lunes, 4 de noviembre de 2013

Los maestros en la hora de la definición

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Siempre es mejor saber la verdad. Los maestros, muchos, no la tienen. Ni saben en qué paró el movimiento magisterial, si sigue o ya se truncó, hacia dónde los llevan, si el fin era la abrogación de la reforma educativa o si todo servirá para deponer al líder nada moral de la Sección 32, Juan Nicolás Callejas Arroyo, y que lleguen otros a hacer lo mismo que el viejo cacique.
Este martes 5 habrá congreso de maestros disidentes en Xalapa. Ahí se definirá qué rumbo tomará el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, las tácticas de lucha y la posición real de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Las definiciones siempre son buenas. Los maestros de abajo quieren saber si la CNTE veracruzana tiene sus propias ambiciones o si va por la derogación de la reforma educativa hasta topar con pared; si es un movimiento que se debe a las bases o si está al servicio de los caciques callejistas; si va por la anulación de los privilegios de los dirigentes sindicales y sus cuotas de poder o si va a pactar con el gobierno de Javier Duarte, o si lo que menos les importa es la educación y sólo quieren su tajada del pastel.
A ese congreso están convocados 600 delegados; 200 serán del norte, otros 200 del centro y los restantes 200 corresponden al sur de Veracruz. No es un congreso estatal con el aval de la cúpula del SNTE, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, porque esa dirigencia está sometida a los intereses del Presidente Enrique Peña Nieto, pese a que todos son elbistas. El de este martes es un congreso de la disidencia pero que representa el repudio al cacicazgo callejista y la defensa de sus derechos laborales.
Entre el magisterio veracruzano hay de todo. Los hay genuinos, los hay ingenuos y los hay vivales. Unos van por una lucha que tiene que ver con una reforma educativa que toca en poco a la educación y en mucho al desmantelamiento del sindicato de maestros. Otros no se percatan que son usados y manipulados por intereses que van más de lo gremial y que tiene que ver con una lucha por el poder. Y los que sólo quieren deponer a Callejas para apoderarse de la Sección 32 y terminar haciendo lo mismo que él.
El Movimiento Magisterial Popular Veracruzano tiene muy claro que sólo habrá un cambio real si se extingue el callejismo. Con Callejas Arroyo al frente del SNTE, con su hijo Juan Nicolás Callejas Roldán cuidándole el changarro en la Sección 32, con toda su estructura gozando de comisiones sindicales con las que cobran pero no trabajan, es imposible educación pueda mejorar.
En gran medida el asunto es de solvencia moral. Callejas no la tiene pero siempre se ha valido de un control sindical para venderle su fuerza al PRI y operarle campañas políticas. Callejas ha lucrado, se ha enriquecido y ha permitido que su grupo, una reducida pandilla sin vocación para la enseñanza, hayan podido hacerse de grandes fortunas. A cambio, ha gozado de la complicidad del gobierno de Veracruz y esa complicidad se ha traducido en impunidad.
El MMPV asegura que la lucha sigue, pero hoy que los diversos frentes magisteriales han firmado, cada quién por su lado, minutas y acuerdos, se encuentran en una encrucijada.
Ese dilema lo enfrenta un buen número de los maestros veracruzanos. Todos marchaban con dos objetivos: que la reforma educativa no atacara sus derechos laborales y que el grupo callejista fuera echado de la Sección 32. Hoy, unos dicen que lo van a lograr y otros que todo quedará igual.
Muchos maestros volvieron a las aulas, pero en municipios como Las Choapas, Córdoba, Orizaba y Zongolica, entre otros, no. Ahí el movimiento magisterial con fuerte presencia de emisarios de la CNTE se ha fortalecido hasta contar con el respaldo de los padres de familia.
El dilema es qué decirle a los padres de familia que los han respaldado en su lucha, si tienen que volver a las aulas. Puede apreciarse como un regreso sin gloria. Puede percibirse como un final con las manos vacías.
Los maestros se vienen planteando regresar parcialmente a las aulas: tres días de clases y dos días de brazos caídos. En esos tres días aplicarían el plan de estudios que corresponda a los cinco días de la semana. Así, los niños no perderían ni un día más e incluso irían recuperando el tiempo perdido. Durante los dos días de protesta, saldrían a las plazas, se movilizarían, tomarían las casetas de peaje para dar paso libre a los vehículos.
Hay corrientes de opinión entre el magisterio que se pronuncian por salir a las calles, ir a las casas de los funcionarios públicos, bloquearles la entrada, que sus hijos no puedan ir a las escuelas, que la esposa no pueda ir al súper ni al mercado, que su vida se trastoque hasta que la olla de presión alcance un grado que haga repensar si conviene que el gobierno prosiga con su reforma educativa o la replantee.
Mientras las protestas afecten a la sociedad, el movimiento magisterial no alcanzará un consenso social. Los maestros pueden bloquear carreteras, cerrar las escuelas, dejar sin agua a las poblaciones o impedir la entrada a las grandes tiendas. Pueden seguir haciéndolo pero a los políticos no les afecta ni los obligará a dar marcha atrás. Cuando el hostigamiento sea para el político, cuando vea que no puede salir de su hogar, cuando le coloquen la basura de cientos maestros en la puerta de sus casas, cuando no puedan ir al ayuntamiento, al palacio de gobierno, o viajar a la ciudad de México a la Cámara de Diputados, o a Xalapa al Congreso estatal, entonces el político tendrá que reaccionar. Es a ellos a quienes hay que sacudir.
Este martes será día de definiciones. El congreso de la CNTE veracruzana, del MMPV, deberá quitarse la máscara y expresar hasta dónde quiere llegar, si aún tiene como su objetivo principal abrogar la reforma educativa, si le es suficiente deponer a Juan Nicolás Callejas Arroyo o si se da por bien servido con ser la nueva dirigencia de la Sección 32 y entenderse con el gobernador Duarte, que sería tanto como quítate tú para que me ponga yo
(romoaya@gmail.com) (@moralesrobert) (Facebook: Roberto Morales Ayala)

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