viernes, 1 de agosto de 2014

Otra mirada a la distancia sobre la reforma política de Jesús Reyes Heroles

Eduardo de la Torre Jaramillo
Escenarios

Es importante hacer una revisión del pasado sobre los lejanos orígenes de la transición política fallida en el país, y por ello es relevante recordar lo que sucedió en el país hace 37 años; sobre todo el entorno internacional, y particularmente mirar políticamente a España.
Antes de abordar la parte internacional, tengo que rememorar lo que ya escribieron muchos académicos, especialistas e intelectuales, que aquella reforma de 1977 fue para institucionalizar a la izquierda mexicana, donde los objetivos gubernamentales eran sacarla de las universidades públicas, y de la clandestinidad, de sus guerrillas urbana y rural; claro está, y meterla en un partido político; y por el lado de la derecha, el PAN no tuvo candidato presidencial en 1976, ello por sus reglas democráticas y no participó en la elección federal de aquel año; en ese entonces el PRI no tuvo ningún adversario electoral, lo que tuvo un efecto inmediato de deslegitimación política, porque al no existir oposición política con quien competir (si hay alguna similitud, es porque primero se vivió como tragedia, y hoy lo vivimos como farsa), pues por sentido común un sistema político al no tener oposición, simple y sencillamente se convierte en algún tipo de sistema político totalitario.
Esa primera reforma política residió en transitar de 192 distritos electorales federales a 300, se implementó la creación de los diputados plurinominales, eran sólo 100 y únicamente se repartían entre la oposición, -como incentivo político- (se pasó de los diputados de partido, los cuales sólo podían ser 20 como máximo, número que el PAN rompió con su crecimiento electoral), además como las migajas del sistema político autoritario hacia los partidos políticos de oposición; ya en la competencia política en 1985 y la creciente lucha ciudadana en contra del fraude en el norte del país.
Regreso al tema central de este artículo; pocos, a casi nadie estudió la influencia internacional sobre aquella reforma política reyesheroliana, aquel político veracruzano siendo presidente del CEN del PRI, le encargó a Rodolfo Echeverría que entablará relación política en 1974 con los dirigentes políticos de la llamada Junta Democrática de España, entre los cuales se encontraban: Santiago Carrillo del Partido Comunista; Raúl Morodo jurista del Partido Popular Socialista, después fue parlamentario del Partido de Centro Democrático y Social; José Vidal Beneyto, sociólogo, filósofo y politólogo; y Rafael Calvo Serer, filósofo, miembro del Opus Dei. En el año de 1975 todos estos personajes vinieron a México; y según afirma Rodolfo Echeverría que se entabló una estrecha relación entre el PRI y la Junta Democrática de España.
De esos pasajes que no se saben de José López Portillo, porque siempre lo recordamos por la corrupción, o por su pelea con los Estados Unidos porque “ahora administraremos la abundancia (petrolera)”, o de su creencia en ser Quetzalcóatl, o por su neopopulismo; y que solía recordar la frase de Adolfo López Mateos “con España todo, con Franco nada”. Es pertinente mencionar que yo jamás hubiera imaginado que en la primera visita que hizo Adolfo Suárez a América, visitó México, de aquí se fue a los Estados Unidos para explicarle al presidente James Carter sobre la legalización del Partido Comunista en España.
Continuando con la narración anterior sobre la visita de Suárez; allí le dijo José López Portillo: “Señor presidente, bienvenido a México. Le pido transmita a Su Majestad que, en caso de no cumplir completamente la incorporación de España a las democracias, México restablecerá su relación republicana con el Gobierno en el exilio que nunca se autodisolvió y volveremos a ser la tierra de asilo para los demócratas españoles”. Y Suárez le contestó: “Presidente, si Su Majestad y este presidente no pudiéramos culminar nuestra promesa de democratizar plenamente a España, tenga usted por seguro que los primeros exiliados de la nueva oleada seremos Su Majestad y yo”.
Este pasaje es importante porque recordar a Adolfo Suárez por su legado en México; vaya paradoja para un sistema político autoritario como el mexicano. Basta recordar que nuestro país fue el único en el mundo que nunca reconoció al régimen político del General Francisco Franco durante 40 años; con el olfato político que le caracterizó a Suárez, éste sabía que sin los exiliados españoles en México no podía concretar su proyecto político de reconciliación nacional para consolidar la transición española; es decir, tenía que exorcizar los demonios familiares de los españoles para arribar a la tan anhelada democracia.
Finalmente, ¿por qué se recuerda este pasaje de la historia política en nuestro país?, primero para retomar el tema de la transición política fallida, porque sólo tuvimos la alternancia en el poder ejecutivo nacional en el año 2000, donde el bono democrático fue dilapidado ya que nunca se construyó otro sistema político, fue más fácil adaptarse a él y repetir todos sus vicios y hacerlos patentes para no dejar huella de que no se era diferente a quienes se les había quitado temporalmente en el poder ejecutivo; sin embargo, las condiciones actuales son totalmente diferentes, ya no hay esperanza ni optimismo para cambiar al país, sólo hay confort político, y aquella ciudadanía que luchó por la democracia, hoy está desencantada de ella, según todas las mediciones internacionales que hay sobre ella. Quizá, como lo anunció el político español de izquierda Julio Anguita “estamos ante la muerte de la democracia”; pero hoy en México se viven las regresiones autoritarias regionales y un retroceso cada vez mayor en los partidos políticos, con una famélica sociedad civil, y para rematar con los ciudadanos imaginarios, en fin, las salidas reales son violentas en una sociedad cada vez más incivilizada.

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