martes, 2 de junio de 2009

Narcotráfico, cultura y consumo

Raúl Abraham López Martínez*
Coyuntura Política XXI

El uso del término y significado, para referirse a la producción, comercialización y consumo de las drogas, difiere de manera sustantiva de acuerdo al entorno sociocultural al que pretendamos aludir.
Partiendo de una consideración de matices antropológicos, podemos apreciar la gran diversidad de culturas que interactúan en el mundo actual, en cada continente, en cada país, en cada estado o municipio, colonia o familia; esta diversidad se expresa de múltiples maneras.
En el tema de las drogas, la visión que ha predominado en la definición de políticas públicas por parte del gobierno, ha sido una visión de tipo jurídica, esta visión se encuentra fundamentada bajo una lógica del ejercicio del poder en donde los representantes del Estado, son facultados para otorgar un status de legal o ilegal a las actividades que sus legisladores hayan delimitado.
Esta visión jurídica, proyecta de manera nítida un modelo de sociedad al que nos quieren circunscribir los responsables de legislar y aplicar la normatividad vigente sobre las drogas.
Excluyendo de facto, la posibilidad de entender el fenómeno de las drogas, a partir de una dimensión, cultural.
Es claro, que a los responsables de legislar en la materia, no les interesa acercarse en lo más mínimo a explorar el asunto de las drogas a partir de una problematización cultural, este rechazo se puede entender en la medida que los grupos políticos que llegan al Congreso, no les interesa las prácticas culturales de sus ciudadanos, reduciendo el quehacer legislativo en una actividad que pretende hacer hegemónica su reducida concepción del mundo.
Explorar el tema de las drogas a partir del ámbito de la cultura, a nivel antropológico, nos puede llevar a reconocer una gama de situaciones sociales que los estudios jurídicos no contemplan.
Este punto de vista nos lleva a revalorar una práctica cultural que da vida al narcotráfico, el consumo. Sobre este tópico, la visión del consumo de la drogas que predomina en las instituciones pretende limitar la conducta del individuo apelando a lo que indica la ley.
En los hechos, la ley que prohíbe el consumo de las drogas ha sido rebasada, lo que demuestra que la sociedad esta inserta en otro tipo de dinámicas, el consumo de las drogas va en aumento, gente de todo tipo de clases sociales obtiene su consumo personal de la manera más ingeniosa posible.
A unos consumidores les va peor que otros, como es de esperarse en una sociedad clasista y racista como la nuestra, los que tienen dinero pueden acceder a los mejores antros y contactos para consumir drogas sin ser molestados, los demás, los pobres, sin empleo, sin educación, sin futuro son reducidos a drogadictos.
El sentido común nos indica, que sin la existencia de un mercado de consumo interesado en usar drogas, el narcotráfico no existiría.
Pero el consumo existe, y da vida bajo la actual regulación sobre las drogas, a conflictivas relaciones sociales ancladas en la violencia como código de conducta, la violencia como lenguaje, la violencia como técnica de control de mercados, la violencia para resolver diferendos entre miembros de la misma organización o con sus adversarios, la violencia como instrumento de sobrevivencia.
Tomando en cuenta esta perspectiva cultural, la única salida posible a los fenómenos emanados de la violencia del narcotráfico, es el de iniciar un serio proceso de legalización en torno a la producción, comercialización y consumo de las drogas, se requiere urgentemente legalizar una actividad que lejos de atenuarse va en crecimiento.

*Director de la Revista Digital Voz Universitaria
www.vozuniversitaria.org.mx
raul@vozuniversitaria.org.mx

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