El busto de Simona y “nuestros” pluris

Salvador Muñoz
Los Políticos

Es curioso, pero el tema de Simona Halep, tenista de 17 años, ha provocado que los hombres opinen más de la deportista cuando debieran ser las damas las que se interesen más por el tema. Digo… es mi punto de vista.
Sus 34DD son el origen de la discusión.
Simona, joven rumana campeona del Roland Garros en su categoría Junior, habló de un tema que en sí (las mujeres lo deben saber mejor que cualquier hombre) es muy pero muy serio… quiere reducirse el volumen de su busto.
¿No les parece serio?
Bueno, a los hombres quizás no (Si bien dicen que jalan más un par de tetas que una carreta jalada por bueyes…) porque ven en el busto de la joven más “atributo”, más “dos buenas razones”, “una bendición”, que un “estorbo” para poder jugar bien.
No es para menos. El deporte del Tenis requiere de desplazamientos rápidos y golpes de brazo que en determinado momento podrían provocar que un busto de talla 34DD entorpeciera lo que se llama “movimiento natural” para dar un golpe con raqueta.
¡Claro! Hay mujeres que desearían tener el volumen de la joven tenista pero a Simona le importa más destacar como jugadora que por su busto.
Sí, resulta contradictoria la fórmula que plantea la joven cuando en un mundo tan superficial, vemos que muchas de las veces algunas damas destacan más por su “pechonalidad” que por aptitudes.
No me dejarán mentir Pamela Anderson, Ninel Conde o Sabrina.
Pero en el caso de Simona, muy independientemente de que el tamaño de su busto le estorbe, creo que ha de resultar sumamente doloroso a la conclusión de cada partido o encuentro de tenis por el movimiento (alejado de cualquier morbo) brusco que tiene su pecho al practicar el deporte. ¡De un lado para otro! ¡De arriba para abajo!
Las damas que lean esto y tengan un tamaño generoso en el busto, han de entender…
¡Claro que duele!
Por principio ¡la espalda! y seguido de algo que se llama “Ligamento de Cooper”, que es lo que sostiene el seno. Claro que por la fuerza de gravedad, el ajetreo y los menesteres propios de la vida, el ligamento se va estirando y el busto se va cayendo.
Sí, me pueden decir que hay brassieres y toples especializados para sujetar de tal manera el pecho que evite al máximo los impactos al desplazarse pero a Simona no dejarán de estorbarle sus senos para poder asestar mejores golpes con la raqueta.
Es como tener diputados plurinominales a estas alturas de nuestra democracia… ya no tienen razón de ser, parecen más de adorno, nos cuestan lana y por lo regular, no se les ve trabajo…
Por supuesto, es una comparación atroz, pero mientras un busto son glándulas mamarias, unos “pluris” pueden ser “gandallas que maman del presupuesto”…
Creo, no sé los políticos, que la razón de ser de los “plurinominales” ha dejado de ser. El invento por “ser democrático” ya está en desuso. Dicen que los “pluris” son los que tienen experiencia pero realmente este cargo me parece que es más un “pago de factura” interna, del partido, que un favor que hagan al pueblo.
Ahora, ¿quiere ver qué tan democrático puede ser?
Haga este ejercicio mental…
Imagine que el busto de Simona Halep son “nuestros” diputados plurinominales pero que en lugar de ayudarnos a la hora de jugar tenis nos estorbaran… ¿qué haría usted?
a) Se reduciría el busto para adaptarlo a la condición que sea más apta para el ejercicio del tenis.
b) Se lo dejaría tal como está esperando triunfar, ya no en el tenis, sino como modelo o imagen de cualquier producto para hombre.
c) No sólo se lo deja tal como está, sino que además piensa en aumentarse el busto otras tallas…
Si contestó A) ¡felicidades! Tenemos a un democrático en potencia.
Si respondió B) de seguro pertenece al PRD, Convergencia, PT o cualquier partido chiquito con miedo a perder su registro…
Pero si marcó la C) de seguro es del PRI o PAN y tiene muchos favores que pagar con sindicatos, organizaciones o empresarios…
En fin…
Ya veremos si Simona Halep quiere realmente triunfar como tenista o se deja envolver en el suave arrullo de la sirena mediática que la puede llevar a hacer más dinero del que se imagina sin tener que tomárselo muy a pecho.

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