martes, 18 de enero de 2011

Sentencia no mató a nadie

Arturo Reyes González
Burladero

El día de ayer los jueces del tribunal oral de Chihuahua, que emitieron la sentencia de absolver a Sergio Barraza Bocanegra, acusado del homicidio de Rubí Frayre, declararon que la determinación “…no mató a la víctima ni tampoco a su mamá, la señora Marisela Escobedo”, quien de manera pública fue asesinada frente al palacio de gobierno de aquel estado.
"En primer lugar, nuestra sentencia no mató a nadie, ni a Rubí ni a la señora Marisela Escobedo. Estos hechos de la señora Marisela Escobedo se dan a siete meses aproximadamente de la decisión de absolución que se tomó contra el acusado", aseguró la “impartidora de justicia” Catalina Ochoa, quien junto a los también jueces Nezahualcóyotl Zúñiga y Rafael Boudib, aseguraron que ellos únicamente realizaron su labor de cumplir con la ley.
¡Nada mas eso faltaba, que ellos mismos lo hicieran; de verdad pobre señora, pobre familia! ¡lamentable situación nacional e internacional! Los jueces agregaron que su función es únicamente juzgar en cuanto a la prueba que se lleva a cabo en la audiencia, insistiendo en que su sentencia “no causó ninguna de las dos muertes".
Los impartidores de justicia indicaron que si absolvieron al acusado es porque los elementos que presentó el fiscal fueron insuficientes para demostrar la culpa.
No señores jueces. Como ciudadano puedo decir que más allá de la “falta de pruebas”, con su sentencia no mataron a nadie, no mataron a una sola persona, pero sí apuñalaron de manera artera y severa parte de la esperanza, la fe, el ideal de justicia que millones de mexicanos tenemos, y que no podemos perder, de que exista una impartición de justicia pronta y expedita, que las autoridades encargadas de la impartición de justicia como lo son ustedes, los jueces que dictaminan, sean justos, imparciales; que su fallo sea apegado a derecho, sí, pero también justo.
De por sí en México se afirma que hay justicia de primera y de segunda, la de primera está en el discurso y la de segunda en los barandales, en la litigada, en los tribunales.
Hoy si bien no han asesinado a alguien, este país, que en la actualidad tiene hambre y sed de justicia, país en el que los índices delictivos crecen de manera exponencial y de las denuncias que se hacen ante la autoridad, sólo se castigan o aclaran los mínimos, algunos, por lo que el pueblo no puede reaccionar de otra manera.
No se pueden quejar ahora de la presión pública, ni hablar del hecho queriendo minimizarlo. Bien pareciera que quieren justificar su actuar, pero, por qué si ustedes afirman haber actuado bien, conforme a derecho, entonces, ¿por qué la explicación que tratan de dar?
La declaración luce desatinada, poco convincente, totalmente insensible, indiferente, ante esta problemática de falta de justicia, lo cual nos pone a pensar y reflexionar acerca del sistema de impartición de justicia.
En lugar de pensar de manera segura, con certeza, que en caso de ser victimas podemos confiar en nuestras autoridades –jueces en este caso–, uno piensa en lo que nos esperaría en caso de caer en sus manos.

argo_reyes@hotmail.com

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