martes, 27 de julio de 2010

La llamada

Salvador Muñoz
Los Políticos

Si tuviera la oportunidad de hablar por teléfono con alguien… ¿con quién sería?
Quizás esta pregunta no tenga tanto interés porque hoy en día podemos hablar con quien se quiera, sólo baste tener su número de aparato y listo.
El invento del teléfono, hace algunos años apenas reconocida su autoría a Marcos Meucci y no a Graham Bell, acortó distancias.
Oír la voz de la persona amada, extrañada, querida, en el auricular, hoy es un hecho cotidiano que quizás no sorprenda a nuestros hijos.
Antes obligaba al llanto oír la voz…
¿Quién no ha llorado al auricular ante esa voz que te dice “te extraño”, “te amo”, “vuelve pronto”?
Laura, mi hermana, me lanzó al vacío cuando, una noche, si no mal recuerdo, 11 de enero, me llamó al periódico para avisarme que nuestro padre había muerto.
Sí, los teléfonos acortan distancias para dar mensajes de distintos tipos.
La noticia me llegó tan rápido que a pesar de que acudí lo más pronto posible no alcancé la sepultura de mi papá.
Llamar para pedir perdón, llamar para saber cómo estás, llamar para decir nada más “quería oír tu voz”, llamar para avisar que “ya llegué” o que “ya me voy”.
El teléfono acorta distancias bajo dos condiciones:
La primera, si hay quien quiere acortarlas…
Para ello se requiere sólo de levantar el auricular y marcar.
Precisamente hoy, un hombre frente al teléfono tiene una disyuntiva: hablar o no hablar.
Lo ha hecho por cortesía, por política…
Pero en este caso, su llamada telefónica guarda un valor político muy alto, que significaría todo para uno y el fin para otro.
La lógica es que llame, felicite y haya un entendimiento de compromisos mutuos, cooperación y conjunción de esfuerzos en pro de la ciudadanía.
Esa sería la lógica que, al menos hasta a la conclusión de estas líneas, no se daba. La mano no se movía hacia el auricular…
Es seguro que sabe y entiende el significado de llamar… y el de no llamar.
Si no llama, mantendrá una esperanza, un halo de vida en quien espera que en otros ámbitos, su triunfo se dé.
Pero si llama, su voz será una especie de resolución, fallo, veredicto, que reconoce en forma implícita, tácita y tangible, asible, de cualquier modo, el triunfo de Duarte.
Una vez que llame al gobernador electo, ¿tendrá caso que el candidato del PAN, Miguel Ángel Yunes, siga en la batalla en tribunales federales?
Yo creo que no. Su llamada es o será el reconocimiento a un triunfo.
Sólo basta que alce el auricular para que se cumpla la primera condición para acortar distancias.
Y para cerrar el círculo, la segunda condición, la más sencilla pero a su vez la más poderosa que es seguro que en Javier Duarte…, contestar la llamada.
Entonces, todo estará dicho.

e-mail: dor00@hotmail.com

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