miércoles, 8 de septiembre de 2010

Polvo de estrella

Salvador Muñoz
Los Políticos

Me encuentro una entrevista que hacen a un físico de nombre Manuel Lozano Leyva. No soy asiduo a esa materia pero me llama su tesis: Somos polvo de estrella.
Nos pide antes que entendamos el Universo.
Que nos planteemos en nuestra cama y veamos alrededor. Ése es un universo. Que nos traslademos mentalmente a la sala, al comedor, a toda la casa… allá es otro universo… y si salimos de casa, veamos la calle… ya estamos en un universo nuevo. Vayamos más allá, a la colonia, y de ella a la ciudad y de la ciudad, al estado y así, infinitamente hasta acabar en una galaxia… es la multiplicación de universos…
Algo así de seguro ha de haber visto al final de la película “Hombres de Negro”, segunda parte… ¿lo recuerda?
En fin, sigo con la lectura de Lozano Leyva, catedrático de la Facultad de Física de la Universidad de Sevilla.
Una lectura amena, sin rebuscamientos que cuenta que somos parte de un universo que inició en una estrella, en una explosión y combinación de elementos que dieron vida a la forma de vida que somos.
Sí, es una especie de mezclar esto con lo otro, agregarle eso, una pizca de aquello y esa revoltura de polvos de estrella nos dio origen.
Claro que lo que más me llamó la atención es eso: plantear la tesis de que somos polvo de estrella todos y cada uno de nosotros. ¡Nuestro ADN estelar, pues!
Así, de cualquier modo, tenemos esencia de Alejandro Magno, de Sócrates, de Tutankamón… de Hitler, de Herodes, de Nerón, de Chikatilo… Digo, partiendo de esa esencia primaria que es el polvo de estrella…
Pero mi emoción llegó a la catarsis cuando Lozano Leyva cita que en un momento dado, en un lugar de nuestro universo, en un tiempo, un espacio, alguien pudiera aspirar el último aliento de Jesús de Nazareth que, en el aire, flotó y quedó allí, a merced de que alguien pudiera espirarlo.
A lo mejor para el católico sería lo más extraordinario que pudiera pasarle, sentir en sus pulmones por un momento, el aliento de Jesucristo…
¿Se imagina? ¿Imagina percibirlo en su interior, agitándose?
Aunque, como buen científico, Lozano Leyva también puntualiza que no sólo ese aliento pudiera estar en nuestro universo, sino hasta el resoplido de Incitatus, el caballo de Calígula.
Bueno… no toda la esencia del polvo de estrella podía ser perfecta.
La teoría no deja de ser agradable: tener un origen en polvo de estrella y que, en vez en vez, el aliento de alguien pase de nuevo por nuestros pulmones por un momento y quizás por eso a veces suspiremos con nostalgia, nos sintamos confundidos, tristes o enojados… ¡o felices sin saber por qué!
Parece más ciencia ficción como lo cuento yo, pero me agrada… y desearía que fuera cierto para que el aliento de Noé se quedara en los pulmones del gobernador Fidel Herrera y la preocupación que prodiga a las personas, igual la extendiera a los animales que también padecen las inundaciones…
Así que sólo me queda pedirle que respire hondo, profundo y sienta ese aliento… quien quita y efectivamente tengamos algo de polvo de estrella.

e-mail: dor00@hotmail.com

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