(La estrategia fallida)
Juan Antonio Nemi Dib
Historias de Cosas Pequeñas
Hasta ahora no se ha demostrado que la ejecución del candidato priísta Rodolfo Torre Cantú y sus colaboradores fuera consecuencia del crimen organizado; incluso el actual Gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores aseguró que el móvil político no se ha descartado como posible causa. Sin embargo, a la luz de los hechos es posible lanzar algunas hipótesis para la reflexión.
1] La delincuencia organizada gana terreno. La influencia geográfica de las agrupaciones criminales se consolida e incluso crece. Los operativos policiales no han logrado contenerlas, menos erradicarlas. Ejemplos claros y evidentes de esto son Ciudad Juárez y Michoacán, en donde la presencia de miles de soldados, marinos y policías de diversas corporaciones ha significado poco o ningún impacto en la prevención de delitos, mucho menos en la frontera de Tamaulipas.
2] Se reproducen y crecen las cabezas de la hidra. Se cuentan por decenas los operativos exitosos en los que han sido detenidos (y procesados) presuntos delincuentes asociados a las corporaciones criminales. Sin embargo, los cárteles mantienen su capacidad operativa y rápidamente se substituyen los liderazgos vacantes. “El Mayo” le dijo a Julio Scherer que detrás de cada capo ausente hay una larga lista de suplentes listos para relevarlo.
3] Matan a inocentes. Desde el Gobierno Federal y de la voz de algunos formadores de opinión como Héctor Aguilar Camín suele sustentarse la tesis de que las ejecuciones violentas afectaban sólo a delincuentes que se enfrentaban entre sí por la disputa de territorios, por rivalidades o intereses opuestos, que “se están matando entre ellos”. La experiencia demuestra lo contrario: desde los fusilamientos de personas internadas en centros de rehabilitación para fármaco dependientes hasta la granada que explotó en el zócalo de Morelia pasando por el magnicidio reciente, cada vez es más notorio el “daño colateral” que se produce a personas de bien, no sólo desde la delincuencia. Además de civiles, tampoco es corta la lista de policías y militares fallecidos.
4] Estado dentro del Estado. El Presidente Felipe Calderón sostenía desde su campaña y con mayor énfasis al principio de su gobierno que la estrategia de la delincuencia organizada era sustituir al Estado. Hoy, crece el número de empresas y actividades económicas obligadas a pagar “derecho de piso”, es decir, protección. La denuncia más reciente provino de constructores y desarrolladores de Cancun y la Rivera Maya que reconocieron como parte de sus gastos operativos las fuertes sumas que les son exigidas para “trabajar en paz y sin riesgos”, pero no son los únicos. Muchos saben que hay zonas del país en las que el gobierno es sólo una lejana referencia, mientras que la autoridad pública es ejercida por grupos al margen de las leyes; allí la extorsión es cotidiana.
5] La economía delincuencial se diversifica y su organización se hace más compleja. Ya no se trata sólo de trasladar narcóticos a la frontera. La delincuencia organizada se involucra cada vez más en las actividades productivas legales y extra legales y obtiene rentabilidad por ellas. Pero lo importante es que se trata de organizaciones muy poderosas, no sólo con poder de fuego sino con sus propios sistemas de inteligencia, tecnología de punta y grandes redes de colaboradores que por interés económico o sencillamente por temor, les proveen de información e insumos para sus actividades.
6] Son poco útiles las actuales medidas de control. Los comerciantes de armas -sobre todo los estadounidenses- continúan proveyendo a la delincuencia con grandes cantidades de éstas y, a pesar de las medidas de control financiero (las limitaciones a la venta de divisas, por ejemplo), la delincuencia organizada parecería gozar de recursos prácticamente ilimitados para realizar sus actividades ilícitas. Se habla de entre 20 y 30 mil millones de dólares, dependiendo de la fuente, como monto aproximado de los ingresos asociados al crimen organizado en México. Ese dinero no está bajo los colchones, circula en la economía y beneficia a algunos.
7] Nadie está seguro. La muerte del candidato del PRI al Gobierno de Tamaulipas hace evidente que de muy poco sirven los sistemas de seguridad y protección cuando las redes delincuenciales deciden matar (lo que hacen cada vez con mayor frecuencia). Además, se gastan millones en blindar autos, equipar mejor a policías y custodios, en colocar sistemas de vigilancia, con fondos que son cada vez mayores y que podrían ser para escuelas u hospitales. Desde el punto de vista económico, es una batalla perdida; desde el punto de vista práctico la pregunta es evidente: ¿realmente nos protegen nuestros sistemas de seguridad?
8] Invitación extemporánea. Casi cuatro años y 24 mil muertos después, el señor Presidente afirma hoy que “el crimen organizado representa la mayor amenaza para los mexicanos” y que “es un enemigo que no conoce límites y atenta contra la paz y las instituciones”. ¿Acaso no sabía esto cuando decidió unilateralmente y sin consultarlo con nadie emprender la que él mismo bautizó como “la guerra contra el narcotráfico”? Más de un analista dijo entonces que se trataba más de un ejercicio de legitimación de su gobierno que de una medida calculada en la que se empezaba por medir con exactitud sus alcances y consecuencias. En cualquier caso, ¿significa la reciente invitación presidencial a un diálogo de los actores políticos un cambio de estrategia, el reconocimiento de que si seguimos como hasta ahora las cosas se pondrán aún peores?
Final.- Esta columna se remite a los editores los domingos por la mañana. Aún no hay mucho qué comentar respecto de la jornada electoral en proceso. Que sea para bien de Veracruz y los veracruzanos, con la paz y la tranquilidad que todos merecemos.
antonionemi@gmail.com
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