Salvador Muñoz
El Gabinete en pleno estaba preocupado. El examen que el gobernador les tenía preparado a sus muchachos era angustiante. No faltó aquél, que siguiendo consejo del sobrino, tratara de relajarse con su “stress tabs”, sin lograr su objetivo.
Ante su vista, pasaron los médicos, encabezados por el doctor Manuel Lila de Arce.
Un funcionario, intrigado, preguntó:
–¿Por qué ese doctor lleva sólo un guante?
–No me creas, pero dicen que es el médico de Theurel… un proctólogo…
–¿A poco cada quién va a tener su propio médico?
–Algunos sí… como por ejemplo, Víctor.
–¿Quién le hará el examen médico?
–Al parecer un otorrinolaringólogo…
–¿No le iban a hacer examen pero antidoping?
–Parece que no… argumentó que si a él le hacían antidoping, que a los demás les aplicaran el alcoholímetro…
–¡Ah! Entiendo… ¿Ya viste a Duarte? ¡Se ve feliz! ¿Le gustarán los exámenes?
–No, es que piensa que el sobrepeso también es político.
En ese momento llegó el doctor Lila y llamó la atención de los funcionarios, a quienes conminó a guardar orden, mientras sus compañeros pasaban con él.
Así, llamó al primer paciente que ya estaba impaciente:
–A ver Alfredo… vamos a cambiar tu dieta, que será muy sencilla, si quieres aguantarle el ritmo al jefe..
–¿Qué hago?
–Primero, dejarás de hacerle el gasto a Pancardo con los bocoles y nieves y segundo, dejarás de comer “chayotes”… ¡mejor repártelos! ¡El que sigue!
Tras la salida cabizbaja de Alfredo, entró Rey.
–Estás muy pasado de peso… te voy a recomendar una copita de whisky para prevenirte un ataque al corazón.
–Oiga, doc, pero estoy muy gordo… ¿no sería mejor una botella?
–No, Rey, lo mejor sería que cambiaras de aires…
–¿Como pasarme de secretario de Gobierno a secretario de Salud?
–No, mi estimado amigo, el hecho de que esté en Salud no quiere decir que a cada rato esté brindando… ¡el que sigue!
Tras la salida cabizbaja de Rey, entró Ricardo Landa.
–Lo veo muy ojeroso… ¿no duerme bien?
–Fíjese que no… desde que tomé el cargo, ¡ando con un dolor de caballo!
–¡Ah! Para eso le voy a dar a tomar un caballito de tequila diario…
–Sabe… no tiene otra opción, el tequila me pega como patada de caballo, digo, de mula…
–No… y le recomiendo que no monte…
–¡No! Ya casi no monto…
–Déjeme terminar: Que con los plantones en la plaza Lerdo no monte en cólera para que no se le derrame la bilis. ¡El que sigue!
Tras la salida cabizbaja de Ricardo, entró Theurel.
–¡Hola, doctor! Le manda saludos su pariente Fito Motita…
–Oiga, ¡no es mi pariente Fito Motita!
–¡Cómo no! ¿Usted no es Lila?
–Sí…
–Pues Adolfo es Li…
–Lo entiendo… pero no… ¡vamos a ver qué dicen sus resultados! ¡Mmm! ¡Mmm! ¡Mmm! ¡Mmm!
–¿Qué tengo, doctor? ¡Me preocupa!
–Tiene mala circulación…
–¿Y me puede dar un infarto?
–No, a quienes les puede dar un infarto es a los conductores…
–¿A los conductores?
–Sí, a los conductores que sufren con su distribuidor vial en Araucarias por tan mala circulación… mire que poner semáforos en una glorieta ¡dónde se ha visto!
–Entonces ¿estoy bien?
–No… su corazón está mal… está afectado por ¡kriptonita!
–¿Qué me tomo, doctor?
–Tendrá que tomarse unas largas vacaciones… ¡El que sigue!
Salió Theurel, triste pero seguro… se iba de vacaciones y ya tenía listo el yate para descansar… los resultados al cardiograma no eran halagadores: Su corazón sufría un mal cardiaco-cromático: no le era fiel al rojo, sino al verde esmeralda. ¡Ay, Marcelo!
e-mail: dor00@hotmail.com
1 comentario:
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