Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
Felicitaciones y homenajes van, celebraciones y aniversarios vienen. Pero, se festeje lo que se festeje, en la realidad se avanza poco o nada. En el caso del Día Internacional de la Mujer, en entrevista con la reconocida reportera Isabel Ortega, las activistas de organizaciones no gubernamentales sostienen que a cien años de la conmemoración de su día, las desigualdades entre hombres y mujeres es profunda, y en Veracruz las féminas siguen siendo objeto de discriminación y de violencia, a pesar de los avances que se han dado en materia legislativa con la aprobación de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Estamos de acuerdo, sin duda. Ahí están las estadísticas.
No hace mucho, en el Congreso del Estado, la señora Karime Macías de Duarte, presidenta del DIF-Estatal, aseveró que sí es posible la transformación de nuestra sociedad: “Estoy convencida de que deben fortalecerse ya, con acciones concretas de carácter afirmativo, las políticas públicas dirigidas a las mujeres. Hay que empezar, de inmediato, con una agenda concreta, específica, ambiciosa pero realista y medible”. Y dio a conocer las acciones para lograr la equidad de género.
Los medios de comunicación ya dieron cuenta de ello. A mí me interesa destacar lo que dijo al final su mensaje con motivo del Día Internacional de la Mujer: “Debemos reflexionar si es necesario reorientar nuestras tareas, para que los esfuerzos lleguen a quien más lo necesita y abramos así, la posibilidad de transformar la realidad. Pero lo más importante es que no convirtamos nuestra lucha en una guerra de egos ni en una disputa entre sexos. No debemos combatir la violencia con otro tipo de violencia, ni devolver golpe por golpe. Debemos encarar esta lucha superando a la inacción, al miedo y a la violencia, justamente con la no violencia, y con la fuerza que nos da la razón y la justicia. En esta lucha, debemos tener la inteligencia necesaria para propiciar que los hombres, todos aquellos hombres con conciencia y con buena fe, respalden nuestra justa lucha. No creo en la oposición de géneros sino en la complementariedad, pues no se trata de navegar en barcos diferentes y menos en corrientes encontradas, sino de buscar y alcanzar logros comunes”.
Entendieron Méndez o les explico Federico. Porque es cierto que debemos alejarnos de la guerra de egos y disputa entre sexos, nada de que “Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche”; “Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”; “Las mujeres son un sexo decorativo. Nunca tienen nada que decir, pero lo dicen deliciosamente”, escribiera uno de los máximos exponentes de la misoginia, Oscar Wilde.
En todo caso, como dijo la cantante Natalia Lafourcade: “Para mí, tanto los hombres como las mujeres estamos en las mismas, venimos a este mundo a aportar y a darle de nuestro amor, de nuestro arte, sea cual sea, de nuestro talento, y hacerlo crecer con aquello que cada uno tenemos. La mujer tiene que ser fuerte y tiene que ir a través de lo que sea que se ponga en el camino, y defender nuestros ideales, nuestros sueños... igual que los hombres, igualito”. ¿A poco no?
De cinismo y anexas
En esto de las mujeres divinas, recuerdo que Gregorio Marañón sostuvo que cada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación que entonces sería fácil de expulsarle; sino circulando en su sangre, y cada mujer un fantasma más o menos concreto de hombre. ¡Órale!
Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx
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