martes, 19 de agosto de 2014

Lo mataron como periodista

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Octavio Rojas Hernández no era periodista, pero lo mataron como si lo fuera. Los rumores le atribuyeron la autoría de una nota periodística que él nunca escribió.
Ese fin de semana, la comidilla en el poblado conurbado por los municipios de Cosolapa, Oaxaca y Tezonapa, Veracruz, fue la revelación noticiosa de que el director de Seguridad Pública, Fermín Venegas Fernández, se encontraba involucrado con una de las llamadas bandas de chupaductos y que unas camionetas decomisadas por las fuerzas federales eran de su propiedad. 
No todos los habitantes de ese lugar compraron el periódico, pero la gran mayoría se enteró por el voceo ruidoso y agresivo con el que se vendió la nota. Menos de 48 horas después, el lunes en la tarde, el estruendo de varios balazos también escandalizó a la comunidad. Octavio Rojas Hernández recibió cuatro impactos que acabaron con su vida, frente a su esposa e hijas.
Rojas Hernández no imaginó que su fugaz colaboración en el diario veracruzano El Buen Tono de Córdoba, con circulación en los municipios de la cuenca del Papaloapan le costaría la vida por una nota en la que él nada tendría que ver como fuente, ni como reportero.
Exigiendo confidencialidad por el miedo, fuentes muy cercanas al extinto que fungía como funcionario del área de Comunicación Social del pequeño municipio de Cosalapa, Oaxaca, dieron cuenta del enojo de la familia y amigos por la manera en que la prensa –especialmente los dueños del periódico El Buen Tono, cuya sede se encuentra en la ciudad de Córdoba, Veracruz- manipulan la información. Para ellos, Octavio no era corresponsal de ningún periódico, desde hacía un tiempo no tenía ninguna relación periodística, por eso les lastima y les preocupa que abiertamente se deje correr la versión de que Rojas Hernández haya escrito la nota en que se daba a conocer el supuesto vínculo del jefe de la policía local, Fermín Venegas Fernández, y la banda de roba combustibles desmantelada por el ejército en días pasados.
Rojas Hernández, antes de asumir como funcionario de Comunicación Social de ese ayuntamiento oaxaqueño, se dedicaba a la venta de tortillas en una motocicleta de su propiedad, en la que además para ganarse unos pesos extras, distribuía ejemplares de los periódicos de la región, entre ellos El Buen Tono y el periódico local A Tiempo. El director de éste último rotativo, hoy desaparecido como impreso pero con actividad en las redes sociales, Francisco Ramírez Cancino, lo perfila como voceador de periódicos, no como reportero.
Tan ajeno al periodismo lo fue la víctima que incluso el mismo periódico que hoy lo llama uno de los suyos, en una nota del 28 de mayo de este mismo año, lo involucraba junto con el jefe de la policía, Fermín Venegas Fernández, en su calidad de funcionarios municipales, de ser los autores de abuso de autoridad en contra del ejidatario José Hernández Parra. En uno de sus párrafos la nota señala textualmente: “La familia Hernández hizo responsables de lo que les pueda pasar al Ayuntamiento y a un supuesto periodista, identificado como Octavio Rojas, quien les estuvo tomando fotos, además de que ya recibieron amenazas para que desistan de continuar con la denuncia.”
Para El Buen Tono, tres meses antes de que fuera ejecutado, Octavio Rojas era “un supuesto periodista”. Sin el dejo de sarcasmo de la nota publicada, familiares y amigos del incipiente comunicador oficial, testifican que su incursión como reportero fue fugaz. Quizá, en un municipio tan pequeño como Cosolapa, eso bastó para que la autoridad municipal lo contratara como encargado de recolectar datos e imágenes de las de las obras y eventos del gobierno local.
Esa fugaz colaboración y los rumores, también bastaron para que corriera la versión de que él había sido el autor de la nota que exhibía a Fermín Venegas.
