lunes, 29 de septiembre de 2008

2 de Octubre, sectarismo y el derecho a disentir

Raúl Abraham López Martínez*
Coyuntura Política XXI

Cuarenta años han transcurrido de la cruel matanza de estudiantes en Tlatelolco. Muchas cosas han cambiado del 68 al 2008.
A nivel internacional el bloque socialista se ha desintegrado. La geopolítica que conocieron los jóvenes que participaron en las protestas del 68 simplemente ya no existe.
En días recientes Cuba ha sido completamente devastada, no por una intervención directa del ejército de Estados Unidos, sino por los efectos de la furia de la naturaleza sobre esa hermosa isla.
China, ha dejado atrás los preceptos socialistas para convertirse en una potencia que recurre a las estrategias más despiadadas del capitalismo para fortalecer sus índices macroeconómicos.
En África, los movimientos de liberación nacional lejos de cumplir con sus objetivos se convirtieron en feroces dictaduras que se han dado a la tarea de arrasar con pueblos enteros.
En lo que se refiere al país, el Partido Revolucionario Institucional ya no se encuentra habitando en los Pinos, en el pasado ha quedado el poder hegemónico del que tanto tiempo gozaron.
Ahora la derecha gobierna, pero no están solos, la capital de la república es controlada por el PRD y el PRI se aferra a no perder el control en distintos gobiernos estatales.
En síntesis el mundo que conocieron los jóvenes en 1968 ha cambiado casi radicalmente.
Hoy en día a golpe de sacrificios, el escenario político se manifiesta de una manera diversa. En donde ninguna fuerza política detenta el control del sistema político mexicano.
En gran medida este fue el aporte de la generación del 68, que se enfrentó heroicamente a una de las peores caras del Estado Autoritario Mexicano.
Este sacrificio involuntario forma parte de un patrimonio cultural de una izquierda dispuesta a refrendar las condiciones de pluralidad política en el país. De esa pluralidad amenazada desde distintos ángulos. Desde las esferas del poder, el PAN, PRI, Calderón y las fuerzas de seguridad “públicas”, pasando por las manifestaciones más crudas de violencia entre el crimen organizado y el Estado.
Incluyo, en esta lista de amenazas contra la pluralidad, a un ala de la izquierda en México. Me refiero a esa izquierda que se opone a todo, de esa izquierda que recurre a la descalificación de manera sistemática como su herramienta predilecta para atacar a otras agrupaciones de izquierda que no comparten sus valoraciones políticas.
De esa izquierda que ha decidido autoexcluirse de la participación electoral, y por otro lado, cuando puede, alienta en precarios movimientos sociales posturas radicales cuyo objetivo central consiste en llevarlos a la confrontación violenta contra las fuerzas represivas del Estado.
El caso más ilustrativo de esta forma de manipulación política es Atenco, quienes alentados por un hombre que usa un pasamontañas, que goza de un cuerpo de seguridad personal, quien cuenta con recursos económicos para desplazarse por cualquier parte del país para hacer proselitismo.
El mismo que acordó una tregua con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, orilló a la gente de Atenco a ser víctima de un acto de represión de amplia escala.
Esta izquierda que es sectaria por naturaleza, que se auto otorga baños de pureza, si tuviera el poder ya hubiera enviado a fusilar a unos cuantos miles de mexicanos, sólo por el pecado de no pensar al igual que ellos.
A cuarenta años del 2 de octubre de 1968 las izquierdas en México, tienen el reto de defender uno de los grandes logros del movimiento estudiantil, el reconocimiento a formar parte del sistema político mexicano manteniendo el derecho a disentir.

*Director de la revista digital independiente Voz Universitaria
www.vozuniversitaria.org.mx

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