miércoles, 2 de marzo de 2011

El camión de Buganza

Salvador Muñoz
Los Políticos

Alfonso Enríquez Boussart comenta que aun con toda la espectacularidad de los anuncios que el Gobierno estatal ha hecho en boca del secretario de Gobierno, Gerardo Buganza, a nadie le han retirado la concesión del servicio que prestan a través de la Asociación Estatal de Transportistas de Veracruz.
Es más, precisa el dirigente del “Pulpo camionero” que no permitirán que les quiten una sola concesión “pues la crisis no está para perder fuentes de empleo”.
En pocas palabras, según la boca del dirigente “tentaculero”, no han retirado concesión alguna.
Es seguro entonces, que miente uno de los involucrados: Buganza o Alfonso.
En fin, que el asunto quedará entre ellos.
Tal suceso me refiere a lo que hace unos días, sin que me conste, dicen que le ocurrió a Gerardo Buganza cuando en su lucha contra el “Pulpo Asesino”, fue invitado por una agencia de reconocida marca de línea de autobuses para que conociera lo que sería, de una vez por todas, la solución a los lamentables accidentes que han cobrado la vida de muchas personas en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río, y en distintos puntos del estado.
En cuanto llegó a la agencia y le mostraron los autobuses, se quedó “de a seis”... simplemente los camiones que presentó hace más de un mes Salvador Manzur en su proyecto de Modernización del Transporte se quedaban pe... perplejos ante la majestuosidad de estas unidades... ¡eran del primer mundo! Mejor que el famoso bus inglés, superior a los turibus del DF... por supuesto, muy por encima que las unidades de cualquier transportista de Veracruz.
Línea deportiva, cristales polarizados, asientos reclinables, televisión con cable... hasta Buganza se atrevió a preguntar:
–¿Tiene sonido estéreo?
–Soundround...
–Sí, si me dice el precio es seguro que me “soundround”...
Lo invitaron a subir la unidad y de inmediato puso un pero...
–¡No se pueden abrir las ventanas!
–Tenemos aire acondicionado para que los turistas o el mismo porteño vaya lo más fresco en el transporte... la única ventanilla abierta es la del chofer, si gusta sentir la brisa del mar.
Una dama de minifalda, escote generoso y rostro tan perfecto que la hubieran confundido con edecan del sexenio pasado lo recibió y lo invitó a recorrer la unidad... ¡sí! Habría una especie de “Hostess” que le llevaría a su lugar una vez que abordara.
Buganza se sentó y de inmediato sintió un ligero cosquilleo por toda su espalda ¡y no! no le estaban dando el precio del vehículo, sencillamente se había activado un masajeador que relajaría al usuario durante su viaje.
Ya entrecerraba sus ojitos pispiretos Gerardo cuando otra muñeca, de las mismas proporciones que la “Hostess” le ofrecía un café de La Parroquia, una cerveza, un refresco o un aperitivo...
–¡Sensacional! ¿cuánto vale este vehículo? Quiero saber su costo para proponérselo a mi jefe... revolucionaremos el servicio del transporte...
–Tranquilo señor, sólo es una probadita lo que le hemos mostrado... venga, queremos enseñarle lo mejor...
Y fue llevado al frente de la unidad y le ofrecieron sentarse en el lugar del conductor...
–Pero... es que nunca he manejado un autobús y menos de esta categoría, a lo más unas patrullitas que por ahí vendí, pero un autobús...
–No se preocupe... nuestras unidades cuentan con un super equipo que los hace casi automáticos en un sentido futurista...
–¡Ah chingá chingá chingá! Barájela más despacio...
–Sí, siéntese y verá. Mire, esta consola no es de X-Box ni de Wii, es una computadora que se activa desde el momento en que usted se sienta...
Y en eso ¡una voz se oyó!, de ésas que uno escucha en las tiendas de Chedraui, en el ADO o en los aeropuertos, donde no se les entiende ni madres pero la diferencia era que ésta sí era una voz muy clara...
–¿Cuál es la ruta que desea ordenar?
El señor de la agencia instó a Buganza a decir una, después de explicarle que el GPS de esta unidad no sólo sólo mostraba la ruta, sino que la hacía. Por fin, Buganza dijo:
–Quiero ir al World Trade Center...
No habiéndolo dicho, el motor se encendió, las puertas se cerraron y la unidad, solita, sin que Buganza metiera mano, empezó a circular.
–¡Esto es una maravilla! Pero... ¿y los semáforos?
–Es sencillo, al frente, la unidad tiene un sensor de luz que percibe los cambios en el semáforo, por lo que se parará si ve el rojo, disminuirá la velocidad si observa el ámbar o continuará la ruta si hay verde...
–¡Como lo hacen todos los veracruzanos! pero... ¿si alguien le hace parada?
–La unidad está programada con una cámara de alta definición que se activa en los puntos de ascenso y descenso de usuarios. Usted no tiene de qué preocuparse...
–Bueno, si yo no tengo de qué preocuparme... ¿qué hago como chofer?
–Ah, es que alguien tiene que girar instrucciones a la unidad pero para que no se aburra, hemos instalado un reproductor multimedia para que usted o si desea, todos los usuarios, escuchen música mientras viaja... sólo tiene que decir el nombre de su cantante y la computadora lo buscará...
–¡Ah chingá chingá chingá! Eso sí quiero verlo... ¡Vicente!
Y la computadora que le responde:
–¿Fox o Fernández?
–Pus ni modo que me quiera volver a fletar otra vez sus discursos... ¡Fernández!
–¿Vicente, Pedro o Alejandro?
–¡Hija de la...! A ver, a ver... ¡Pedro!
–¿Fernández o Infante?
–¡Pedro Infante!
Y empieza a sonar: ¡”Pasastes” a mi lado... / con gran indiferencia...
Total que iba de Rey Gerardo Buganza que hasta de verdad se sentía secretario de Gobierno... acabó la rola y quiso escuchar otra rola...
–A ver compu... (ya se sentía en confianza), algo de Guzmán...
–¿Enrique o Alejandra?
–Alejandrita, por supuesto... cosa rica...
Y ya estaba sonando: Hacer el amor con ocho / no, no, no...
Terminando la rola que se le antoja algo más movido...
–A ver compu, quiero algo del Chapo...
–¿Coca o pastas?
–No sea payasa... el Chapo de Sinaloa...
–¿Coca o pastas?
–¡El cantante!
Y empieza a sonar “cada hombre que aparezca en tu camino sea un estúpido... / que sólo usen tu cuerpo...”
La emoción embargaba a Buganza que de verdad iba disfrutando el viaje...
–Échate algo de Marco Antonio...
–¿Muñiz o el Buki?
–¡Muñiz! (Hija de tu... pensaba para sus adentros)...
–¿Padre o hijo?
–El hijo ni siquiera sabe cantar el himno... ¡por supuesto que el padre!
Y ahí estaba escuchando: De lo que te has perdido / la noche de anoche / por no estar conmigo...
En eso, Buganza abre los ojos del tamaño de un plato y mete el freno hasta el fondo... las llantas chillaron al dejar todo el caucho en el asfalto. Una persona acababa de atravesar a la suerte de Dios cansada de esperar que los automovilistas le dieran el paso. Por eso cruzó la calle temerariamente. Si bien Buganza evitó atropellarlo no pudo contenerse y sacando la cara por la única ventanilla que estaba abierta, gritó a todo pulmón:
–¡Hijo de tu puta madre!
A lo que la computadora respondió:
–¿Alfonso Enríquez Boussart, Mario Olvera de Gasperín, Carlos Demuner Pitol o todo el pulpo camionero?

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