viernes, 30 de julio de 2010

Los cargos municipales

Luis Alberto Romero

El primer contacto de la gente con una forma de gobierno es precisamente el Ayuntamiento, donde se resuelven, en teoría, los problemas de barrios, colonias y comunidades.
En teoría, porque generalmente los Ayuntamientos no reciben los recursos necesarios para atender los problemas de los municipios y porque muchas veces, dichos órganos de gobierno están integrados por ediles y funcionarios con poca preparación o, lo que es peor, semianalfabetas.
Ayer, en este espacio hablaba sobre el cuidado que debe tener Javier Duarte a la hora de integrar su gabinete y equipo de trabajo; sin embargo, si el hoy gobernador electo comete errores en la asignación de cargos será por las cuotas de poder o por dar un espacio en la nómina a los diferentes grupos políticos de Veracruz -lo cual es lamentable y criticable desde cualquier punto de vista-, y no por limitaciones intelectuales porque finalmente tiene el grado de maestro en derecho, economía y políticas públicas.
En el caso de muchos alcaldes, la falta de preparación y capacidad para gobernar, para cumplir las leyes y para plantear programas de gobierno los vuelve presas fáciles de quienes buscan convertir los presupuestos municipales en botín para engrosar la billetera personal. Tenemos el caso de un presidente municipal en el norte de Veracruz, cuya ingenuidad –aunque en su pueblo le llamen de otra manera- lo llevó a endosar las cuentas bancarias y prácticamente el poder local a un rapaz tesorero que terminó por saquear las arcas y emprender la graciosa retirada. Hoy, ese alcalde ve con temor el fin de su gestión porque sabe que su falta de preparación, su estupidez o su exceso de confianza pueden llevarlo a Pacho sin tocar baranda.
En otros casos, la sindicatura y las regidurías de los ayuntamientos son producto de imposiciones desde la capital de estado; y así, los dirigentes partidistas integran los cuerpos edilicios únicamente con criterios políticos, sin tomar en cuenta capacidad o escolaridad; por eso vemos a tanto regidor y tanto síndico cuyo nivel de instrucción apenas alcanzaría para vender globos en las plazas públicas.
Y es que en nuestro país, para bien o para mal, cualquiera puede ser votado y ello no deja de implicar riesgos porque, a fin de cuentas, el promedio de escolaridad no llega a nueve años en el ámbito nacional, mientras que en Veracruz –cuarto lugar nacional en analfabetismo- más de 650 mil personas no saben leer ni escribir (datos de INEGI).
Por otro lado, la lucha de grupos que se presenta en el entorno estatal para lograr posiciones, secretarías y subsecretarías, direcciones y coordinaciones, se traslada también a los ayuntamientos, donde los alcaldes, muchas veces mareados de poder y cegados debido a la adulación que les rodea permanentemente desde las campañas, seleccionan a compadres y amigos de la infancia para integrar los ayuntamientos, sin considerar capacidades y perfiles. No es necesario hablar de los resultados de esa ecuación. Al final, es el ciudadano quien paga los platos rotos.

luisromero85@hotmail.com

No hay comentarios: