jueves, 28 de octubre de 2010

La herencia

Luis Alberto Romero

En un mes, Javier Duarte anunciará los nombres de quienes integrarán su gabinete en el ejecutivo estatal. Un día después, el primero de diciembre, arranca de manera formal su gobierno y Fidel Herrera pasará a las reservas. Quienes conocen al todavía gobernador de Veracruz afirman que no resistirá la tentación de mantener una campaña que continúa luego de siete años.
Y es que los recorridos de Fidel por Veracruz no han parado desde su toma de protesta, sigue acudiendo a todas las inauguraciones, a todas las fiestas, a donde lo invitan va (ya solo falta encontrarlo en las piñatas), y ese activismo podría continuar aún como ex gobernador.
El problema, sin embargo, no radica en el activismo ni en el protagonismo de Herrera Beltrán. El asunto va mucho más allá y tiene que ver con la libertad del próximo gobernador para elegir a sus colaboradores, para tomar decisiones y para ejercer el poder, con todo lo que ello implica. A pesar de que así parezca, los veracruzanos no votamos por la reelección de Fidel Herrera, sino por un nuevo gobernador, que será Javier Duarte.
Lo que muchos esperan es un proceso de cambio de gobierno tranquilo, sin sobresaltos ni cacerías; que si el gobierno de Fidel Herrera cometió errores, estos sean solventados y resueltos por el futuro equipo de gobierno. No se esperan rompimientos ni críticas al antecesor.
Sin embargo, lo deseable es que Javier Duarte marque una sana distancia, que asuma el poder; lo deseable, también, es que Fidel Herrera entienda que a partir del primero de diciembre dejará de ser gobernador de Veracruz y que ya no estará en la plenitud de su pinche poder.
La pregunta, en todo caso, tiene que ver con la herencia de Fidel a Javier Duarte. Sabemos que dejará un estado con una deuda sin precedente; que entregará una administración donde los pasivos superan los 20 mil millones de pesos y donde existe un verdadero ejército de proveedores y constructores que hacen guardia en la Secretaría de Finanzas en espera del pago; sabemos también que producto del impacto de los huracanes sobre Veracruz, Fidel Herrera dejará al sucesor una entidad en condición de desastre. La ecuación se complica cuando sumamos las variables que tienen que ver con la inseguridad.
Esos serán los principales retos de nuevo gobierno: la reconstrucción de la zona sur, la inseguridad y la violencia, así como las complicaciones derivadas de una enorme deuda. De acuerdo con estimaciones de la Coparmex, se trata de 22 mil millones de pesos que se suman a unos ocho mil millones por obra desarrollada sin contrato, sólo con la palabra.
Otro problema es que la herencia de Fidel también podría incluir a un número indeterminado de burócratas; los funcionarios de la fidelidad se sienten con derecho a mantenerse en la nómina por otros seis años y si ello ocurre, el margen de maniobra del nuevo gobernador quedaría sumamente disminuido. Esperemos que Herrera Beltrán no sucumba a la tentación de dictar línea al sucesor, ni colocar a incondicionales en los cargos más relevantes de la administración. Esperemos también que Javier Duarte llegue con un equipo renovado y comprometido con Veracruz y no con un séquito de recomendados.

luisromero85@hotmail.com

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