lunes, 26 de abril de 2010

La guerrilla y los demonios

Salvador Muñoz
Los Políticos

La guerrilla dicen que es la hija bastarda de la Guerra.
Es considerada lo peor, la nefasta, ¡vaya! algo así como la piruja, si me permiten la expresión.
En política, la guerra también se da y es permisible al igual que el uso de la guerrilla más cuando se trata de ganar elecciones.
Vemos la guerra cuando los candidatos exponen a la ciudadanía sus proyectos, hacen promesas, se comprometen…
Quizás se encuentren en un debate y discutan…
Igual vayan a las colonias, se metan a hacer limpieza en lotes, se metan en las playas, se desgañiten en discursos burdos, bofos, denostando al contrario, al gobierno en el poder o al que puntea las encuestas…
Esa es la guerra electoral.
Por supuesto, la guerrilla electoral es salvaje, despiadada, truculenta, sanguinaria, sin escrúpulos… pero no mata.
El objetivo es claro: Lastimar, herir, golpear…
Y este objetivo tiene otro objetivo: Debilitar al enemigo.
Este debilitamiento puede ser de tres formas: Físico, mental o ambos.
Ejemplos, hay muchos.
Tiene el caso de Juan Antonio “Ladrín”, en el PRI, a quien sacan de la contienda electoral pero meten a su mujer para no perder el apoyo de la familia Muguira.
También está el caso de Abellá, García Guzmán, Pavón Vinales…
Ni Duarte, Miguel Angel Yunes o Dante se escapan de esta guerrilla electoral.
Los ataques son de a diario, ofensivos, denostativos, con dejos de verdad o con más de imaginación que raya en la difamación y la calumnia.
El asunto es debilitar, se insiste, camino al día D: el cuatro de julio.
Pero ¡ojo!
Un ataque guerrillero, mal planeado, mal estructurado, puede convertir a la víctima de la ofensiva ¡en un mártir!
En Argentina, en el proceso de unas elecciones legislativas, hacen un programa llamado “El Gran Cuñado”, parodiando al “Big Brother”. Allí, “encierran” a algunos cómicos que personifican a los candidatos a diputados por la Provincia de Buenos Aires.
Entre ellos estaban Néstor Kirchner, entre los favoritos y Francisco de Narváez, entre los que menos sobresalían.
Ninguneado incluso en el programa, De Narváez empezó a aparecer en el teatro donde hacía sus actuaciones “su doble”. Incluso, se paraba y lo saludaba y la gente empezó a reconocerle, a aplaudirle y lo increíble: En el programa de “El Gran Cuñado”, el ganador fue “De Narváez” y cuando las elecciones se dieron, ¿saben quién ganó? ¡De Narváez!
La razón, muy simple: La guerrilla en su contra, de ningunearlo, la revirtió a tal grado que su popularidad, que estaba en último lugar, la llevó al primero.
Qué indica esto: La guerrilla debe ser ofensiva ¡no denostativa!
Y para ello, hay que unificar criterios. Es decir: hay que unificar a la masa, hacerla partícipe de un movimiento, de un pensamiento, de una idea… no le des a la masa contextos ajenos, extraños, palabras que no entienda y que no viva porque difícilmente las habrá de comprender. Un ejemplo: ¡Pederastia!
¿Qué es eso?
A la masa hay que crearle enemigos comunes; dale un demonio para exorcizar… uno solo, al más fuerte, porque venciendo a éste, vences a todos… igual que cuando se mataba al capitán, al general…
El PAN habrá de buscar ese demonio al arranque de las campañas a gobernador…
Dante habrá de buscarlo por igual…
El PRI deberá replantear su estrategia y considerar si el demonio del Edén es capaz de unificar criterios y si realmente ése es el demonio más fuerte al que la masa deba temer.
La guerrilla es de inteligencia, no de vísceras.

e-mail: dor00@hotmail.com

No hay comentarios: