lunes, 11 de enero de 2010

Vasconcelos II

El Debate


Juan Antonio Nemi Dib
Historias de Cosas Pequeñas

Usar una palabra para definir a José Vasconcelos Calderón sería injusto. Fue casi todo. Hizo casi de todo en sus 77 años de vida: abogado, representante empresarial, cultísimo maestro, historiador, funcionario, revolucionario, filósofo, enamorado, mecenas, modernizador, creador de instituciones, escritor, periodista, editor, agente diplomático. En política, este oaxaqueño de excepción fue anti porfirista, maderista, anti huertista, carrancista, anti carrancista –don Venustiano quiso encarcelarlo por criticarlo siendo su empleado—; fue Secretario en el gabinete del presidente Eulalio Guzmán.
Jefe de educación universitaria y bellas artes del Presidente De la Huerta –equivalente a Rector de la UNAM en su tiempo— y, después, de Obregón; éste lo haría luego Secretario de Educación. “Organizó la primera campaña contra el analfabetismo… en México, implantó las misiones culturales y abrió bibliotecas… apoyó a artistas destacados y fomentó la pintura mural a través de pintores como Rivera, Orozco, Siqueiros y Montenegro. De este tiempo datan los murales que hasta la fecha adornan algunos edificios públicos. Creó el primer sistema de bibliotecas. Editó una serie de clásicos de la literatura universal, la revista El Maestro y el semanario La Antorcha; invitó a trabajar en el país a los educadores Gabriela Mistral y Pedro Henríquez Ureña; impulsó la escuela y las misiones rurales, creó la Orquesta Sinfónica Nacional y escuelas de pintura al aire libre… por lo que es considerado el arquitecto de la educación nacional.”
Enojado por los Tratados de Bucareli y, quizá por la candidatura de Calles, renunció al puesto y compitió, perdiendo, para el gobierno de Oaxaca; se exilió en París y regresó en 1929 como candidato a la presidencia contra Ortiz Rubio. Le reconocieron menos del 7% de los votos e incluso asesinaron a algunos de sus seguidores. Se decía que fue uno de los grandes fraudes electorales mexicanos, pues Vasconcelos gozaba de amplio respaldo popular; sin embargo, su llamado a las armas en el “Plan de Guaymas” no tuvo eco y, en cambio, le representó la cárcel, luego de que se “auto designó ‘única autoridad legítima’ y desconoció a las autoridades federales, estatales y municipales”.
Considerado discípulo de Schopenhauer, Vasconcelos es autor de prolija y reconocida obra sobre ética, estética y filosofía; sus textos autobiográficos son imprescindibles para entender la construcción del México moderno, de la que él fue destacado protagonista, pero igualmente polémica es su visión histórica del país, específicamente la que condensa en su “Breve Historia de México”. En este libro José Vasconcelos asegura que: “Eran pueblos de segunda los mayas junto con los demás de América, y ello se comprueba con el examen de sus escrituras, sus libros sagrados y de crónicas”.
Dice que: “Lo más grande de España, Cervantes, es… un decepcionado que se refugia en la locura para sufrir menos con la realidad que sus ojos miran”. Se atreve: “La independencia de los pueblos americanos es el resultado de la desintegración del imperio español. Ninguna de las naciones de América había llegado a las condiciones de madurez que determinan la emancipación como proceso de crecimiento natural… fue forzada por nuestros enemigos del exterior. Ni estábamos preparados para ella ni la deseábamos.” “…la independencia no tomó el giro patriótico del crecimiento natural que le estaban dando las juntas cívicas, sino que se desvió, por inicua presión extranjera, hacia el caudillismo ignorante y destructor de los Morelos y los Guerrero, cuyo programa en esencia no iba más allá de la exigencia de matar gachupines, la consigna natural de los ingleses.”
Sentencia: “Basta recorrer a la lista de los presidentes de Estados Unidos, o de los de Colombia, Argentina, Chile, Perú, para convencerse de que la inmensa mayoría de los jefes de Estado durante un siglo han sido hombres honrados, cuando no de hombres superiores. En cambio, la serie de los nuestros, salidos en su mayoría del pronunciamiento o de la imposición armada, es una galería del crimen, por los hechos y aún por los rostros patibularios y brutales.”
Y se duele: “El pueblo aplaudía a Vasconcelos cuando denunciaba el traspaso de los bienes nacionales al extranjero, pero no supo refrendar sus aplausos cuando llegó la hora de hacer respetar el voto que hizo presidente a Vasconcelos. No se consumó la rebelión prevista y anunciada por el candidato. Prefirieron algunos esperar otra elección en que sí se respetara el voto… Aún están esperando.” Se podrá estar en contra de Vasconcelos; es imposible dejar de leerlo.

antonionemi@gmail.com

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