jueves, 3 de febrero de 2011

Los Pelones

Salvador Muñoz
Los Políticos

Alguna vez mi hijo menor empezó a juntarse con una bandita que se hace llamar “Los Pelones”.
Junto con “Los Sureños”, son grupos de adolescentes que tienen muy mala fama en la capital del estado.
Al principio, no le tomé importancia. Es más, recordé aquellos 80’s hermosos cuando después de ver una película, si no mal recuerdo “Los Guerreros”, Orizaba se vio de pronto sacudida por una generación espontánea de bandas.
Estaba la banda del Travolta, estaban los Warriors, los Piña, los Arturitos, y no recuerdo cuál más.
En una de ellas estaba Víctor Hugo, quien fue compañero de primaria al que llamábamos antes El Tarugo, jugando un poco con su nombre o el Pelucas Pixy, por el cabello lacio-lacio que tenía que recordaba un viejo comercial setentero.
Pero, como referí, “lo llamábamos antes” de que se convirtiera en el líder de una banda y se hiciera hábil en el arte de los madrazos.
Una vez lo vi pelear justo en el puente de San Juan de Dios… ¡Gulp! Tragué saliva cuando después de madrear al otro joven se me quedó viendo y con un movimiento de cabeza creo que me dijo “Kiobo”… aunque yo pensaba que me decía “¿Qué pedo?” aunque el temor real era que se acordara de aquellos que le decíamos “Tarugo” o “Pelucas Pixy”…
Para ir a la prepa, prefería hacerlo caminando. Para ello tenía que cruzar una famosa avenida que era la Norte 2.
El Japo, mi amigo Claudio, el que vio en mí cualidades de defensa central mejor que las de un centro delantero, me dio la clave para pasar por esa calle sin tener problemas: Un silbido. Es decir, yo iba caminando y si oía un “fiuti-fiu”, tenía que responder del mismo modo. El día que vi que un chavo no respondió al silbido, ¡pobre! Salieron y lo madrearon. El no contestar con ese “Fiuti-fiu” sólo significaba una cosa: No pertenecías al barrio.
Afortunadamente, amigos (o conocidos) siempre tuve en cualquier banda. Así que más de una la libré.
Pero con mi hijo es distinto. Todavía tuve el pensamiento de que si estaba con Los Pelones aprendería a defenderse. Craso error del que me sacó mi Brenda, quien estaba más preocupada por esa amistad que yo. Me decía: “Si fuera mi hijo, ¡lo iba a espiar!”
Bueno, no llegamos a tanto… pero hablamos con Carlos y con mucho diálogo le convencimos que relacionarse con Los Pelones no era bueno…
Aún se defendió Carlos y nos decía que él no hacía nada malo, que sólo platicaba. Le dijimos que si la gente lo veía con ellos iban a pensar que era igual que Los Pelones aunque tuviera pelo.
Carlos entendió.
Hace unos días escuché una frase de uno de mis poetas favoritos: Juvenal. Se la escuché a un joven que, en youtube, daba una especie de plática motivacional: “El mayor crimen es preferir la vida al honor y, por vivir la vida, perder la razón de vivir”. El joven es Emiliano Salinas, hijo de Carlos Salinas de Gortari. La plática es agradable, el tipo es bueno, ameno, inteligente, preparado y hasta con humor: Sabe el estigma que carga por apellidarse y ser hijo de tal.
Y a pesar de que su trabajo es bueno, los comentarios que se hacen en torno a su charla son de un alto contenido despreciativo, hasta con odio y rencor. Sentí pena.
Pero… Emiliano lo entiende.
Y el pasado miércoles Carlos, no mi hijo, estuvo en Tlacotalpan. Quienes nacieron en los 90, jóvenes entre 15 y 20 años, quizás no perciban ese rencor de los más viejos, de 40 para arriba. Vaya, no en balde lo califican como el Innombrable. El PRD lo debe entender mejor… y la familia de muchos desaparecidos.
Para esos viejos y no tan viejos, este señor rompió la oportunidad de percibir, tras muchos y muchos años, un dejo de democracia. En mi caso, todavía recuerdo, al final de su sexenio, había pedido un aumento de sueldo en el diario con una propuesta de trabajo que el director aceptó. Sólo la disfruté una quincena porque con el famoso error de diciembre, que se compartían Zedillo y CSG, se pulverizó mi aumento, se hizo nada.
Hoy, veo a Javier Duarte como a mi hijo Carlos… si bien, puede que el Gobernador no esté haciendo nada malo con Salinas de Gortari, la gente puede empezar a ver mal esa relación porque la fama del señor es muy mala… a mi hijo le dimos un consejo: No te juntes con los Pelones… y a mi hijo es al único que aconsejo.

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