miércoles, 11 de septiembre de 2013

El canto del jilguero

Salvador Muñoz
Los Políticos

A ojo de buen cubero, ¿cuántos amigos cree que tenga Salvador Manzur Díaz que le hablen, como se dice coloquialmente, al chile?
¡Creo que ni el Gobernador! que además es su compadre.
Conforme pasa el tiempo, se acerca el día de la gran decisión para que “alguien” asuma las riendas del Comité Directivo Estatal del PRI y los jilgueros cantan el nombre de Salvador Manzur para tal cargo.
En el argot político se conoce como “Jilguero” a aquél que previo al arribo del candidato, del presidente, del funcionario, a un evento, subía al estrado y empezaba a “cantar” todas las bondades, gracias, virtudes y talentos del esperado.
Conste, que no cualquiera puede darse el lujo de ser “Jilguero”. Por lo regular, estos personajes son duchos en lo oral (nada que ver con el sexo oral aunque se le parezca metafóricamente), vamos, son buenos en la oratoria.
De los viejos en este arte, el mismo ex gobernador Fidel Herrera. De los más recientes, por allí aparece Rodrigo Montoya, dirigente municipal del PRI en Xalapa.
Ahora, los “jilgueros” igual se dan en columnistas o articulistas. Hay unos muy buenos que pueden convencer de las bondades del motivo de su canto; hay otros que llegan al extremo de pasar de “jilgueros” a gusanos… por arrastrados; y los hay malos, malísimos, que nomás de leer sus primeras líneas, obligan a dejar la lectura de inmediato.
Por supuesto, un “jilguero” jamás será amigo del funcionario en cuestión pues sólo cumple con la tarea encomendada… cantar bonito.
Por eso, cuando se canta que Salvador Manzur es “el bueno” para la dirigencia del PRI, el canto debe tomarlo como es, nomás un canto. Quizás vaya a ser el dirigente del partido pero eso no implica que sea lo correcto o lo indicado.
De allí vuelvo a la pregunta inicial: ¿cuántos amigos cree que tenga Salvador Manzur Díaz que le hablen al chile? Insisto: ¡Ni el gobernador que es su compadre!
Si Javier Duarte fuera amigo de Salvador Manzur lo promocionaría en un lugar estratégico que volviera a posicionarlo en las alturas a las que se encontraba dentro de las prospectivas políticas con rumbo al 2016.
Quizás uno de esos lugares estratégicos sería la Representación del Gobierno de Veracruz en el Distrito Federal.
¿Lo alejaría del estado? Sí y no.
Sí, por lógica geográfica.
No, porque bien, el tocayo tendría dos puntos a realizar en el altiplano.
a) Buscar la relación política que impera en el DF…
b) Ser portador de buenas nuevas del DF para Veracruz.
La idea sería convertir a Salvador Manzur en un eslabón político que una al Poder del Altiplano con el Poder de Veracruz.
Llevarlo al Comité Directivo Estatal del PRI sería un error estratégico que más bien parecería un capricho, una terquedad, una obsesión que lejos de ayudar a Manzur, lo perjudicaría no sólo a él, sino quizás a la misma imagen del partido.
Los “jilgueros” pueden cantar todas las loas que sean posibles, pues es ésa su chamba… el peor error que podría cometer Manzur no sería oírlos, sino creer en su canto.
¿Cuántos amigos tiene Chava que le hablen al chile? Yo digo que ninguno.

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