La mañana del sábado nueve de agosto, el escándalo despertó el morbo de los pobladores de Tezonapa y Cosolapa. En las calles de la ciudad se daba a conocer a grito abierto que el jefe de la policía de dicha localidad estaba involucrado con una banda de chupaductos, ladrones de combustible que circula por las redes de distribución de Petróleos Mexicanos. El ejército llevó a cabo un operativo sorpresa, el jueves siete de agosto, en la comunidad de Refugio Viejo; realizó detenciones y decomisó vehículos supuestamente propiedad del jefe policiaco de Cosolapa, Fermín Venegas Fernández.
La noticia fue la comidilla del día porque se trataba de quien debiera ofrecerles seguridad y confianza a la sociedad, aunque en la región del Papaloapan, sobre todo en el territorio veracruzano, no es nada raro que los jefes de la policías locales tengan nexos con la delincuencia organizada ni que formen parte activa de ella, por ello es que se encuentra convertida en zona incontrolable de ejecuciones, secuestros, desapariciones y asaltos.
La nota acreditada por El Buen Tono a la redacción -recurso de los medios para evitar dar a conocer el nombre de los autores de la información cuando ella implica riesgos a su integridad- reportó textual: “De igual forma, las autoridades municipales de Cosolapa aseguraron no tener mayores datos de este suceso, limitándose a decir que los vehículos asegurados son propiedad del director de la Policía municipal, Fermín Vanegas Fernández, quien es señalado como presunto jefe de esta bien organizada célula delictiva dedicada al robo de combustible.”
Sin saber que la crónica anunciada de su muerte corría a murmullos desde ese fin de semana, la tarde del lunes 11 de agosto, Octavio Rojas tranquilamente tomaba sus alimentos en compañía de su esposa y sus dos hijas, cuando un desconocido tocó a la puerta del domicilio. Él acudió confiado pues le habían dicho que se trataba de una persona interesada en comprarle un vehículo.
La detonación de varios balazos se escucharon varias cuadras a la redonda en Cosolapa y Tezonapa, con cuatro impactos en su cuerpo Octavio cayó agonizante. Su esposa y sus hijas no podían dar crédito al ataque. Una versión que se dio a conocer del suceso indicó que el ejecutor huyó a bordo de una camioneta Chevrolet verde con rumbo desconocido.
La inmediata postura del periódico que presumía que la ejecución de rojas Hernández derivaba de la información publicada en ese medio, apuntaron directamente al jefe de la policía de Cosolapa como el autor intelectual del atentado. Ello aludió que Octavio Rojas era el responsable de la información publicada.
Al conocerse el caso, la noticia dio la vuelta al mundo y los medios llevados por la inercia condenaron que el crimen se haya perpetrado por la labor periodística.
Cosolapa es un municipio muy pequeño, pero con grandes problemas políticos y de delincuencia, en este mismo año la alcaldesa del lugar Carmina Alvarez García fue depuesta del poder por el congreso del estado gracias a su adversario, el diputado local y ex alcalde en dos ocasiones de ese mismo municipio, Gustavo Díaz Sánchez.
Álvarez García –quien llegó al poder abanderada por el partido Movimiento Ciudadano- ha acusado a su antecesor de llevar a cabo en su contra una fuerte campaña para desprestigiarla y quitarla del poder, porque ella denunció que como alcalde, Díaz Sánchez, malversó recursos del erario por el orden de los 60 millones de pesos. Por su parte, Díaz Sánchez, respaldado por su fuero de diputado, lanza graves señalamientos contra la alcaldesa por supuestos vínculos con el narcotráfico.
El cobarde asesinato de Octavio Rojas se encuentra en manos de la Procuraduría General de la República (PGR) y será investigado para deslindar responsabilidades. Los investigadores tendrán varias pistas para dar con los autores materiales e intelectuales de este crimen, entre estas, las de la rivalidad política de la alcaldesa con el diputado de ese distrito y la participación de los jefes policiacos de la cuenca del Papaloapan –con municipios de Veracruz y Oaxaca- con el crimen organizado.
Y hay una arista delicada, que no tendrá castigo legal alguno pero que debe analizarse a profundidad, es la ética con la que se debe conducirse un medio de comunicación para que no se ponga en riesgo la vida de quienes con ellos participan.

(@moralesrobert)(romoaya@gmail.com)

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