martes, 6 de mayo de 2014

Lo importante es no cansarnos

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

Bien, bien, bien, pero ni tan bien, porque con tantas cosas malas que suceden, aquí y en China, ya no sabemos ni pa’ donde jalar, si entrar para adentro o salir para afuera. Pero aún hay esperanzas, dicen los optimistas. Helen Keller dijo alguna vez que cuando una puerta de felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros. O lo que es lo mismo, donde una puerta se cierra, otra se abre, ¿no?
 Lo importante es no cansarnos, perseverar aún en las adversidades. Y fíjense nomás, que según el Censo de Población y Vivienda 2010, en nuestro país lindo, ¿y jodido?, hay 5 millones 393 mil 665 personas en condición de analfabetismo, que representan 6.9 por ciento de los ciudadanos mayores de 15 años, y 64 por ciento está en edad productiva. Imagínense cómo andamos.
Ah, pero eso sí, el elefante blanco, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), “destina más de 28 millones de pesos de su presupuesto federal anual a pagar la elaboración de estudios económicos para determinar el incremento en el salario mínimo, aun cuando cada año se define en esta instancia que el porcentaje del aumento sea igual a la inflación estimada; incluso, en los dos sexenios pasados el ajuste para los salarios obreros ha sido de 2 pesos en promedio”. La Conasami “tiene un presupuesto anual superior a 41 millones de pesos; canaliza 11 de ellos a servicios “de apoyo administrativo y paga a su presidente, Basilio González, una cantidad similar al sueldo de 115 personas que ganan el mínimo”. (La Jornada-7-04-14). Ahí ‘ta, ¿nos encabronamos o no?
 La perene desigualdad que impera en México, sin duda. Y eso que sólo es un datito, pero de sobra se sabe las chingaderas que pasan. Lindo, lindo, lindo país.

Los días y los temas
Con eso de la Ley de Sociedad de Convivencia, propuesta por el diputado Cuauhtémoc Pola y que se encuentra en comisiones, conviene leer el artículo de Lydia Cacho, “El pene parlante”. Les dejo una probadita (sin albur): “El autor, luego de haber documentado cómo se comportan los hombres respecto a sí mismos, a su sexualidad, a sus inseguridades y a la violencia, escribe… “las feministas, el movimiento de derechos civiles y el movimiento gay han trabajado en la creación de un mundo donde las personas sean tratadas con tanta igualdad como sea posible, más allá de su género, sexualidad o raza. Nos están diciendo que todo el mundo tiene derecho a estar orgulloso de sí mismo; los hombres somos parte de esta batalla, no deberíamos de ir contra esta cruzada, sino sumarnos a ella. Los hombres necesitamos un código de masculinidad que no sea la tradicional hombría; yo diría que ser hombre es asumir responsabilidad de uno mismo y de quienes amamos, usar la fuerza física para proteger a quienes son más frágiles, usar la inteligencia para aceptar ayuda de quienes saben más que nosotros y aprender de nuestros errores.” Termina diciendo: hombre, ama a tu órgano, pero recuerda que tú no eres tu pene y tu pene no es tu identidad. Tu pene trabaja para ti…y para quien tú elijas para compartirlo”. Tan tan.

De cinismo y anexas
Hace unos días, revisando mi biblioteca, encontré algunos ejemplares de la revista “El cuento”, que dirigía Edmundo Valadés. Les comparto “La confesión”, de Claudia Sánchez Paz: “…Y un día, después del juicio final, Dios confesó que era ateo”.
Por lo pronto ahí se ven.

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