domingo, 31 de mayo de 2009

¡Nocaut a Jerónimo!


Salvador Muñoz
Los Políticos

De cómo a punto estuvo Jerónimo Folgueras de medir la lona, es difícil de contarlo, a lo mejor más por pena que por aires de triunfo tonto, pero quizás la culpa sea por hacer caso al Gobernador Fidel Herrera Beltrán y al alcalde de Veracruz, Jon Rementería.
Sí, hacerles caso de hacer turismo, de conocer Veracruz, su belleza, su historia, consumir lo que producimos… por eso decidimos la bella Brenda y yo, hacer una pequeña Luna de Miel relámpago en el Puerto.
Hay algo que siempre he admirado del alcalde Jon Rementería Sempé… su interés y preocupación por la conservación de la fauna silvestre. En verdad creo que una persona que demuestra amor por su entorno natural debe tener una gran alma. Por eso, lo primero que hicimos, incluso antes que desayunar, fue dirigirnos al Parque Zoológico Miguel Angel de Quevedo. Queríamos conocer al nuevo inquilino, al venadito, pero el canijo sencillamente no se dejó ver, pero disfrutamos de la belleza de otros animales como los jabalíes, iguanas, el ocelote que hace tiempo fue rescatado de un estúpido que lo tenía en tristes condiciones, unos hermosos tigres, un par de leones con una dama, un par de tortugas belicosas (una trataba de morderle la cabeza a la otra en un círculo sin fin), tigrillos, zorras, coyotes… qué diferencia de nuestra fauna política… tan nociva la mayoría…
El parque Quevedo es como un oasis, un descanso, un edén perdido en el Puerto de Veracruz… un pedazo de selva que se negó a morir ante el asfalto…
Además ¡hay tirolesa! Que no es lo mismo que “me tiro a ésa”. En un afán por quedar viuda, joven y bella, Brenda me invitó a arrojarme al vacío sujeto por arneses… pero al parecer el tiro le salió por la culata… el miedo de apoderó de ella.
Por favor, tiene que ir al Parque Zoológico Quevedo, además es sumamente barato y totalmente divertido.
Ya estamos “apalabrados” con algunos inquilinos del Quevedo regresar pronto para hacerles una entrevista, en espera de que para la próxima, ya funcione el tren que te pasea por todo ese pulmón verde.
Otro que se negó a morir pero que resurgió como Ave Fénix es el Hotel Diligencias, fiel testigo de la historia del Puerto. Combinación perfecta de tradición con modernización. ¡Una maravilla! Sencillamente es hermoso… ¡debe conocerlo!
(He de confesar que tuvimos que hacer una pequeña escala a Boca del Río, para ir al estreno de “Wolverine”. ¡Chingaos! ¿Por qué no hay salas VIP en Xalapa? Allí vimos al joven Antonio Ferrari Cazarín, subsecretario de Finanzas, acompañado de guapa dama disfrutando de “X-men”; así como al diputado Sergio Vaca Betancourt con su distinguida esposa… cien por ciento seguro que fue a ver “Angeles y Demonios” y no “Wolverine”.)
A punto de dar un tour nocturno, saliendo del hotel, nos encontramos con Toñita y Samuel haciendo algunos segmentos para el programa de “TV Azteca”, El Desafío. La foto del recuerdo y a divertirse.
En la noche, el Puerto es como su gente: ¡Alegre, con música, fiestero, romántico, bohemio y auténtico! Saliendo del Diligencias, miles de colores como miles de músicas. Venta de ropa, chucherías, recuerdos, el grito del “Güero güero” aunque uno esté prieto, para que compres helado. Un pequeño recorrido por el Centro Histórico que a pesar de tanta algarabía hay un entrañable respeto por el visitante.
Después del tour y con el bochornito, ¡qué tal una copa o una chela! Tiene que ir al bar que está al lado del Diligencias, ¡El Estribo! ¡Un excelente servicio, una excelente comida, unas bebidas espirituosas y soberbia la música en vivo! Y si a eso se le agrega ese dejo de tradición que le comento que tiene el Hotel…
El fin de la noche no se lo cuento porque ya se lo imagina.
A la mañana, abandonamos el hotel para encaminarnos al Museo de Cera… ya el Acuario lo conocemos. ¿Y adivinen a quién nos encontramos? ¡Al Gober! ¡No! No estaba en una pecera… Acababa de dar inicio al programa “Limpiemos nuestro México” cuando fue abordado por los reporteros. Me acerqué, para oír de cerca lo que le preguntaban. Decidí tomarle una foto, alzo el brazo para tomarla en alto y siento que doy un golpe con el codo. ¡Mero en la barbilla del secretario de Turismo!
Estoy seguro que no se tambaleó… creo yo… y me deshice en disculpas mientras el fidelismo se apoderaba de mi cara: ¡roja, tan roja como el conjunto de pants que traía el gobernador!
Sólo alcanzó a decirme Jerónimo: ¡Tienes buen punch! Eso sí, lo tomó con humor y se retiró ¿tambaleando? ¡no! Fue mi imaginación.
El resto de esa luna de miel empezó recorriendo el Museo de Cera y acabó en Boca del Río… comiendo en Pardiños… ¡no tiene madre! ¡La comida por supuesto! ¡Es deliciosa!
Así que si usted, amigo lector, tiene oportunidad de escaparse a Veracruz, ¡hágalo! ¡No se arrepentirá! Hay música, rica comida, échese unos alipuses, diviértase, pero sobre todo, ¡conozca el Puerto!
En términos de Turismo, tienen razón tanto el gober, Jon y el Santo Papa, alzando la voz a cuello, sólo Veracruz es bello… aunque sólo opacado por la luna reflejada en los ojos de mi esposa, mi bella Brenda.

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