jueves, 19 de agosto de 2010

Matrimonios homosexuales y sus consecuencias

Parte I

Guillermo Basurto Origel

La reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación con la controversia suscitada con los matrimonios homosexuales y su derecho a la adopción, así como las declaraciones que al respecto realizó el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, generan al menos tres líneas de debate: La Consecuencia Política-electoral; La Consecuencia lógica-jurídica de la propia Resolución, y la Ineficiente División de Poderes Constitucionales.
En este primero, de tres artículos, se intentará analizar la primera línea de un debate, que involucra tanto al gobierno federal y en particular al presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, en su carácter de dirigente ex oficio del Partido Acción Nacional, y de sus órganos colegiados institucionales, el Comité Directivo Nacional y su Consejo Nacional.

1. POLÍTICA-ELECTORAL:

La izquierda mexicana, más que por convicción, por la oportunidad de incorporar electoralmente a un importante segmento de la población (la población homosexual), a su patrimonio de voto duro, fue el paladín y apologista de tal reforma legislativa. Premisa I.

Las iglesias representadas en México, y sobre todo la Iglesia Católica, así como su tradicional aliado, el Partido Acción Nacional, y los poderes fácticos mexicanos, emprendieron una defensa jurídica y política, para hacer prevalecer el concepto tradicional de matrimonio y familia. Fallando y siendo derrotados en ambos terrenos. Premisa II.

A escasos 40 días de la polémica alianza electoral que el Partido Acción Nacional realiza en diversas entidades del país, con su irreconciliable adversario conceptual y doctrinario, el Partido de la Revolución Democrática, se pronuncia el fallo de la Suprema Corte, introduciendo elementos de discusión, sobre las bondades del pragmatismo electoral. Premisa III.

No ha terminado el jolgorio y la fiesta por el triunfo electoral en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, cuando la resaca de la orgía electoral, los regresa a la realidad… ¿Qué hemos hecho? Se ha de preguntar la membrecía.
Felipe Calderón Hinojosa, Cesar Nava y todos los jerarcas y sumisos Consejeros Nacionales del Partido Acción Nacional, tendrán que justificar ante su militancia, y ante sus aliados de conciencia, la Iglesia Católica Mexicana, y, ante la propia Democracia Cristiana Internacional, su ineptitud para organizar y manifestar públicamente al segmento de la sociedad, ahora ofendida por haberse trastocado uno de los valores más arraigados en nuestra cultura: La Familia y el Matrimonio.
Acción Nacional, en su ineptitud política, prefirió aliarse electoralmente en diversas entidades del país, con los promotores de la destrucción de su propia doctrina, de sus principios elementales, de su razón de ser y existir, por tan solo obtener un breve respiro, en su declinación electoral evidente. Es a lo que en su momento definí: Alianzas con el Diablo.
Resulta inconcebible, que en el contexto de convergencia ideológica que el Partido Acción Nacional tuvo, tanto con los postulados eclesiásticos de las mayorías de las organizaciones religiosas en esta materia, con los grupos económicos hegemónicos nacionales e internacionales, y con el indiscutible potencial apoyo y participación social, coincidentes con el concepto tradicional de familia, haya optado, en una lógica contra-corriente, por aliarse a favor de sus propios adversarios y, detractores ideológicos y políticos.
La negligencia, ausencia de liderazgos y de cuadros, en el Partido Acción Nacional, no le permitió advertir la oportunidad histórica que se le presentaba: Organizar al gran segmento de la sociedad, que en mi hipotética opinión, es sustancialmente mayoritaria, para que se manifestara públicamente en contra de tal aberración jurídica, generando el ambiente necesario, para que esta no se diera como se dio. Ante una impotencia, desaprobación y rechazo social, sin organización para manifestarse.
Se presupone que, en un sistema de partidos políticos, estos tienen la obligación de hacer su chamba, dentro de las cuales, consiste precisamente en organizar a la sociedad, para que de acuerdo a sus convicciones y creencias, se transforme la realidad de sus diversos entornos, en un ámbito plural y democrático. En esta definición, el ciudadano se ha de preguntar…¿Y, Acción Nacional, hizo su chamba?... ¡No, desde luego que No!. Para el PAN resultó más fácil, irse por el camino de las alianzas electorales con los precursores de los matrimonios de homosexuales, perdiendo totalmente su discurso, credibilidad y escasa reputación partidaria; reputación que hay que subrayar, no fue ganada por los actuales dirigentes partidarios, sino por sus ya fenecidos fundadores.
La grilla interna por el acceso al poder de sus dirigentes, les hizo perder la visión de lo sustantivo en su función política partidaria. Esa ceguera arrastra al Partido al precipicio, ahora en caída libre. Caída que irrisoriamente aún no es percibida por los propios analistas de partido, que continúan celebrando el éxito de sus alianzas. Esperemos al año 2012 para que la sociedad opine, sin que dicha opinión se intente confundir con el velo de las alianzas.
Con esa alianza electoral pragmática, Acción Nacional perdió no solamente su sustento social que tradicionalmente lo apoyaba; electores que coincidían con su visión social. Perdió su discurso y su congruencia, perdió la credibilidad ante el electorado.
Las organizaciones religiosas, los poderes fácticos de la economía y el segmento tradicional de la sociedad, tendrán que buscar otro promotor político. Este ya se alió con el Diablo.

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