Fernando Hernández Fernández
El Marcaje
Hace unos días, cuando se celebró el Día Internacional de la Mujer, leí la expresión con la que titulo la columna de hoy en el Facebook de mi amigo periodista Hiram Marín. Yo sé que no fue en sentido despectivo ni peyorativo.
Pero sí me puso a pensar que ese “viejerío” es el que, en deportes, ha sacado la casta por el país, por encima de los “machotes” que se siente muy fufurufos o que han solicitado y recibido muchos recursos económicos y de patrocinadores.
Tan sólo aquí en Veracruz debemos destacar el reciente título mundial de María de los Ángeles Ortiz en atletismo, pero también las preseas de oro a nivel internacional (eb Juegos olímpicos y Mundiales) de Nely Miranda en natación; sin dejar de lado a Ollín Medina con su técnica de Formas en el tae kwon do.
Estas tres damas son la punta de lanza del deporte femenil en la entidad y son las mejores del país en su especialidad. Puede haber otras, me queda claro, como Estelita Salas Marín, que ella marcó una era también en los lanzamientos, para la entidad, en eventos internacionales.
Mencionar a esas mujeres, y a las que día a día se fletan por competir en su devenir, que aparte de ser atletas de alto rendimiento, son madres, hijas, trabajadoras, deben ser pilar de una familia y a pesar de todo cumplir en casa con sus acciones cotidianas.
Así como estos ejemplos hay un sinfín de féminas que cumplen con esto y que aparte son deportistas, que deben alternar sus tiempos para entrenar, para obtener apoyos (las que no los tienen), para buscar concentraciones, para capacitarse, en fin, para un cúmulo de cosas que las ayude para sentirse plenas. Es su forma de trabajar.
Muchos ejemplos existen y deben existir, aunque tal vez los reflectores no están sobre de estas damas de las que hablamos, pero que luego no compiten por ganar las grandes bolsas, o para ir a un evento internacional a ganar los oros como Angie, Nely u Ollín, sino que lo hacen para ser triunfadoras con ellas mismas, sobrepasar sus propios retos personales, como correr en un evento de 10 kilómetros, o algún maratón de nado, o por qué no una carrera ciclista, hay muchos eventos de corte amateur.
Me viene también a la memoria el esfuerzo que realizan equipos de futbol femenil, como las Tiburonas Rojas, donde muchas niñas dejan sus casas en varios municipios para concentrarse en Xalapa por largas semanas en busca de cumplir sus sueños en el balompié, sacrificando ver a su familia, algunas asistencias a clases, realizar entrenamientos en diversas sesiones, viajes largos, desgaste general, muchas cosas con tal de jugar.
Como estas situaciones las hay en otras disciplinas voleibol, baloncesto, tenis, lucha, handball, en todas donde haya apertura para las mujeres.
A ellas se les debe brindar un reconocimiento aparte, porque además le han dado a México y a la entidad muchos logros de peso, que los varones no han podido cumplir, a pesar de su “status” y que, a veces, reciben más apoyos económicos para la labor que realizan.
Finalmente, qué lástima que hoy no puedo hablar de una celebración mexicana, como la que se esperaba una semana atrás con el Final Four de la Liga de Las Américas. Los dos equipos veracruzanos, Halcones UV y Halcones Rojos, se quedaron con el 50 por ciento que no debían, con el inesperado, se posicionaron con la mitad de los perdedores desafortunadamente para ver la coronación de los argentinos de Regatas Corrientes y el subtítulo de los boricuas de Capitanes de Arecibo. Un fracaso que dolió mucho a la afición, pero más a la directiva.
Hasta la vista.
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