miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Vamos por la utopía o vamos por la tragedia?

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

“¿Qué está pasando en este mundo? Cada día calienta más el sol, la tierra muere de sed, nuestro mundo está cambiando”, escribe el poeta mazateco Leocadio Palacios López, y luego se pregunta: “¿por qué ya no hay agua? ¿Por qué ya no hay maíz? ¿Por qué ya no hay fríjol?”. Interrogantes sencillas, directas, pero aterradoras. Sin embargo, pareciera que no pasa nada: “la cosa no es tan grave”, piensan algunos; otros ni idea tienen de lo que realmente sucede.
Ahora que se lleva a cabo en Cancún la Conferencia sobre Cambio Climático (COP16), donde mi gober Javi expresó que con la creación de la secretaría y la procuraduría de Medio Ambiente se realizarán acciones inmediatas para proteger el ecosistema, ojalá así sea; conviene recordar algunos planteamientos del doctor José Sarukhán Kermés, quien en diversos foros ha sostenido que para enfrentar o, mejor, empezar a adaptarse al cambio climático es necesario primero instrumentar acciones donde el concepto ambiental cruce todas las políticas públicas.
Ahí ‘ta, mi gober Javi, que “el concepto ambiental cruce todas las políticas públicas”. Políticas públicas que eviten los asentamientos poblacionales donde no se debe; que reduzcan la deforestación, incluso que se lleve a cero; que disminuyan las emisiones contaminantes con una industria más eficiente en el uso de combustibles y consideren las energías alternativas.
Pero uno de los planteamientos en el que insiste el ex rector de la UNAM, y al cual me uno y deberíamos unirnos, es que para atender en serio el problema del calentamiento atmosférico es urgente “concientizar e informar a la sociedad que está totalmente desinformada, cambiar el comportamiento de cada uno de nosotros, darnos cuenta de las consecuencias de nuestro consumo de bienes y de energía”.
La lucha contra el cambio climático, plantea, “va a contrapelo de lo que toda la gente quiere tener: todo mundo quiere tener mejores estándares de vida, quiere tener varios coches, varias casas, consumir todo lo que sale nuevo, aunque no lo necesite. Eso va a tener que cambiar, no hay manera de sostenerlo. Si no lo hacemos, los costos sociales van a ser brutalmente altos. ¿Y quién los va a sufrir? No van a ser los principales consumidores de energía y de recursos, serán los cientos, miles de millones que están en áreas vulnerables, los pobres, la gente sin recursos. Eso puede derivar en una gran revolución global. Suena catastrófico, pero no está lejos”.
¿Hasta a dónde llegaremos? Sarukhán confía en la capacidad intelectual, la creatividad, la bondad intrínseca de la mente humana, y espera que “lleguemos a un punto en el cual se comprenda que ya no podemos vivir en este sistema económico que está basado en el consumismo total. Hay que buscar la forma en la que aquellos que ahora no tienen nada puedan tener un nivel de vida digno, adecuado a un ser humano. Y aquellos que tienen un nivel alto de consumo de bienes y de energía lo bajen. Entonces tendremos un mundo más igualitario, más justo”.
Suena muy utópico... Pero, como dice Sarukhán, “vamos por la utopía o vamos por la tragedia”. Nosotros decidimos. Despertemos…

De cinismos y anexas
Hablando de este hermoso mundo que nosotros mismos hemos hecho tan pinche, hay veces en que deseo sinceramente que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco, ¿o no, Mark Twain?
Hasta la próxima.
jarl63@yahoo.com.mx

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