jueves, 24 de febrero de 2011

¿Trabajar cansa?

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

El poeta César Pavese escribió el poema “Trabajar cansa”, título que aún no logro entender para tan grandiosos versos. Pero lejos de elucubraciones literarias, quiero comentar que dicen que el trabajo es lo más divertido, porque podríamos pasarnos horas observándolo. Vaya, que trabajar está bien, siempre y cuando lo hagan otros. Porque no hay trabajo malo, lo malo es tener que trabajar, ¿o no?
Yo no sé mis fans lectores qué piensan al respecto, pero miren si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas, dice Facundo Cabral. En todo caso, tan fácil que es el asunto, y yo metiendo cizaña con esto del trabajo.
Dicen que las palabras "trabajo" y "trabajar" no derivan de la usual latina labor (que da las castellanas "labor" y "laborar"), sino de una tortura de la antigua Roma cuyo nombre era tripalĭum (tres palos) y del verbo tripaliāre (torturar o torturarse). Bien, entonces, decir “trabajar es una tortura” viene a ser un pleonasmo. Pero lejos de elucubraciones etimológicas, les recuerdo –ay, nanita-, aquella frase alemana: "Arbeit macht frei" ("El trabajo libera"), lema en la puerta de Auschwitz. ¿Por eso dicen que el trabajo no mata a nadie, pero sacrifica a muchos?
Pos vaya usted a saber. Pero seguro estoy que muchísimos pasamos por lo menos ocho horas diarias dentro de una pinche oficina –nos pagan por “horas nalgas”, dijera un gran amigo. De ahí que diariamente convivamos –ya qué máuser- con distintos tipos de compañeros e hijueputas... ¡Qué pinche condena pagamos!
En fin, que según el sitio electrónico Dailytop10.net, hay varios tipos de empleados que se pueden encontrar en cualquier oficina, entre ellos: “El payaso”, que es el típico compañero que hace reír a toda la oficina con un chiste o algún comentario absurdo; “el geek”, que es el que trabaja, trabaja y trabaja, sin importar lo que pase a su alrededor.
Están también “El hombre sin sombra”, porque parece siempre estar en la oficina sin realizar ninguna función, pero cuando hay algo qué hacer no aparece por ninguna parte; “la spice girl”, esa chica guapa de la oficina que por lo general viste a la moda y lleva un atuendo exuberante y llamativo, que se preocupa, no por el trabajo, sino por mantener su look todo el día, desde las uñas hasta las medias.
Ahí tienen a “El salvador del universo”, que es difícil de encontrar, pero es el que se lleva bien con todos los miembros de la oficina y de los otros departamentos; es confiable, amable, humilde y responsable; por lo general, es la mano derecha del jefe, y cuando más se le necesita, se caracterizan por ser eficiente en sus labores, aunque no lo presume.
Ah, pero también está “el malo”, un tipo maquiavélico que busca sacar ventaja sobre sus compañeros de cualquier forma posible, ya sea mediante mentiras o artimañas; no le importa destruir la reputación de los demás y, casi siempre, consigue lo que quiere.
¿Y qué tal el “el hombre X”? En la oficina pocos saben que existe y a él no le interesa darse a notar; hace su trabajo, lo termina y se retira sin que nadie sepa nada sobre él; no le gustan las relaciones interpersonales y no nació para ser líder entre sus compañeros. Suele ser muy "x".
¿En cuál se apunta? Desde luego, hay muchos más tipos de empleados. Yo agregaría a los “recomendados” –¡chútatelos, cabrón!-, y a los “sindicalizados" –¡en la madre!.
Pero yo como dice el dicho, en las horas de trabajo, los amigos al carajo.

De cinismo y anexas
Dicen que los jefes son como las nubes… ¡cuando desaparecen, el día se compone!

Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx

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