martes, 4 de agosto de 2009

El 1, el 5 y el 8

Salvador Muñoz
Los Políticos

En la política, como en el arte y en la vida misma, somos números.
Así es… nuestra vida gira en torno a números, todos claves, pero hay algunos a los que le damos más importancia que a otros.
Por ejemplo, a las mujeres les encanta recordar los aniversarios, de la primera cita, del primer beso, de la primera vez, de cuando se casó y un sinnúmero de cosas… un “pi”… un “n”… un … ¡infinito pues!
Hay hombres que se dedican a contar cada noche cuánto dinero hizo durante el día.
Los cumpleaños son una forma de darle importancia al tiempo cuando quizás nada importante hayamos hecho en ese lapso.
La lotería, ese juego de números, esperanza nuestra de un mejor mañana…
Miramos con desesperación los números del reloj cuando no llegamos a tiempo al trabajo y observamos con ansias al checador que marca nuestra salida laboral.
En fin, usted quizá pueda agregar a esta lista más cosas a las que le damos importancia en los números.
Pero hay números que a veces no nos interesan por nuestra forma de ser…
¿Cuántas lágrimas hemos llorado?
¿Cuántas horas nos divertimos jugando con nuestro mejor amigo?
¿Cuánto tiempo desperdicié por tonto orgullo en no hablarle a la persona querida?
¿Cuántos “angelitos de la guarda” rezamos con nuestros hijos hasta que algo lo evitó?
Los números son parte de nuestra vida diaria:
El del celular, el del nextel, mi curp (¿tiene letras? Las letras son una forma de números también), el autobús que transporto, mi extensión en la oficina, el número de cuadras entre mi casa y trabajo, cuántos días faltan para el sábado, ¡para la quincena!, donde quiera que usted voltee, júrelo, habrá números, incluso, hasta en el simple teclado que golpeo en este instante, hay un número que se ajusta al estándar de dedos que permite que se acoplen perfectamente a cada tecla que se presiona.
En política, los números son claves.
El 1 representa al Gobernador, digo, hablando de nuestro Estado. Y no hay “Uno” en ningún otro punto, ni siquiera en ayuntamientos.
El 2 es el secretario de Gobierno.
Se entiende que nunca el 2 antecede al 1… bueno, sólo en el 21.
Para los historiadores, este número identifica a una época que se llamó Chirinato.
Curiosamente en política no se percibía al 3 hasta Paco Portilla, quien ha hecho un determinante papel en la subsecretaría de Gobierno.
Números de moda en este momento son el 18 (por las curules ganadas) y el 4 (las pluris).
Número clave en este momento es el sexto número de la secuencia de Fibonacci (los apasionados de “Código Da Vinci” lo han de recordar): El 8.
La secuencia es así: 1-1-2-3-5-8…
Los políticos de la numeralia consideran que es en el número 8 donde se concentra el sucesor del 1.
Si la política se aplicara como la secuencia de Fibonacci, se vería que el 8 cuenta con el apoyo por supuesto del 1, del 2, del 3 y del cinco.
Se entiende la posición del 1. Suponemos que el 2 ya entendió la jugada y por su oriundez, el apoyo del 3 es por demás…
¿Y el Cinco?
Número clave en distintos escenarios que se le vea… lo visualizó Da Vinci en su Hombre de Vitruvio; la cosmogonía hindú y otras culturas vieron en él a los elementos que hacen posible a la naturaleza; Luca Paccioli le vio algo divino, lo más cercano a Dios… está en la música, en nuestro cuerpo… en el arte (¡Fidias!), tan es así que hay quienes llaman al 5 el número de oro…
En política, dicen que descubriendo la identidad del 5 se entiende al 8.
Para el 8, su número de oro se concentra en los siguientes elementos:
Jorge Carvallo Delfín, Salvador Manzur, Erick Lagos Hernández, Gina Domínguez Colio y Alberto Silva Ramos.
Un grupo compacto, sólido, brillante, creativo y dador de resultados… el 8 confía en ellos totalmente.
Por supuesto… a la secuencia de Fibonacci, en torno al 1 y 8, se han de agregar más números que entiendan su lógica.
Aunque la clave está en el 5: quien entienda al número de oro ya sabe quién ha de suceder al 1 y entenderá la identidad del 8.
Ah… y no es herencia, ¡son compromisos!

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