lunes, 10 de enero de 2011

Blindaje anti-mordidas

Arturo Reyes González
Burladero

Con el regreso a clases de miles de estudiantes en la capital del estado, el ya de por si complicado tema de la vialidad xalapeña cobra nueva vida. En los días anteriores diversos personajes vinculados al tema han externado opiniones, sugerencias y algunas ideas que más bien parecen buenas intenciones.
A lo anterior se sumó el hecho de la incorporación de unidades de transito municipales a la estructura del gobierno del estado, a fin de mejorar y eficientar dicho servicio. Todo esto generó un buen número de comentarios y quejas sobre el actuar de los agentes del orden vial.
De corruptos, mordelones, transas y extorsionadores no los bajaron. Fueron varias y severas las expresiones ciudadanas en contra de los “tránsitos”, “tamarindos” y “mordelones”, como suele llamarles parte de la gente de manera coloquial.
Ante esto, más allá de preguntar qué se puede hacer y contemplar denunciarlos, me parece que se debe de ir al fondo del asunto, al origen del problema, en dos sentidos: uno institucional, pero también uno ciudadano.
Esto es, si para nosotros, los miles de xalapeños que circulamos por la ciudad –sea en auto propio o en transporte colectivo– es un tema tan importante, ¿por qué carajos las autoridades locales no consideran remunerar de manera digna su trabajo y esfuerzo?, ya que los primeros que demeritan la labor y a la persona son ellos, los que les pagan vía nuestros impuestos, desde ahí arrancamos mal. ¿Tan poco vale su trabajo como para darles lo que perciben?
También se habla de la capacitación, aja, sí, pero también diría que se debe atender el equipamiento y el estimulo al sentido común, a la capacidad de actuar y decidir, de interactuar desarrollando un esquema inteligente y coordinado, e insisto, que su salario corresponda.
Por ejemplo, hay ocasiones en que los agentes de a pie que se ubican en una esquina saben que calles adelante o por la vía que uno circula, en ese momento hay un accidente, una manifestación o algún contratiempo vial como la reparación de una calle, bacheo, etc. Sin embargo, no son capaces de decir o avisar de tal forma que uno entra directo al punto de conflicto e incrementa el tráfico lento y pesado, cuando quizá haya opciones –aunque no siempre sucede– y a tiempo se pueda desviar para tomar rutas alternas y no atorarse.
Tienen un radio, suponemos en frecuencia con otros elementos, ¡que lo usen!
Pero por el otro lado, recordemos que para que haya un corrupto debe haber quien corrompa. Cuando la gente tilda a los agentes de corruptos, nunca piensa que quien los alimenta son los ciudadanos, en este caso conductores de unidades que tienen motivos para ser detenidos y sancionados, que cometen una falta y por lo mismo son sancionables, pero prefieren “arreglarse” con el agente a enmendar como debe ser su falta.
Ese es el otro origen del problema. ¿Cómo podemos evitar ser “mordidos”? Cumpliendo con el reglamento de transito de nuestra ciudad y entidad, con la verificación, con el engomado, con la licencia vigente, con todo lo que nuestra unidad debe de cumplir para circular en regla y en santa paz.
Me parece que si esto sucediera, propiciaríamos no ser “víctimas” de los agentes de transito de nuestra localidad, dado que no tendriían elementos para detenernos, para intentar sancionarnos, para que nos molesten. Si hacemos bien las cosas, jure que no padeceremos este mal.
De otra manera, si no cambiamos de actitud podemos seguir creyendo que es mejor “solucionar” de momento las cosas con la autoridad vial y que es más barato, pero no es más que engañarnos.

argo_reyes@hotmail.com

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