lunes, 6 de julio de 2009

Universitarios 3 (Debilidades)

Juan Antonio Nemi Dib
Historia de Cosas Pequeñas


La universidad pública no debiera ser un coto hermético y reservado a sus integrantes ni un gremio estanco con privilegios para sus socios y, menos todavía, un ente autárquico sin obligaciones para con la sociedad que, al menos en teoría, la mandata. El origen fiscal de los fondos que sostienen a la universidad pública pero sobre todo las capitales funciones que le corresponde desempeñar en beneficio de la sociedad a la que se debe, convierten a cualquier institución pública de educación superior en asunto de interés público.
En Veracruz, la Constitución es muy clara: “La Universidad Veracruzana es una institución autónoma de educación superior... tendrá la facultad de autogobernarse, expedir su reglamentación, y nombrar a sus autoridades; realizará sus fines de conservar, crear y transmitir la cultura y la ciencia, a través de las funciones de docencia, investigación, difusión y extensión, respetando las libertades de cátedra, de investigación, de libre examen y discusión de las ideas; determinará sus planes y programas; fijará los términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico; y administrará libremente su patrimonio…”.
En ninguna parte dice que esas facultades la eximan de rendir cuentas, de actuar con rigurosa transparencia, de cumplir metas precisas, de usar con acierto y eficacia los fondos, de medir objetivamente sus resultados a partir de las necesidades sociales que debe satisfacer, así como propiciar su propio crecimiento y desarrollo, orientado siempre a la comunidad y no únicamente a sus alumnos y empleados. Tampoco sugiere que pueda o deba ir a su aire, sin tomar en cuenta los requerimientos educativos generales del Estado y/o apartándose de plano de las políticas oficiales en la materia.
Más claro: lo que la sociedad necesita de su Universidad no siempre coincide con las expectativas y demandas de los estudiantes ni con las de los trabajadores o directivos universitarios. Lamentablemente, no son pocas las veces en que una interpretación ramplona y simplista del concepto de autonomía universitaria convierte en “intromisión” y “agresión” las opiniones y cuestionamientos que se hacen desde fuera de la Universidad. Es una actitud perniciosa por antidemocrática y porque permite autocomplacencia y abusos. Siguiendo la teoría burocrática weberiana, esa cerrazón defensora de una autonomía a ultranza presupone que la Universidad sólo tiene que ver para dentro de sí misma y permite que se privilegien intereses individuales de algunos miembros de la comunidad universitaria, por encima y a veces en contra del interés general.
Una cosa es la inmoral e injustificada intromisión desde el poder o desde los grupos de interés en la vida universitaria en aras de objetivos pervertidos o disputas parcelarias y otra muy diferente es el derecho legítimo de cualquier ciudadano a indagar y cuestionar a la universidad pública y a los universitarios que, por cierto, desde el rector hasta el jardinero eventual, pasando por investigadores, maestros y administrativos, son servidores públicos y como tales debieran tratarse, evaluados y considerados sin matices, como sujetos de responsabilidades administrativas.
A propósito, el tema laboral es probablemente el más sensible para las autoridades, pero uno de los grandísimos pendientes en la agenda universitaria, que no por su complicación debiera eludirse. De acuerdo con el documentado y lúcido estudio que Octavio Ochoa Contreras ha hecho público recientemente, la UV tiene un 43% por ciento de empleados que no realizan tareas académicas, lo que casi duplica los estándares recomendados a nivel nacional. Si esto es cierto, la UV paga el doble del personal de apoyo del conveniente. ¿Son necesarios tantos empleados?, ¿y si parte de esos recursos se aplicara a docencia e investigación?, ¿el personal es productivo, es honorable y está comprometido con la Universidad?, ¿prevalece aún la cultura de “yo no barro aquella acera porque nomás me toca la de este lado y me regaña el Sindicato”?, ¿los empleados universitarios realizan buenas prácticas y hacen su trabajo con esmero, sin limitarse al mínimo indispensable?, ¿cuántos eventuales hay?
Por muy “conquista laboral” que sea, el servicio médico que reciben los trabajadores de la UV excede la lógica y la equidad. Con lo que se ha gasta en este rubro, ya se hubieran construido y equipado hospitales y clínicas universitarias de calidad, destinados también a la enseñanza de ciencias médicas y hasta a generar ingresos al patrimonio universitario. ¿Por qué se cancela esta prestación a los jubilados?, ¿qué garantía hay de que no se cometan fraudes y abusos con este laxo mecanismo de pago de servicios médicos? En el peor escenario, ¿por qué no compran una póliza colectiva de seguro y ahorran cientos de millones?
En otro tema aún de mayor trascendencia, un universitario que quiere a su Institución me escribió: “Sería bueno comparar a la UV no sólo con los ‘rankings’ que muchas veces no dicen nada, sino evaluar si la Universidad en verdad responde a las necesidades que le plantea la sociedad. ¿Cómo está la UV en relación con las tendencias nacionales o internacionales respecto a la educación superior?, ¿qué tipo de profesionistas está egresando?, la formación que imparte, ¿es adecuada para los escenarios actuales?, la investigación y quienes la hacen, ¿realmente están dando frutos o sólo están simulando?” Es una observación pertinente: ¿cómo le va a los egresados de la UV?, ¿se compensa su esfuerzo personal y el costo de su educación superior con su desempeño en el mercado laboral?, ¿pueden los egresados de la UV reintegrar a la sociedad y a sus familias aunque sea en parte los esfuerzos desplegados para su formación?, ¿el perfil y la calidad de los egresados de la UV, son lo que nuestro país y Veracruz necesitan?, ¿son prestigiados los egresados de la UV, tienen opciones de trabajo acordes con su entrenamiento?, ¿reciben educación integral que les prepare para la vida y para servir?, ¿vale la pena este gran esfuerzo?
Luego está el asunto de la interacción entre la Universidad y la comunidad: ¿de qué manera se abre la UV para divulgar y extender el conocimiento como patrimonio social a todos los veracruzanos?, ¿de qué forma la UV aplica sus recursos a mejorar la calidad de vida de la gente? En lo académico, ¿qué nivel de éxito real tiene el Modelo Educativo Integral y Flexible, en qué ha fallado?, ¿cuál es la calificación de la UV en lo relativo a profesores con perfil ideal? Otro tema crítico es la inequidad con la que la Federación trata a los veracruzanos, que cargamos con el mayor costo universitario de México, el 54% del presupuesto de la UV, contra otras universidades a las que la Federación subsidia con el 100%. ¿Por qué hay déficit financiero en la UV?
La lista de pendientes y preguntas no se agota en estas líneas. Evidentemente, quien resulte escogido por la Junta de Gobierno como próximo Rector de la UV, tendrá enormes retos por delante. Ya veremos qué propone para enfrentarlos cada uno de quienes aspiran a serlo.

No hay comentarios: