Semanario Alégrate
El fervor y la alegría que los mexicanos de adentro y allende las fronteras manifestamos en el mes de septiembre con ocasión de la celebración de las fiestas patrias es un motivo más para comprometernos en el fortalecimiento de nuestro país, sobre todo, en estos momentos difíciles de inseguridad, pobreza y crisis económica.
Sin embargo, del folklore y de los colores tenemos que pasar a un compromiso sincero para colaborar en la construcción de un país que nos necesita para erradicar el flagelo de la pobreza, para combatir la corrupción que galopa como un fantasma y para superar la inseguridad que nos arrebata el derecho de una vida digna.
De la celebración del Grito de Dolores tenemos que pasar a exclamar nuestra indignación ante todos estos hechos que laceran la vida de los mexicanos y erosionan la convivencia social, negándonos la posibilidad de reconocernos como hermanos que trabajan en la edificación de una casa común.
Por eso hace falta levantar la voz y exigir a las autoridades que cumplan con el mandato del pueblo y que se apliquen, en sus respectivos niveles de gobierno, para hacer de México un país donde todas las personas y cada una de las familias recuperen la legítima aspiración de alcanzar una vida digna.
De manera particular apelamos al espíritu patrio, así como al sentido de justicia y de honestidad de los 500 diputados federales de la LXI Legislatura que acaban de iniciar sus funciones en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Desde la pluralidad política, que es una fortaleza para nuestro país, se espera que verdaderamente trabajen en la misma dirección y se coordinen de tal manera que su trabajo represente una esperanza para el pueblo.
El mayor desgaste lo esperamos no en las luchas intestinas, ni en la exhibición de sus ambiciones, ni en la lucha desproporcionada por la imposición de su propia agenda legislativa, sino en el debate y la confrontación de las mejores propuestas que ayuden a salir a nuestro país de la crisis en la que nos encontramos.
Por eso, ante el llamado que ha hecho el Presidente de la República en su tercer Informe de Gobierno, después de presentarnos el estado que guarda la nación, la Iglesia de Xalapa manifiesta su disposición para colaborar en la construcción del país que todos deseamos.
Así como es necesario levantar la voz para exigir resultados a nuestras autoridades, también hace falta que todos los ciudadanos, los distintos actores de la sociedad y especialmente las Iglesias, nos comprometamos a trabajar en la misma dirección. En este sentido los cristianos tenemos bien presente que el reino de Dios no sólo viene desde el Cielo, sino que nosotros debemos construirlo y hacerlo realidad en nuestras vidas a partir de los valores del Evangelio predicado por Jesucristo.
Los cristianos vemos la historia con ojos de fe y por eso nos mantenemos firmes en la virtud de la esperanza, sabiendo que –como nos recordaba recientemente Mons. Sergio Obeso Rivera- la historia la dirige el Señor y nunca nos ha dejado solos, ni nos dejará sin su apoyo en estos momentos delicados de nuestra historia como nación.
Con estas claves hace falta vivir el mes de la patria para que septiembre represente una esperanza de renovación en todas las autoridades de gobierno, en las instituciones y en los ciudadanos que formamos parte de esta hermosa nación de santa María de Guadalupe.
Elevamos, pues, fervientemente nuestras oraciones por nuestro país, por la gestión del Presidente de la República, por el Gobernador del Estado, por la nueva Legislatura y por cada una de nuestras autoridades para que el Señor los renueve y les permita expresar su pasión por México en cada uno de sus trabajos.
Pbro. José Juan Sánchez Jácome
Director Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa
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