viernes, 25 de octubre de 2013

A dieta

Brenda Caballero
Números Rojos

Alguna vez platicaba en este espacio sobre lo que me cuesta mantener mi peso ideal. Es verdaderamente complicado cuando abundan en mí los antojos, especialmente de carbohidratos.
Ante haber pesado al nacer 4 kilos con 200 gramos, entenderá usted lo difícil que es modificar mi tendencia al sobrepeso.
A su servidora no le queda más que levantarse antes de las seis de la mañana y hacer ejercicio, mientras la envidia me corroe al pensar en todos los que aún permanecen recostados en su cama otro ratito.
Aparte del ejercicio debo aclarar que cuido lo que como, procuro vegetales casi crudos y hasta he aprendido a tomarle sabor al apio. Casi nunca hago dieta, me preocupa más tener gastritis, sin embargo no la descarto.

No soy cafetera de corazón, pero he aprendido a tomarlo sin azúcar repitiendo el dicho “Un buen café se echa a perder con azúcar; un mal café se compone con azúcar” ¡Vaya hasta dejé de comprar azúcar! Con tal de mantener la línea… de la salud.
¿Edulcolorantes? Pudiera ser una buena opción, sin embargo en lo particular no me agrada sentir la sensación artificial de refinamiento extremo.
La última vez que viaje al Estado de México, un espectacular llamó mi atención: era un niño disfrazado de luchador, con manos en la cintura, mostrando su abdomen y costillas bien marcadas. Se leía en letras mayúsculas “Un poco de Ayuda cada Día. Sólo 15 calorías por cucharada. Infórmate, promoviendo el Azúcar de caña, como algo totalmente natural y como una medida para tratar de combatir la obesidad en México”. Desde luego que el azúcar viene de la caña, simplemente el espectacular refiere al azúcar morena o mascabada, ya que entre más se refine el azúcar (se haga blanca) menos propiedades tiene.
El problema no es consumir azúcar, sino saber cuánto debemos consumir. La recomendación para una dieta diaria es incluir el 5 por ciento, lo que equivale aproximadamente entre 50 y 70 gramos diarios en promedio.
Luego entonces, lo recomendable es saber cuánta azúcar tienen los alimentos que consumimos: frutas, pan, helados, pasteles, jugos, refrescos, para de esta forma contribuir, de manera particular con la obesidad.
En lo particular, pienso que la propuesta de Reforma Fiscal de adicionar un impuesto a los refrescos y chatarra es un gran acierto. Ciertamente, el impuesto no erradicará el problema si no empezamos a contabilizar las calorías de manera personal y no hacemos ejercicio. Todos estos factores contribuyen a aumentar o disminuir el peso y no unos pesos de más.
Pero en esta ocasión, quiero reconocer la mentalidad de la empresa Bimbo, que a diferencia de las refresqueras que han hecho cantidad de desplegados y han amenazado con despedir trabajadores, propuso que analizará cambiar sus recetas para reducir sus calorías, es decir: el osito Bimbo estará a dieta, pues incluirá ingredientes ligth en sus productos más calóricos, los que rebasen las 275 calorías, con tal de evitar el 5 por ciento adicional de impuesto.
Desde luego que Bimbo lo hace para evitar el nuevo impuesto, y ahorrarse unos pesos, pero se vale, ¿no? ¿Cuántas grandes transnacionales vemos que evaden impuestos de una manera tan cínica sin preocuparse por cambiar sus propios productos y servicios, tan solo metiendo deducciones y hasta teletones?
Bimbo actuará como un ama de casa, preocupada porque la familia no suba de peso.

Email: caballero_brenda@hotmail.com

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