trabajo mantienen activa una refinería, un complejo petroquímico, el sistema de ductos, las oficinas administrativas, se saben amenazados porque a ellos no les tocó esperar a que les echaran encima la reforma energética, sino que ya corre la circular para el despido de personal, las jubilaciones, o porque un día se amanecieron con la venta del complejo petroquímico Pajaritos a los empresarios salinistas, que de paso acabará con sus plazas de trabajo y a la mayoría los enviará al desempleo.
Los malos petroleros, en cambio, bien merecido que se lo tienen. Lejos de servirle a Pemex, se han servido a sí mismos; han robado, se han amafiado con los contratistas para llevarse una tajada del pastel. O los líderes departamentales y los dirigentes seccionales del sindicato perolero, que viven como jeques árabes con un mísero salario que apenas les daría para vivir decorosamente.
Hay de todo, como dice la cita bíblica, en la viña del Señor.
Los maestros, los petroleros y los electricistas ya están en zona crítica. Las reformas educativa y energética tendrán en gran medida un impacto laboral. Perderán plazas de trabajo, su salario, su servicio médico, su antigüedad y todos los beneficios que les otorgaba la relación obrero-sindicato, mientras sus líderes permanecerán dóciles, al servicio del gobierno y del presidente en turno. Si no se mueven, van a perder todo. Y cuanto más pronto lo hagan, mejor.
De ahí que hayan salido a las calles a denunciar que el gobierno de Enrique Peña Nieto inventó las reformas educativa y energética para afectar a la planta laboral. Hoy sí protestan y denuncian que en el fondo hay un atentado a su trabajo.
Pero el tema da para pensar y reflexionar en algo más.
Muchos recuerdan que esos maestros fueron operadores del PRI en la elección presidencial de 2012. Iban de casa en casa promoviendo a su candidato Enrique Peña Nieto. Hablaban con los padres de familia y deslizaban el mensaje para que el voto fuera para el PRI. Y los padres, que no querían ver a su hijo con una calificación baja o reprobatoria, secundaban al maestro en su labor proselitista, comprometiendo el voto para el abanderado tricolor.
Muchos de esos maestros acudían a los mítines del PRI, lanzaban porras y aplaudían el proyecto del regreso priista a Los Pinos. Cuidaron casillas y se trenzaron en agrias discusiones con la oposición por la causa del Peña Nieto y de los candidatos del partido de los colores nacionales.
Hoy los vemos en plena desilusión. Se han quejado de la trampa en que los metió el Presidente Peña Nieto, de lo que conlleva la reforma educativa, de lo que perderán cuando se les evalúe, porque muchos saben que la evaluación será para depurar al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y reducir su fuerza, más allá de los beneficios que pudiera tener el sistema educativo.
¿Cuántos de esos que han suspendido clases hoy, que externan su oposición a la reforma educativa, volverían a votar por Peña Nieto, a promover el voto por él, a cuidar la casilla para el PRI, cuando una de las primeras acciones del nuevo presidente fue barrer parejo y ajusticiar al gremio magisterial?
Los petroleros son menos activos que los maestros. Han gozado de privilegios, entre ellos el salario, las horas extras que muchos no trabajan pero sí se las pagan, su semana inglesa, servicio médico, vales de gasolina, gas gratis, el carro financiado por Pemex. Y todavía, los que están en áreas de compras o de construcción, se ponen a mano con el contratista y le roban a su empresa, la que les da de comer.
Ni los maestros ni los petroleros han movido un dedo cuando otros sectores sociales han tomado las calles y han ejercido su derecho a la protesta. Si los campesinos son despojados de su tierra, es su problema. Si los colonos son echados de sus predios, allá ellos. Si un grupo de vecinos denuncia atropellos policíacos y violación de los derechos humanos, bien gracias. Si los periodistas marchan por los constantes asesinatos, secuestros, desapariciones o represión contra los comunicadores, son indiferentes.
Eso ocurre porque no hay conciencia de clase. Los petroleros son un gremio mimado por el gobierno, bien pagado, mejor atendido y que vive en una burbuja. Los maestros igual, muchos de ellos con dos plazas de trabajo, y si se dedican a la grilla sindical, como ocurre con la mayoría, los beneficios se multiplican.
Unos y otros han sido indiferentes a lo que le ocurre al pueblo. Pero el pueblo no es indiferente a lo que les ocurre a los maestros y a los petroleros e incluso a los electricistas.
Los petroleros reaccionaron cuando fue vendido el complejo petroquímico Pajaritos y pronto vieron a otros núcleos de la sociedad a su lado. Todos entendieron que el gobierno les afectaba su trabajo pero también se confirmaba la privatización de la industria petrolera, que tanto niega el gobierno pero que está a la vista de todos.
Cuando los maestros reaccionaron ante la reforma educativa, los petroleros se unieron a su protesta, pero también lo hicieron los padres de familia, los militantes de algunos partidos políticos y miembros de agrupaciones indígenas. Eso es conciencia de clase.
Los petroleros hoy tienen una amenaza mayor. Una circular, suscrita por el director Corporativo de Administración, Víctor Díaz Solís, de fecha 15 de agosto del presente año, señala las directrices a las que habrán de ajustarse la principales áreas de trabajo de Pemex, entre ellas las cuatro subsidiarias –Refinación, Petroquímica, Petroquímica Básica y Gas, y Exploración y Producción— y el sector financiero.
La circular 2831 señala los “lineamientos para la contención del gasto en servicios personales 2013”, y se centra en aspectos que habrán de impactar a los trabajadores, como son: disminuir plazas de mandos superiores; restringir la cobertura de ausencias; evitar la sustitución de vacaciones en áreas administrativas; contener al mínimo posible las comisiones administrativas con sustitución; analizar y compactar estructuras; solicitar jubilaciones contractuales con cancelación de plaza; reducir el tiempo extra medido; suprimir el tiempo extra adicional en plazas vacantes y por consecuencia en nuevas contrataciones, y cancelar plazas definitivas y temporales.
Es un guillotinazo al gremio petrolero. Habrá despido masivo de trabajadores, jubilaciones forzadas, suspensión de comisiones, cancelación de tiempo extra, entre otras prebendas y privilegios que siempre han gozado.
Quizá eso y el impacto de la reforma energética, que es una forma disfrazada de privatización, hagan despertar a los petroleros, sensibilizarse, ser solidarios y comprender que así como desean que el pueblo los respalde, también deben salir a las calles, movilizarse y protestar cuando el pueblo así lo demande.
Es simplemente tener conciencia de clase.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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