domingo, 28 de junio de 2009

De Honduras a México: ¡El estado soy yo!

Salvador Muñoz
Los Políticos

Hileras de mujeres insultando a soldados, lanzando manotazos a sus caras, mientras éstos se dirigen hacia la casa presidencial.
No es para menos, su presidente es todo carisma: rancherote, gigantón, de sombrero, pantalón de mezclilla, de hablar populachero, muy católico y sobre todo, un defensor de los pobres.
Si pareciera que uno habla de Vicente Fox mezclado con un López Obrador, pero no, se habla de Mel Zelaya, presidente de Honduras víctima de un Golpe Militar que lo tiene refugiado en Costa Rica.
Las condenas internacionales al Golpe Militar son innumerables y más, por supuesto, de los aliados de Mel Zelaya: Venezuela, Cuba y Nicaragua.
El pecado del presidente se puede definir en tres palabras: “La cuarta urna”.
Es decir, pretendió una consulta para este domingo para conocer si el pueblo estaría dispuesto a que en las próximas elecciones se colocara una urna (extra a las de Presidente, Legisladores y Munícipes) que decidiera si se reformaba la Constitución para poder darse la re-elección… claro… se supone que “su” re-elección.
El Tribunal Supremo Electoral de aquel país consideró que estaba mal Zelaya porque violentaba al Poder Electoral por ser éste el que debe organizar cualquier elección o colocación de una “urna extra”.
Al presidente le importó un comino lo que pensaba el TSE y ordenó al ejército que supervisara la encuesta de este domingo, pero el Ejército se opuso porque Zelaya contradecía a la Constitución.
Incluso, Zelaya destituyó al Secretario de Defensa pero al final el secretario volvió a su puesto al percatarse el Congreso que no había fundamento para su destitución.
Sin embargo, muchas organizaciones civiles, el pueblo, la gente, apoyaba a Mel aun con el riesgo de enfrentarse a las armas largas de los soldados que resguardaban la casa presidencial.
El cariño que se le tiene a Mel es parecido al que los franceses tenían por Luis XVI. ¿Por qué? Porque aun cuando el pueblo estaba realmente jodido, seguía viendo a su Rey como la persona que se preocupaba por ellos y que si no había solución a sus problemas era por la Corte, esa nobleza, que rodeaba a su monarca y le impedía ver cómo sufría su pueblo.
Incluso, hay un pasaje en la historia que me recuerda a esas mujeres que defienden hoy a Zelaya.
Se cuenta que las mujeres, hartas de tanta hambre y carestía, deciden acudir al Rey confiando en que él las va a ayudar. Ellas entran a Versalles sin que la fuerza real las pueda detener ante su determinación. Incluso, deciden “llevarse” a París al Rey para que esté más cerca de su pueblo.
Sí, los franceses, el pueblo, la masa, confiaban en su Rey hasta que descubrieron que Luis XVI nada más se quería a sí y que él era el punta de lanza contra los pre-revolucionarios. Huyó y alguien tuvo la puntada de escribir una nota que se colocó en Palacio de Tullerías:
“Se da aviso a los ciudadanos que un cerdo gordo se escapó de las Tullerías; se ruega a quienes lo encuentren, devolverlo a su madriguera; obtendrán una módica recompensa”.
El fin de Luis XVI es conocido…
Ahora, el presidencialismo en Latinoamérica es raro…
Maneja una democracia extraña, con tintes de autoritarismo, de dictador… de Luis XIV… “El Estado soy yo”.
Ahí tenemos a Hugo Chávez, Fidel Castro, Evo Morales, el mismo Zelaya ¿y Calderón?
Sí, nuestro Presidente no juega con tintes re-electorales, apuesta al continuismo de su partido. Válido, cualquiera lo hace.
Pero el hecho de que en aras de combatir la delincuencia viole la soberanía de Estados y Municipios y diga que no tiene que pedir permiso a nadie, indica sólo una cosa: autoritarismo.
Ahora, Calderón como Presidente de México, al igual que Zelaya de Honduras, en su investidura tienen un peso político, y como tal, al igual que a un gobernador y un presidente municipal, se les debe guardar respeto y en un momento dado obedecer, por esa extraña fuerza que es tener poder, no hay que olvidar algo…
Se entiende que una orden presidencial debe ser acatada, respetada y ejecutada… pero parece que a Zelaya y a Calderón se les está olvidando algo:
Sus órdenes se van a obedecer y a ejecutar con apego a su Constitución, a los principios de legalidad y justicia… fuera de ello, señores presidentes, están equivocados… ¡y va también para los Gobernadores y los Presidentes Municipales!
Recuerden que el Estado soy yo… ¡el pueblo!

e-mail: dor00@hotmail.com

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