domingo, 19 de septiembre de 2010

Mucha y poca agua

Salvador Muñoz
Los Políticos

I
Mucha agua
El pasado jueves, Conagua advertía el riesgo que conllevaban los brazos del huracán pues tenían una longitud arriba de los 200 kilómetros: Eran claras señales de torrenciales aguaceros. Veracruz estaba bajo riesgo, no tanto por el golpe del huracán sino lo que su paso contraería.
El mismo gobernador igual, previó una catástrofe por el cúmulo de agua en las presas y pedía un desfogue lento.
La ciudadanía, el viernes por la noche, al menos en Xalapa, seguía su vida normal tras el paso de Karl...
El sábado por la noche no paró de llover y entonces vino toda la furia del agua.
¿Qué pasó?
¿Dónde quedó la protección civil municipal?, ¿y la estatal? ¿O es que no estaba previsto el golpe de agua que se dejó venir en la zona de La Antigua, Cotaxtla y Jamapa? entre otros.
Independientemente de ello, la realidad es otra y la prioridad una: ayudar. A los responsables simplemente se los llevó el agua.

II
Poca agua
El sábado por la madrugada, Vicho llegó a su casa y de inmediato se metió a la cama. Estaba muy cansado para quitarse zapatos, saco, pantalón… Cerca de las diez de la mañana despertó. Tenía la boca reseca, la saliva espesa y muchas ganas de “hacer del cuerpo”. Fue inmediato a la cocina, tomó agua del garrafón y sació su cruda. Corrió entonces al baño. Hizo abundante pipí y abundante popó. Bajó la palanca para decir adiós a sus desechos pero ¡oh! ¡No había agua! Su mirada se dirigió a la regadera y corrió a abrir la llave… ¡ni una gota!
Fue al cuarto de lavado y vio el montón de ropa… Optimista, se dijo, “quizás al mediodía ya haya agua, mientras desayuno”.
Se dirigió a la cocina, se preparó un rico almuerzo de colesterol y vitamina C y llevó los trastos al fregadero.
Abrió la llave y… seguía sin agua…
“¿Y cómo me baño?”
No habiendo una respuesta inmediata, optó por seguir haciendo la mona… a las tres de la tarde despertó… había hecho mucho bochorno y estaba todo sudado. Su olfato era más agudo para ese momento y percibía con claridad el olor a cigarro del viernes por la noche, así como el alcohol que había transpirado mientras dormía combinado con sus propios jugos… Se levantó medio dormido y abrió la llave de la regadera… no cayó nada.
Para ese momento ya estaba molesto.
“¿Qué hago? ¿Le digo al Ferro que me dé chance de bañarme en su casa? Ahorita le marco”… echó una alerta ¡y nada! Llamó al celular: ¡apagado! Hizo una llamada a su casa y sólo respondió la contestadora… ¿Pues a dónde se fue el Ferro?
Entonces tomó una decisión… o más bien tomó un poco de loción (o más bien mucha loción). Se vació el aromático líquido y un poco (o más bien otro mucho) de desodorante. Se cambió y cuando estaba listo para salir ¡oh! ¡El cabello! Todo el gel estaba hecho bolas, ¿cómo enjuagarlo?
¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa!
¡Ya!
Una gorra de Javier Duarte, de la campaña para gobernador, arrumbada en su cuarto le dio la respuesta. Se la puso y ocultó su sucia cabellera.
Estaba a punto de salir de su casa cuando de repente, un aguacero se desató y una llamada a su celular le advertía que se suspendía el café porque la plaza había cerrado por el paso del huracán Karl.
Iba a entrar a su casa cuando vio que su carro, su preciado carro convertible tenía la capota desplegada y empezaba a inundarse sus interiores. Sin importarle mojarse, corrió a taparlo y entonces la furia de la naturaleza se desató sobre ese punto, como si todas las nubes cargadas de lluvia se hubieran concentrado en Vicho para humedecer sus inútiles esfuerzos por cerrar la capota de su convertible…
Poco a poco se mojaron sus tapetes, el cuero de sus asientos y el agua subió su nivel… Vicho no tuvo más que abrir las puertas para que su carro desalojara el líquido y ante su desesperación un grito escapó de su garganta: ¡nooo!
Entonces, despertó…
Volteó a su alrededor. Mariana estaba despertando por su grito, corrió al baño y sin siquiera hacer pipí o popó apretó el botón de su taza y el agua corrió. Abrió la llave del jacuzzi y el agua subía rápido su nivel… Se asomó a la ventana y el sol estaba a todo su esplendor… y su convertible ¡intacto!
–¡Fiuuu! Menos mal que fue una pesadilla… Soñé que vivía en Jardines de Xalapa.
Cuando entonces oyó un grito, el grito de Mariana enojada:
–¡Vichooo! ¡Te hiciste pipí en la cama!
Imagine el lector a quién se la estuvieron recordando los vecinos de esta unidad habitacional este fin de semana que se la pasaron sin agua.

e-mail: dor00@hotmail.com

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