jueves, 4 de noviembre de 2010

Fraude en la UV

Brenda Caballero
Números Rojos

No pude evitar detenerme cuando pasé junto a un grupo de jóvenes que por su plática y el lugar donde estaban (afuera de su Facultad), levantaban la voz con gran enojo y molestia diciendo: “¡es un fraude! ¡la Universidad es un fraude!”...
Si la curiosidad mató al gato, en mí, estiró mis orejas, dijera el cuento de caperucita roja, “para oír mejor”.
Y es que al escuchar la palabra “fraude”, mi mente pensó de inmediato: ¿Estarán haciendo referencia al Sorteo UV 2010? Sí, ese sorteo en el que los alumnos venden y compran los boletos pero no se ganan nada… bueno, sí, la participación en otro sorteo para vendedores de boletos. La lucidez regresó a mí cuando recordé que tiene un interventor de la Secretaría de Gobernación, y por lo tanto “no cabe el fraude allí”.
Entonces pensé en la reciente información que se ha manejado sobre la quiebra de la Universidad Veracruzana, que no tiene fondos para pensionar a sus empleados, pero tampoco era por allí la cosa.
Mi turbia mente se aclaró (un poco) cuando a lo lejos escuche la palabra MEIF.
¡Ahhh! es el MEIF y yo de malpensada relacionando la palabra fraude con los recursos de la Universidad Veracruzana. ¡Vaya usted a creer!
Y es que los jóvenes universitarios hacían referencia al Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF) implantado en el 2001 en sustitución al Modelo Rígido.
El MEIF derivó del Nuevo Modelo Educativo (NME) implantado en 1999 con el propósito de superar la rigidez académica caracterizada por “planes de estudio exhaustivos, con excesiva carga horaria, elevados porcentajes de materias obligatorias y esquemas seriados que limitan la movilidad de los estudiantes”, a la par que sugería una estructura curricular electiva y flexible, basada en un sistema de créditos.
Para que pueda entender mejor el disgusto de los estudiantes, déjeme contarle que el “famoso MEIF”, cuyo objetivo según las autoridades universitarias es mejorar la calidad académica generando opciones de enseñanza y aprendizaje combinando la teoría y práctica, rompiendo el esquema tradicional de alumno-maestro (ahora estudiante-facilitador) y el de “materias” (experiencias educativas), permitiéndole elegir al estudiante el mentor, el horario y los créditos que quiera o pueda llevar con la finalidad de terminar generalmente una carrera de cuatro ó cinco años en tres años y medio o siete.
Sí, eso suena fabuloso, pero… ¿por qué los alumnos y los papás de los alumnos no están tan contentos?
En su mayoría, los estudiantes se quejan de que no les beneficia el modelo educativo pues no pueden trabajar debido a la problemática de los horarios cortados.
Por ejemplo, un universitario tiene el horario siguiente: de 7-9, de 12-13, y de 17-19 horas, en pocas palabras permanece todo el día en las instalaciones de la Facultad.
Entonces… ¿qué puede hacer en las horas intermedias? ¿Aumentarían sus gastos si regresa a su casa? ¿Podría ser contratado para realizar un trabajo?
Desgraciadamente los alumnos tienen problemas hasta para hacer sus prácticas en alguna institución o despacho.
En las facultades de Medicina y Odontología les va aún peor, pues en esta última los universitarios no tienen tiempo ni para conseguir los pacientes para sus clases.
Imagínese en la carrera de Medicina (que por cierto le quitaron la certificación de calidad), se necesita un método, ir por pasos ¿Cómo es que toman los estudiantes “materias” de otros semestres?
Una amiga me comentaba que prefiere inscribir a su hijo en una escuela particular pues la UV no da una. Su queja principal era que no tenía una secuencia y que hace flojos a los alumnos.
Otro padre de familia está en desacuerdo total pues su hijo, que está en tercer semestre de Ingeniería, no alcanzó “materias” (por saturación de alumnos); tuvo que escoger materias de quinto semestre.
Y es que los alumnos de semestres más avanzados y de mejores calificaciones tienen preferencia para escoger maestros y materias, dejando a un lado a los que tienen calificaciones más bajas o de reciente ingreso.
Aunado a lo anterior, la UV justificó al MEIF por la falta de recursos e infraestructura, tanto de maestros como de aulas.
Insisto: ¿dónde están las aportaciones semestrales de los alumnos para contratar maestros? ¿Por qué se permite a los maestros acomodar el horario a su antojo? ¿Cómo es posible que una Universidad de Prestigio tenga problemas de infraestructura?
Alumnos que ya han egresado de este modelo coinciden en que han tenido que cursar un semestre más de carrera debido a la gran demanda, situación en la que se encuentra Maribel, que egresó de la facultad de Contaduría y que no puede titularse porque le falta cursar una materia ¡de deportes!
El MEIF no es un modelo malo, su aplicación en diversos países demuestra todo lo contrario, el problema es que el rector “Lovillo” no ha sabido hacer una planeación de los recursos que ingresan a la máxima casa de estudios, provocando que por los problemas de choque de horarios haya mayor ausentismo en las aulas universitarias.
Lo que no se puede negar son las coincidencias: los alumnos “pierden tiempo” por el MEIF y la Universidad Veracruzana “pierde recursos” misteriosamente.
En mi opinión, siempre he dicho, “más vale malo por conocido que bueno por conocer”… me quedo con el Sistema Rígido.
Seguí caminando mientras dejaba atrás a los universitarios “defraudados”, acomodando mis orejas lobeznas en su lugar.

brendacaballero1@hotmail.com

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