martes, 10 de agosto de 2010

Cabeza de Lata: Una fiesta aburrida

Salvador Muñoz

La llegada fue como se habitúa, en la entrada del Museo del Transporte (“museo” xalapeño convertido de manera rutinaria en flamante centro de convenciones y bailes, graduaciones, fiestas, expos, 15 años y una que otra vendimia o borrachera), las mesas de registro, los fotógrafos y compañeros de medios de comunicación son los que dan la bienvenida.
La tarde nublada con visos de lluvia no permitió que muchos estuvieran en las afueras de las instalaciones del recinto todo el tiempo, por lo que el aglomeramiento al interior del edificio fue relativo y engañoso. El calor, producto del roce de los asistentes, fue sudorosamente real.
Muchos políticos de viejo y nuevo cuño aprovecharon para ponerse al día, fue el pretexto ideal para intercambiar opiniones, versiones, futurismos y anhelos.
Unos quieren acomodo en la administración pública, otros llegar al comité municipal tricolor, otros de plano chamba. Algunos insisten en preguntar a uno y otro amigo qué saben sobre sus áreas, quién llega, ¿se queda, se va el jefe? (claro con otras palabras realmente nada sutiles acerca del o la que han tenido que soportar en los últimos meses o años).
El consenso es general: el Trife está librado, ya no es tema. Hay que ver lo que viene, que ya está a la vuelta de la esquina.

Los grupos, las porras… El invitado
Al interior llama la atención el grupo que se ubica a la izquierda. Son colonos xalapeños, todo mundo se da cuenta, aun estando lejos. Cómo lo saben, será acaso por sus playeras de Elizabeth, sus gorras de Elizabeth, sus mantas de Elizabeth y las banderas que ondean en lo alto de Elizabeth… ¿Y el respeto al invitado, al cumpleañero, al dueño de la fiesta? ¡Eso es lo de menos!
Del lado opuesto, un grupo proveniente de la zona de los Tuxtlas, vitorean en todo momento a la alcaldesa Marina Garay. Son un buen número, un contingente fuerte quienes acudieron (los camiones con razón social de los Tuxtlas no significan “acarreo” para el exdirigente del PRI, es apoyo) a despedir a su representante, a su embajador en la capital, al oriundo de “Lerma de Tejada”, Jorge Carvallo.
A un costado de los xalapeños, un grupo de jóvenes con pinta de petroleros, porque parecen gorilas de la sección 11, de ésos que cuidan al “líder” gritando a todo pulmón “Tonicho, Tonicho, Tonicho…”, son los más y los únicos.
Carvallo dio su mensaje de despedida, su informe, donde fue estelar el dato que decía que tuvieron todas las actas de la votación en tiempo y forma. ¡Chulada!
El tiempo se alargó considerablemente, fue evidente el cúmulo de paisanos que no esperaron más y decidieron salir, sin esperar al invitado. Fue entonces cuando se despejó el área trasera frente al presídium y para mal del festejado, la chorcha, plática e intercambio de comentarios, se pusieron buenísimos, fluidos, sin recato alguno.
Así, una vez que llegó el nuevo dirigente, trajeado -cuando muchos pensábamos que portaría una camisa roja-, la plática, el juego en celular, la conversación vía radio, los chistes de “guerra de chistes” y los comentarios de las viejas “buenas” que asistieron al evento, ya eran imparables.
Agréguele las dudas que se cernieron sobre los políticos de peso que no fueron al evento partidista, que en realidad fueron bastantes: ¿y Betty, El Uno, Héctor, Duarte, gobernadores? ¿No? ¡Nada!
Su voz apacible, su texto eterno, el poco control del audio por su gente, algo que le ayudara, nada extraordinario sucedió… ¡Y fueron palabras al viento! si hubieran aplicado un examen a la salida de lo que el nuevo dirigente dijo, todos lo hubieran reprobado y con menos uno, ¡vaya!
Finalmente, después de la toma de protesta y el mensaje, como si fueran a cobrar la salida, la gente literalmente huyó.
Carvallo, por un lado; el nuevo dirigente, por el otro; los nuevos alcaldes, sintiéndose prácticamente virreyes, altivos, eran los que más lento salían, queriendo ser saludados por aquellos que no han logrado llegar a donde ellos ya… Esto es, soberbios, creídos, la puerta del recinto era poco para ellos… Algunos, incluso, nuevos ricos.
El único que se quedó al final, como acostumbra, fue Pepe Yunes, quien casi casi despide a la gente que limpia, ¡se quedó a cerrar!

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