jueves, 24 de enero de 2008

¡A la changada!


Salvador Muñoz

El alcalde de Catemaco estaba soñado. Se le veía feliz. No cabía de gozo. Sin más preámbulos, nos acercamos a él y preguntamos:
–¿A qué se debe tanta felicidad, mi presi?
–Es que… ahhhhh (suspiro largo y profundo) por fin se me hizo mi sueño realidad… ahhhhh (suspiro largo y profundo)…
–¿Y cuál es ese sueño?
–Tener a dos negrotes a mi lado… ahhhhh (otro suspiro largo y ahora más profundo)…
–¡Uyyy! ¡Pues aguas!, porque puede ser la envidia de Santiago Tuxtla, Coatza y Agua Dulce…
–¿Qué te pasa, reportero? Me refiero al titular federal de Turismo y a mi gober…
–¡Ah! Es cierto… estuvieron por acá… ¿y qué le dijo al secretario de Turismo?
–Que no se hiciera el Tegogolo y nombrara a Catemaco Pueblo Mágico…
–¿Y qué le respondió?
–Que lo llevara a pasear y lo pensaría…
–¿Y a dónde lo llevó?
–Pues lo invité a comer carne de chango…
–¿Y qué tal? ¿Le gustó?
–Se me quedó viendo feo y me dijo que respetaba mis preferencias, pero a él le gustaban más las changuitas… Entonces le ofrecí unos topotes…
–¿Y qué le dijo?
–Que sería buena idea o de plano, meter unos reductores de velocidad, pero que no pusiera tantos como en San Andrés Tuxtla…
–Mmm de plano ningún platillo aceptó…
–¡Cómo no! Le ofrecí una mojarra…
–¿En tachogoby?
–No, acá en Catemaco…
–Bueno, y qué pasó…
–¡Pues que me mete al bote!
–¿Cómo? ¿A poco le quiso birlar la cartera al secre de Turismo?
–No seas buey, no ves que en algunas partes se le llama “mojarra” a las lanchas… reportero inculto…
–Ya, no critique mi ignorancia, sígame contando…
–¡Pues lo mandé a la changada!
–¿En serio?
–Sí… pedí que lo llevaran a la isla de los changos…
–Y a todo esto… ¿y el gober?
–Ahhh, pues mientras Elizondo veía a los changos, el gober veía puro gorila…
–¿No me diga que ya llevaron gorilas a Catemaco?
–Sólo a mi guardia personal…
–Oiga, ¿y no se engoriló el Gober?
–Pues sí, se encabronó un poco, pero era para que no lo molestara la gente…
–Pero al gober le gusta rodearse de su gente, platicar con su gente, conocer los problemas de su gente…
–Y eso hice… le presenté a mi gente: ¡A mis hermanos! Para que le dé chamba a Toño y obra a Eulalio…
–En fin… ¿y qué le dijo el Gober?
–¡Me mandó a la changada?
–¿Cómo?
–A la isla de los Changos… recuerda que ahí dejé al Negro Elizondo…
–Bueno… ¿y qué resolvió Elizondo? ¿Dará calidad de Pueblo Mágico a Catemaco?
–Mira, me dio tres opciones:
Uno: Como vio mucho chango y también mucho gorila, sugirió cambiarle el nombre a Catemaco por Cate-mico.
Dos: La única razón por la que Catemaco fuera Pueblo Májico, con “J”, sería por mí…
–¿Por usted?
–Sí, es que dijo que se me nota que soy bien Maje…
–¿Y la tercera?
–Pues que espera que al final de mi administración, no haga magia con las arcas y deje brujo a Catemaco…
–Oiga… y a todo esto, ¿visitaron a los brujos el Negro Elizondo y el Gober?
–Sí, hasta se hicieron una limpia…
–¿Con huevos?
–Pues mi gober sí, ya ves que es bien entrón… el negro no se animaba hasta que vio a la ramera…
–¿A la ramera?
–La de las ramas, la de las ramas…
–Por cierto… ¿sabía usted, mi presi, que le dicen el brujo?
–Nooo, ¿por qué?
–Porque dicen que a donde llega, limpia con todo…
Fue suficiente para que la felicidad desapareciera de su rostro y me mandara a la changada.. y no precisamente a la isla, sino a los gorilas que tenía de guardaespaldas…

No hay comentarios: