jueves, 11 de junio de 2009

Bajo su propia responsabilidad

Salvador Muñoz
Los Políticos

Aprende todos los días. Es una sentencia que debe aplicarse por cualquier persona. Incluso, todos podemos aprender de todos. No hagamos prejuicios… en serio, podemos aprender hasta de quien creemos es tonto o hasta de quien creemos que es inteligente.
¡Más allá! Podemos aprender del dolor.
Mi hija me juzga porque recuerda que una vez encendí un cerillo. Sus ojos de inmediato se prendieron en esa flama juguetona, seductora, envolvente y pude ver la chispa de curiosidad. Le pedí que agarrara la flama… sintió el calor en su piel y retiró de inmediato el dedo.
Volví a prender otro cerillo y le pedí de nuevo que agarrara la flama… frunció su ceño y movió la cabeza negativamente. Había aprendido… claro… eso no evitó que un día se quemara en salva sea la parte con una plancha mal puesta en la cama a la hora de brincar en el colchón y sentarse de golpe… en mi descargo: Yo no puse la plancha allí y no había pensado en cosas que queman sin flama. Esa lección ya no pude dársela. La aprendió sola.
Aprender a leer a temprana edad si bien me dio beneficios hubo uno que otro maleficio.
Recuerdo que, después de leer una novela de Emilio Salgari, me dio por experimentar comiendo plantas. Así que comía hojas verdes de la cerca natural que había en casa de mi abuelo, probé las hojas de níspero así como pétalos de rosa. No sé por qué razón encontré un buen sabor en las hojas de la cerca natural pero que perdí de inmediato cuando me di cuenta que perros y personas, si tenían oportunidad, vaciaban sus ganas del “uno” en la vegetación. Aprendí a que había que comer lo establecido…
Por razones de orgullo evitaré platicarles del cuento que mi madre disfruta contar a cuanto hijo de vecino se le atraviese estando yo con ella… un episodio de coprofagia… debe ser la edad que mi madre invente esas cosas. ¿o será por eso mi afición al chocolate?
En fin… soy de la idea de que el dolor, un evento trágico, la rabia, el malestar, nos pueden enseñar más que cualquier plática, consejo o buenas intenciones.
¿Por qué? Porque nuestro cerebro no querrá repetir momentos traumáticos y siempre nos recordará “no hagas esto”, “no digas lo otro”, “no te muevas así”, “no pases por aquí”, etcétera, etcétera.
Es como decía días antes de la guardería de Hermosillo. Padre o madre que no supervise las condiciones del inmueble y aún mejor, conozca a detalle qué respuesta le puede dar la persona que cuida a su hijo durante un evento, se equivoca. No puede dejar en manos de un desconocido o del destino, el cuidado de sus hijos.
Es como los intentos de robo a mi casa, con publicaciones, con llamadas a la policía, con la petición a los vecinos para que mantengan las puertas cerradas… ¡y nada! Hemos tenido que actuar en consecuencia.
Es como el Presidente, el Gobernador o el alcalde, que pone en manos de políticos áreas que deben ser a veces de técnicos, ingenieros o administradores (que muchas veces son asesores o jefes de departamento). Al final, al cierre de las cuentas, el mal Presidente, el mal gobernador, el mal alcalde será uno. Su administración será recordada por su nombre o apellido y un adjetivo que puede ir entre “corrupto” y “rata” porque no supo tomar una decisión a tiempo.
Es lo que nos enseña nuestro país, nuestras autoridades, nuestra vida cotidiana… a que cualquier acto que hagamos, no esperemos el milagro, la ayuda, un buen gobierno, al 066, a Protección Civil o a Super Calderón…
Hoy, debemos asumir el compromiso de que si hay que protegernos, de que si hay que elegir a un gobierno, de que si hay que cuidar a nuestros hijos, será bajo nuestra responsabilidad. Pero en ninguna circunstancia debemos quedarnos con los brazos cruzados. Aprendamos todos los días…
Para cerrar, les cuento: Un día mi hija me pidió cien pesos. Le dije que sí, si me lavaba mis tenis. Se negó y me dijo que yo era su padre y tenía la obligación de dárselos. Tomé el dinero y se lo di, bajo la advertencia de que un día ganarse ese dinero podría costarle el doble o más de lo que hubiera hecho… esa lección aún no le ha llegado, aunque me sigue explotando… ¡bajo mi propia responsabilidad!

e-mail: dor00@hotmail.com

No hay comentarios: