lunes, 8 de febrero de 2010

American Dream

Juan Antonio Nemi Dib
Historias de Cosas Pequeñas

650 dólares de renta –más 85 de mantenimiento y 20 por cada cajón de “parking”— son aceptables si se comparan con los precios de otros departamentos, que pueden llegar a los 1,300 por un espacio hasta más chico. Entre 7 paisas sale más o menos a 120 por cada uno, siempre que todos paguen y lo hagan a tiempo; algunas veces con lugares “vacantes” en el depa o que alguien no tenga dinero, él ha tenido que pagar 300 dólares.
Mejor no piensa en lo que significa compartir 35 metros cuadrados de espacio con otras 6 personas. Que dejen el baño sucio es lo de menos: usa chanclas de plástico –de gallito— y no descuida sus pertenencias: ni jabón, ni champú ni cepillo de dientes ni papel sanitario; todo lo mete en una caja de plástico que tiene que ‘esconder’ bajo su cama aunque luego el papel se le moje un poco. De todos modos, van dos veces que le vuelan el desodorante, le meten mano a sus cosas.
La bronca es cuando alguien se tarda “pa’bañarse”. Han conversado y peleado una y otra vez, han puesto recados en la puerta: “no te tardez no seas ogete”, pero no respetan. Si uno de ellos demora más de los 10 minutos pactados, ya les rompió el queso a los demás. Por eso él se levanta a las 4 de la mañana y se mete primero, pierde media hora de sueño pero así tiene un poco más de tiempo disponible y el baño está menos “guarro”. Y es que en la mayoría de los “jobs”, si llegas tarde no hay descuentos, simplemente no te dejan entrar y “ya te la pelaste”.
No come en el depa. La cocina es lo peor; nadie la limpia, las cucarachas le perdieron el miedo a la gente. Los trastes pueden pasar meses dentro de la tarja –sucios y con restos de comida— sin que nadie voltee a verlos. Sería mucho más barato si pudiera prepararse sus lonches pero no, nomás no hay manera, como tampoco hay manera de que se vaya a vivir a otro lado. ¿De dónde carajo sacaría él solo para pagarlo todo?
Y menos ahora que le dieron las gracias en el “Community”. Formalmente era intendente, de a 8.50 dólar, pero en realidad hacía más cosas: colectaba los tambos rojos de residuos infecciosos –esa chamba era como de a 25 dólar, pero no se lo reconocieron nunca— y ayudaba en quirófanos a cargar enfermos (“stretcher-bearer” les dicen a los camilleros). Cuando vino la bronca económica le dijeron que era excelente empleado y para no despedirlo le ofrecieron pasarlo al turno matutino, pero aceptarlo habría significado dejar la empacadora.
En la empacadora pagan a 7.25 y el turno es de 10 horas, pero le firmaron el aval para la “troca” y el departamento, además de que el mánager le dijo que un día de estos lo hará jefe de turno (cree que ese job será como de a 12 o 13 dólar). Total que, muy a su pesar, tuvo que dejar la chamba del hospital, es decir, perdió el 40% de sus ingresos. Aquí, todo gira a la cantidad de dólares que pagan por hora, pero hay muchos casos de compas que trabajan una semana o dos y luego los corren sin pagarles, amenazándolos con denunciarlos a la migra. Es algo común y no se puede hacer nada; como es lógico, las autoridades siempre se ponen del lado de los patrones. Por eso lo que importa es tener un buen patrón, honrado, aunque pague poco.
No ha dejado de buscar trabajo, de hecho, a eso dedica todas las tardes. Lo prefiere a regresar al depa, a tumbarse en la cama y a soportar las mismas rolas de banda, a todo volumen y las borracheras de pronóstico. Dicen los paisas que es lo más barato “pa’olvidar” pero él ya está harto de todo esto, especialmente de los domingos en la tarde. La depresión es canija. Quisiera salir corriendo.
Y la verdad es que ya le urge otra chamba. Esta semana sólo pudo enviar a su casa 125 dólar. Con las comisiones y el tipo de cambio les quedarán unos mil trescientos pesos, no les va a alcanzar para nada. Pero es que se venció la letra de la troca –sin coche no se puede vivir en Estados Unidos— y tuvo que prestarle 300 verdes al Compadre, parte de la fianza porque lo agarraron manejando con aliento alcohólico; el Compadre jura que no es cierto, que venía de trabajar y que llevaba días sin probar un trago, pero de todos modos lo torcieron. Si el juez que le toque está de buenas, le pondrá una multa de mil quinientos y lo dejará que regrese a trabajar, si no, seguro que lo pasan a la migra pa’que lo deporten –después de pagar la multa. Pobre Compadre.
Y pobre de la Gordita. Ayer cumplió años. No pudo mandarle nada. Ni siquiera hablar con ella. Esta semana dejará de cenar, hará sólo dos comidas al día. Serán unos 50. Se los mandará y con eso que se compre un regalo, pa’que se acuerde que tiene padre, aunque esté lejos.

antonionemi@gmail.com

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