viernes, 4 de febrero de 2011

De aguijones fallidos…


Miguel Ángel Gómez Polanco
Cinevasivas

Debo confesar que incluso momentos antes de comenzara a escribir esta columna, aún me encuentro incierto sobre la crítica que habrá de tomar sentido a través de estas palabras. Esto se debe a la manera en que puede ser tomado el discurso, que tal y como sucede en la película que será analizada, corre el riesgo de caer en una rara combinación de emociones que extremen el agrado y la desavenencia, como consecuencia del sentimiento churrero y desconfiado que tiñe a las audiencias cuando surgen –o resurgen- filmes basados en personajes que marcaron una época, sea cual sea el medio en el que lo hicieron.
Pero antes de todo, un poco de historia. En la década de los años 30, y como resultado de una expansión de opciones enfocadas al entretenimiento que pretendían devolverle la normalidad de su rutina a los Estados Unidos luego del famoso crack de 1929; el surgimiento de personajes de ciencia ficción fue tan común como ir al baño después de una chela. Como ejemplo sobresaliente de aquellos inicios, nace la icónica creación de Joe Shuster y Jerry Siegel que -a pesar de traer los calzones encima del pantalón- reprodujo el formato colectivo de la perfección: Superman. El último hijo de Kryptón, fue la figura de un género que en aquellos tiempos cobraría una importancia notable en el público, debido a las ventajas de la imagen; el cómic.
Sin embargo, específicamente en 1936, la radio también jugaría un rol trascendente, a través de otro individuo que además sería el “fundador oficial” de los personajes denominados sidekick (compañeros de batalla) y que a la fecha, es uno de los pocos caracteres que cuentan con adaptaciones en diversos medios como el cine, la televisión, radio e historietas: The Green Hornet (El Avispón Verde), creado por los productores George W. Trendle y Frank Striker; mismos que en un principio encarnarían con sus propias voces a los dos protagonistas: el Avispón y su inseparable y leal Kato.
El impacto de este par de héroes que se hacían pasar por criminales fue tal, que pronto tendría su propio cómic, así como diversas apariciones en suplementos periodísticos que, valiéndose de los orígenes del protagonista principal –como editor del periódico El Centinela- desencadenaría un furor que duró tres décadas, hasta llegar a los 60’s donde dio el gran salto a la televisión. En la serie, que además cosechó un especial interés en el público de habla hispana, Van Williams y Bruce Lee, como el Avispón y Kato respectivamente; darían vida a un fenómeno mundial que sólo logró un año de transmisiones, aunque su presencia se tatuó para siempre en la mente de quienes se quedaron con ganas de verlos en el cine algún día.
Posteriormente, a principios de los 80 nace el que suscribe autor de esta columna -dato cultural- y a casi 50 años de la concepción televisiva del Avispón; tras múltiples disputas por los derechos del personaje, así como cambios radicales en las direcciones y elencos; aquellos expertos en artes marciales y con un instinto deductivo que Sherlock Holmes envidiaría, regresan de la mano del francés Michel Gondry (Eternal Sunshine of the Spotless Mind; 2004) y Seth Rogen (Zack and Miri Make a Porno; 2008) para la felicidad de sus fans de antaño… sssshhhrrrrmm –efecto de disco rayado- ¿Seth Rogen? Así es, mis fieles Katos.
El comediante escribe y protagoniza el regreso del Avispón Verde al cine… sssshhhhrrrrmm –otro efecto de disco rayado- ¿Escribe? Es correcto, profesores. Y ustedes dirán “pero si el Avispón es un personaje serio, que se distingue por su habilidad para los catorrazos y que yo me imaginaba casi como al estilo Batman, oscuro y de ese tipo ¿cómo puede ser que Rogen participe de tal forma en su película?”, ante lo cual recibiría la concordancia de este humilde criticón de cine ¡pero!... precisamente ese detalle hace que esta adaptación tome un sentido diferente y digno de admirarse, tanto por el riesgo que implica el hecho de cambiar –una vez más- la forma, pero no el fondo de la historia y trasladarlo a la comedia; así como por la incursión de actores de la talla del ganador del Oscar, Christopher Waltz; quien hace gala de su capacidad en las contadas escenas en las que aparece, y la sensación del cine oriental, Jay Chou.
En ese sentido, El Avispón Verde tiene un sin fin de matices que se pueden apreciar, pero que desgraciadamente podrían llegar a depender del humor con el que se vea, o bien, del conocimiento que posea sobre el personaje. No obstante, es importante destacar la habilidad del director para narrar historias mediante una composición visual simple pero muy llamativa y recurriendo a la tecnología sólo como complemento; en esta cinta en especial es lo más notable, pues además contribuye a rendir un merecido tributo a las habilidades marciales mostradas por Bruce Lee en su aparición televisiva y que ahora, a través de Chou en el papel de Kato, resultan un deleite muy bien llevado y que sin duda, se apoderan de gran parte de la película cada que éste último aparece.
Pero no todo es miel –y no de avispón- sobre hojuelas, pues a pesar de la atinada decisión –por lo menos en apariencia- de depositar la confianza en un comdiante, como en este caso Seth Rogen, para desarrollar el guión y protagonizar; la actuación de éste nunca termina de cuajar y se ve estropeada a causa de un humor burdo y banal, que integrado en diálogos largos y secuencias que apuestan a una comedia de improvisación muy mal pensada; le propina irreversibles daños a la trama que ni con la presencia de la siempre hermosa Cameron Díaz -con fines meramente estéticos y no histriónicos- pueden sopesarse.
En conclusión, El Avispón Verde es una película dominguierísima, pero que se valora por los pantalones de sus realizadores para desarrollar un trabajo basado en un referente de la ciencia ficción, e implementar en él fórmulas poco convencionales para el perfil de las audiencias que regularmente seguirían estas producciones. Es decir, se reconoce el esfuerzo y la decisión, aunque en definitiva, puedo prácticamente asegurar que la elección de Seth Rogen fue lo que nunca debió suceder, y más a sabiendas de que existe talento cómico que pudo haber aportado más a este giro tan radical, que desgraciadamente deja mal parado al alter ego de Britt Reid y su inherente Kato, de cara a una posible continuación de la saga. Veredicto: 3 de 5 estrellas (más que nada, para el director Michel Gondry, por su atrevimiento e indiscutible calidad, y por el legendario “Betsabé” que está bien chido).

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