jueves, 13 de enero de 2011

Con el pueblo me limpio el c…

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

¿De qué nos sirve a la mayoría de los mexicanos saber sobre los cambios en el gabinete federal? ¿De qué nos sirve saber que de 2006 a 2010 han ocurrido en México 34,612 asesinatos relacionados con el crimen organizado? ¿De qué nos sirve saber que pronto se tendrá una nueva Cédula de Identidad Ciudadana para menores de 18 años? ¿De qué nos sirve saber eso y más si lo que reclamamos es que bajen los precios de la canasta básica, no suban el costo de la gasolina y detengan el tsunami de violencia y homicidios? Póngase a trabajar, asuman su responsabilidad, cumplan con la ley… Ese es el reclamo, pa’ qué tanto bla, bla, bla, entre expresiones como “vamos a hacer esto y lo otro…”. ¡Ya bájenle y bájense del pedestal!
Tiene razón mi Jaime Sabines (me permito prosificar sus versos): Espero, constantemente espero que no haya malas noticias. Al levantar el teléfono: que no haya muerto ningún conocido; al escuchar la televisión: que no haya estallado la última guerra. Uno aguanta la devaluación, los discursos, el clima, el amor de la gente, pero no quiere ya, no quiere, de veras ya no quiere otra puñalada.
La verdad, ya estamos hasta la madre de tantas noticias malas, de tantas mentiras y simulaciones de nuestros gobernantes y políticos que sólo tapan el ojo al macho, bachean los problemas cruciales que padecemos la mayoría de los mexicanos jodidos, y todavía creen que no nos damos cuenta. Se equivocan. Todo huele a descomposición y ya no queremos más inmundicia gubernamental y política que intenta tapar el sol con un dedo pa’ seguir salvaguardando los intereses de un puñado de hijueputas dueños de México.
En fin, por eso mejor les comento que creo en mi país y creo en mi Jaime Sabines, poeta chiapaneco que quizás conozcan o hayan oído por ahí algo así como: “Lento, amargo animal que soy, que he sido…”, o “yo no lo sé de cierto, pero supongo que una mujer y un hombre algún día se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro…”, o “los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable…”.
Bueno, chance y hayan escuchado algo sobre la preocupación de Job: “De pronto, me siento perseguido por la buena suerte. Todo me sale bien. Disfruto de salud, de amor y de dinero. ¿Qué hice?, ¿qué debo hacer para merecerlo? ¿Es una más de tus pruebas, Dios mío?”
¿Qué tal, eh? Creo en mi Jaime Sabines que poetiza: “Me dicen que debo hacer ejercicio para adelgazar, que alrededor de los 50 son muy peligrosos la grasa y el cigarrillo, que hay que conservar la figura y dar la batalla al tiempo, a la vejez. Expertos bien intencionados y médicos amigos me recomiendan dietas y sistema para prolongar la vida unos años más. Lo agradezco de todo corazón, pero me río de tantas vanas recetas y de tan escaso afán. (La muerte también ríe de todas estas cosas.) La única recomendación que considero seriamente es la de buscar mujer joven para la cama porque a estas alturas la juventud sólo puede llegarnos por contagio”. ¡Ah, cabrón!
Y no si les recuerde algo lo siguiente: “Por decreto presidencial: el pueblo no existe. El pueblo es útil para hablar en banquetes: ‘Brindo por el pueblo de México’, ‘brindo por el pueblo de Estados Unidos.’ (…) Lo mejor de todo lo ha dicho un señor Ministro: ‘Con el pueblo me limpio el culo’. He aquí lo máximo que puede llegar a ser el pueblo: un rollo de papel higiénico para escribir la historia contemporánea con las uñas”. ¿Cómo la ven?
Pero no nos encabronemos, no todo está perdido, a pesar de esta situación terrible por la que atravesamos, “si sobrevives, si persistes, canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío: ama, apresúrate. El viento de las horas barre las calles, los caminos. Los árboles esperan: tu no esperes, éste es el tiempo de vivir, el único”.
Ahí se ven.

Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx

No hay comentarios: