jueves, 9 de diciembre de 2010

Duarte y el “enochian”

Salvador Muñoz
Los Políticos

Son dos frases las que pretendo que mis hijos aprendan: “por favor” y “gracias”.
Les he comentado que con esas palabras, en donde quiera que estén, abren puertas…
A lo mejor no me sé explicar y ellos piensan que acabarán siendo porteros o que las palabras que realmente abren puertas son “Empuje” y “Jale”.
En fin… creo que seguiré intentando…
Leí hace poco que la palabra más hermosa en español, según una encuesta que realizaron (de la cual nunca me enteré) fue “amor”.
Es cuestión de enfoques… Así, en seco, “amor” no me dice nada. En cambio, cuando en la casa, “Muñoz” o “Chava” se truecan por “amor”, la mujer no tiene idea de lo que provoca… es, quizá, cuando la palabra adquiere matices de magia…
Insisto, la palabra tiene magia, sólo es cuestión de darle ese toque, tono, matiz, tesitura para provocar la reacción.
En política es igual…
Lo he visto con Pepe Yunes Zorrilla. No sé si él lo sepa. No sé si él lo provoca. Es más, no sé si se dé cuenta. Una, dos, diez, 20 y hasta 50 personas saludando… a todas por su nombre. Y es ahí donde surge la magia. Baste ver la cara de aquél que escucha su nombre en el hombre. Hay emoción, hay esa reacción mística que provoca en una persona halago que rebota en Pepe Yunes en forma de respeto…
Así es, el diputado federal tiene magia en sus palabras, con o sin noción de ella.
Javier Duarte de Ochoa es otro político místico.
La gente lo rodea y le dicen “Javier”, algunos “señor” o “señor gobernador”, pero el encanto viene cuando al personaje que lo interpela lo llama por su nombre… lo reconoce y es entonces que la voz del gobernador es enochiana.
Realmente eran pocos los que sabían de la lengua enochiana y podríamos arriesgarnos a decir que era sólo uno: John Dee.
Este hombre creyó que los ángeles se comunicaban con él a través de un idioma que llamó enochian.
Pues así como se sintió John Dee cuando escuchó la voz de un ángel hablándole, se han de haber sentido un Raúl El Comas Zarrabal; un Alejandro Gabriel Sánchez Domínguez; un Salvador Guerrero; un Polo Lara; un Arturo Quirarte, cuando se hizo el acto protocolario en la toma de sus cargos y respondieron “sí, protesto” al gobernador… Aunque es seguro que el que más encanto haya tenido al escuchar la voz del gobernador, fue Sergio Blázquez Pozos, quien fue “omitido”, por así decirlo, en esa toma de protesta pues, su cargo, Contralor interno de Secom, es competencia de Iván López Hernández, el titular de la Contraloría General del Estado. No obstante, Javier Duarte de Ochoa aprovechó y de una vez hizo que rindiera protesta.
Javier Duarte es seguro que no hable la lengua enochiana… es más, ni siquiera tenga idea de que esa “cosa” exista. Pero es más probable que entienda y perciba la magia que sus palabras tienen, no desde el pasado primero de diciembre, ¡no! En lo absoluto… sino desde hace ya algunos años, sobre todo en lo político: Duarte de Ochoa es uno, cuando habla institucionalmente; otro, cuando se dirige a sus funcionarios, pero es “Javier”, cuando habla con los reporteros, con el ciudadano que se le acerca o con quien le pide ayuda.
Así que si la sencillez y la humildad fueran un lenguaje, es seguro que Javier Duarte de Ochoa necesitaría de traductor para poder dirigirse hacia algunos de sus allegados que no hablan el mismo idioma que el gobernador.
La palabra tiene magia.

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