Marco Antonio Aguirre Rodríguez
Místicos y Terrenales
Durante el mes de julio el gobierno de Javier Duarte de Ochoa volvió a promover que se lanzaría la propuesta para un gobierno de dos años para el 2016 y así homologar las elecciones para gobernador en Veracruz con las presidenciales del 2018, finalmente.
Y por segunda vez le dijeron a Javier Duarte que no, que su propuesta no va. Así que la elección para gobernador tiene que hacerse en el 2016 y será por 6 años.
¿Porqué la insistencia de Javier Duarte para que haya una gubernatura de dos años?.
Porque realmente le preocupa que el próximo mandatario en el estado sea un Yunes, cualquiera de los dos senadores o el patriarca de los Yunes azules.
Ninguno de los Yunes le garantiza impunidad ante su desastrosa administración.
Por eso, cada vez que tiene reunión o cualquier acercamiento con alguno de los Yunes rojos busca la forma de que se difunda, en un intento de construir una imagen de que el senador, cualquiera que sea, ya está de su lado.
Javier Duarte a través de sus medios de prensa y los de sus aliados (que a estas alturas ya son muy pocos) intenta a fuerza impulsar un apellido distinto al de los Yunes, tanto que incluso quieren meter en la disputa por la probable gubernatura de dos años a Fernando Aportela Rodríguez, cuando este es aliado de uno de los Yunes rojos, en concreto, de José Yunes Zorrilla.
Javier Duarte quiere colocar a cualquiera como próximo gobernador, siempre y cuando le garantice que las cuentas de su administración saldrán limpias.
A fuerza quiere imponer su visión de una gubernatura de dos años, porque no quiere escuchar los buenos modos con que desde el centro le dijeron que no, que esa no va.
De hecho la probabilidad de promover la reforma constitucional para una gubernatura de dos años casi se le desvanece, pues cualquier modificación a la Carta Magna del estado tiene que ser aprobada en dos periodos de sesiones ordinarios.
Entonces, está el periodo de fin de año, donde podría darse la primera pasada, pero la segunda ya sería en plenas campañas por la diputación federal, lo cual le metería más que mucho ruido a ese proceso.
Así pues la gubernatura de dos años, no va.
De hecho la última oportunidad de Javier Duarte de tener el control del aparato priista es la convocatoria a renovar los comités municipales, acción para la cual Elizabeth Morales ya recorrió el estado más de dos veces, tratando de coaccionar y hasta de cooptar a quienes buscan esa posición y de grupos diferentes a sus intereses.
Elizabeth llegó a todos los municipios con su afán impositivo y en muchos fue rechazada de plano.
Esa es la gran esperanza de Javier Duarte, demostrar que sigue dominando al priismo veracruzano.
Porque además Javier Duarte no tiene en la federación ningún apoyo –pero en verdad, ninguno- como para poder impulsar la reforma que quiere.
De hecho su relación con el presidente Enrique Peña Nieto es harto distante, por más que le invente que si lo quieren y lo apoyan.
Y entonces el candidato del PRI al gobierno de la entidad será uno de los Yunes.
José Yunes Zorrilla tiene todo el apoyo de Luis Videgaray y de la oficina de la Presidencia de la República, mientras que Héctor Yunes está al amparo de Manlio Fabio Beltrones, quien puede ser el próximo presidente del PRI nacional, cuando César Camacho sea designado candidato a diputado federal y probablemente próximo coordinador del Congreso de la Unión, para la Legislatura de cierre de la administración de Enrique Peña Nieto.
Y en este panorama ¿Qué cree que hará cualquiera de los Yunes cuando sea candidato y recuerde el desaire ahora sufrido?.
Y si el próximo gobernador es Miguel Ángel Yunes, Javier Duarte en definitiva tendrá que salir del país inmediatamente que termine su mandato para evitar que el Yunes azul cumpla su muchas veces lanzada amenaza de meterlo a la cárcel.
Y por lo mismo de que no tiene ninguna fuerza en el centro del país, tampoco tiene capacidad de veto.
Cuando llegue el momento Javier Duarte será uno más en la cargada, pero en lugar de punto de apoyo será un lastre para los Yunes rojos.
Por cierto ¿querrán los Yunes rojos en la campaña para gobernador que se les vincule con Javier Duarte?. Muy probablemente no, porque la imagen del actual mandatario es más que desastrosa, por más inserciones de fotografías que pague en los periódicos o videos promocionales que le hagan.
Así pues, por el lado del PRI es muy probable –altamente probable- que el próximo candidato a gobernador para una administración de seis años sea uno de los senadores Yunes, José o Héctor.
Tanto entre místicos, como entre terrenales, la pregunta es por cual de los Yunes rojos se inclinan para que sea el próximo gobernador.
Nadie, absolutamente nadie, toma en serio los nombres lanzados para una gubernatura de dos años.
CANDIDATOS A DIPUTADOS. En el PRI nacional preparan una lista de posibles candidatos a las diputaciones federales para el 2015.
En lo que corresponde a Veracruz la lista tiene una pequeña característica:
Ninguno de los funcionarios actuales del gobierno del estado está incluido: Ni Jorge Carvallo, ni Erick Lagos, ni Alberto Silva, ni Adolfo Mota, ni Ricardo García Guzmán, ni Leonel Bustos, ni Vicente Benítez, ni Nohemí Guzmán, ni Gerardo Buganza, ni Marco Antonio Aguilar Yunes, ni ningún otro; tampoco están Anilú Ingram ni Carolina Gudiño; Marcos Theurel igualmente no aparece, lo mismo que el recién perdonado por los nietos de la fidelidad Edgar Spinosso.
Igualmente sin incluirse están Elizabeth Morales, ni Erika Ayala, ni Armando López, ni Gladis Merlín.
Entonces ¿quiénes están?.
Algunos de ellos son emisarios del pasado, incluso políticos que no fueron tomados en cuenta ni en el anterior ni en el presente sexenio.
Por la lista que están manejando en el PRI nacional parece más bien que buscan erradicar a cualquiera que tenga el más ligero olor a duartismo.
Parece que el gobernador, aún con sus pretensiones de gran místico del estado, ya no es un buen árbol que de una buena sombra para cobijo.
¿Qué pasará entonces en el 2015?.
Esta es una historia en construcción.
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