miércoles, 2 de abril de 2014

"El paso del diablo" para los migrantes

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Son historias que estrujan el corazón. Son historias de violencia y muerte. Son historias infernalmente cotidianas que en carne propia sufren cientos de migrantes que en su paso a los Estados Unidos, sólo en contadas ocasiones traspasan el silencio de la cómplice impunidad oficial y se conocen su cruenta tragedia.
Llegar a México es llegar a morir. Llegar de Centroamérica a Veracruz, Tabasco y Chiapas, es desafiar a la muerte. Es atravesar un país inhóspito, en sus selvas, en sus llanuras, en sus ciudades, a bordo de La Bestia, en manos de polleros, en manos del crimen organizado, de la industria de la extorsión. Y sólo se sabe de sus víctimas cuando son protagonistas de hechos de violencia.
Activistas y defensores de los derechos humanos desde hace años han lanzado alertas al mundo de los brutales crímenes que se cometen en lo que ahora podría llamarse “El triángulo dorado del tráfico de migrantes” —Veracruz, Tabasco y Chiapas—. Sin embargo, los tres gobiernos hacen caso omiso, porque al margen de los discursos políticos, las acciones para salvaguardar la integridad de los migrantes no se aplican.
Y cómo hacerlo si los municipios de la zona donde colindan estos tres estados son gobernados por grupos caciquiles con el predominio e influencia para filtrar y aplicar a su antojo las políticas públicas que en los niveles más altos se instrumentan para la protección y defensa de los migrantes.
Los dos casos más recientes, con sólo unas horas entre ambos, ocurrieron en los límites de Tabasco y Veracruz hace menos de una semana, pero no son los más graves ni serán los últimos en esta espiral de violencia humana.
Del primero se supo el jueves 27 de marzo. Dos migrantes, arrojados del tren conocido como La Bestia, aparecieron golpeados brutalmente, uno de ellos mutilado, no se sabe si por el ataque de un grupo armado que portaba pistolas y machetes, o por las ruedas del ferrocarril. Sucedió en Hibueras, entre Chinameca y Jáltipan, en el sur veracruzano
El otro suceso ocurrió en Tabasco, cerca de los límites con Veracruz, el viernes 28. Los migrantes viajaban a bordo de La Bestia, sentados sobre su lomo. Cuando acababan de pasar Chontalpa, cerca de 15 sujetos los atacaron y les exigieron entregar su dinero. Por lo menos cuatro mujeres fueron violadas ante el pasmo de sus compañeros de viaje. Lo relatan los testigos.
Ambos hechos se dieron con menos de 24 horas de distancia. En ambos se advierte la presencia del crimen organizado, de sicarios que cobran el derecho de piso, impunes porque no hay protocolo de seguridad que debieran aplicar los gobiernos estatales para atenuar la acción de los violentos y castigar a quienes extorsionan y a quienes de la manera más cruda, le arrancan la vida a los demás.
El infierno está aquí. Es el paso entre Chiapas, Tabasco y Veracruz. Es el infierno de los migrantes, la ruta más corta hacia Estados Unidos… o hacia la muerte.
En ese infierno hay ángeles que intentan salvar a los migrantes. Los hay en los organismos no gubernamentales, los defensores de los derechos humanos, los responsables de los albergues que les brindan ayuda humanitaria, las patronas de Amatlán, fray Tomás González, de Tenosique; el padre Heyman Vázquez, de Huixtla; Alejandro Solalinde, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana y director del albergue Hermanos del Camino, y cientos de luchadores más.
Todos, desde su reducto de humanidad, les han tendido una mano, pero no dejan de señalar que hay condiciones generadas para exterminarlos, complicarles su vida, su ruta hacia Estados Unidos, ya sea dejándolos a merced del crimen organizado, ya sea extorsionándolos con sus policías.
Solalinde dice que los migrantes son un botín para la delincuencia y también para las policías estatales y federales. Asegura que Veracruz es el estado más peligroso para el paso de migrantes, que no les ofrece seguridad y donde se permite impunemente el cobro de los 100 dólares en cada parada de tren.
También ha integrado un censo que revela que la mayor parte de los migrantes son hombres de entre 19 y 29 años de edad, sin escolaridad, 57 por ciento hondureños, seguidos por salvadoreños y guatemaltecos.
Fray Tomás González, quien es responsable de la casa del migrante de Tenosique, Tabasco, llamada “La 72”, denuncia permanentemente que pareciera existir un plan de gobierno para no otorgarles seguridad a los indocumentados, incumpliendo así el acuerdo por el que en cada tren viajarían policías para desalentar la extorsión a bordo. Pero ocurre lo contrario. La policía brilla por su ausencia.
Un tercer testimonio es el del padre Heyman Vázquez, de la casa del migrante “San Francisco de Asís”, de Huixtla, Chiapas. Dice que la política del gobierno es el exterminio de la gente que pasa por México para dirigirse a Estados Unidos.
El plan es ese: desaparecer a los migrantes por medio de secuestros y crímenes. “La política de Peña Nieto es de exterminio. No le interesa el tema. Al contrario, quiere, coopera. Las autoridades cooperan para que los migrantes desaparezcan, los intimidan matándolos, secuestrándolos y las autoridades coludidas con los secuestradores y los delincuentes. ¿Qué hace la autoridad? Nada, al contrario, la acción de la autoridad empeora la situación del camino para el migrante, la corrupción que hay en las autoridades”, dice categórico.
Por su parte, Margarita Núñez, asistente del Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana, identificó puntos rojos en la ruta de los migrantes. La zona más crítica es la frontera entre Tabasco y Veracruz, “donde están sucediendo las mayores agresiones a migrantes”.
En contraparte, el secretario de Gobierno de Veracruz, Erick Lagos Hernández, se monta en el trabajo de los organismos no gubernamentales, suelta cifras, resume datos y termina por reconocer el trabajo de otros, pero no del de Javier Duarte, porque simplemente éste no hace nada.
Por eso Veracruz, Tabasco y Chiapas se ha convertido en el “triángulo dorado del tráfico de migrantes”, en un paso al infierno, en un desafío a la muerte.
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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