lunes, 18 de abril de 2011

Infantes de ayer y hoy

Liz Mariana Bravo Flores
Andanzas de una Nutria

“El niño robot le dijo a la abuela que le diera cuerda para ir a la escuela, la abuela le dijo que estuviera quieto, la cuerda le daba cosquillas al nieto”
Los Hermanos Rincón


Hace un par de años alguien del trabajo se admiró porque el día del niño, mismo que está próximo, resultaba muy especial para mi y digno de celebrarse.
Quizá es porque mi infancia estuvo plagada de juegos, cantos, rondas, cuentos, sonrisas, la magia que mis padres vertieron sobre mí, como quien rocía un puñado de polvo de hadas, al desarrollar mi imaginación y las chitonerías, complicidad, travesuras y protección de a quien entonces denominaba Solrac y que desde siempre ha sido mi hermano.
Confieso que, a menos de un mes de cumplir 29 años, esta Nutria aún tiene corazón y alma de niña, que parte de mi creatividad para construir personajes en teatro se desarrolló durante tantos años de hacer historias de vida con mis Barbies, y que el hecho de que hoy sea comunicóloga y extrovertida es gracias a que al despertar todas las mañanas con el programa “La Revista” de Carlos Romano y Guadalupe La Güerita Paez en Radio Universidad, y tuve oportunidad de participar en la primera feria del libro en la prepa Juárez.
En sus talleres exploré el uso de una cámara fototográfica, el trabajo televisivo, radiofónico y lo que entonces denominaban “el oficio de escritor”. El trabajo del personal de Radio UV, sumado a la motivación de mis padres, me ayudaron a escribir mi primer cuento y la sorpresa de escucharlo narrado en radio me llevó a desear hacerlo de nuevo.
El mini congreso infantil con el que clausuraban la feria nos obligó a escribir una ponencia con temas de actualidad, a vencer el miedo de pararse a leerla ante más de 300 personas y a defenderla en la sesión de preguntas y respuestas.
En aquella primera vez me saqué la espinita de la pena hasta para decir mi nombre y me demostré que, desde los seis o siete años tal vez, podía alcanzar peldaños inimaginables.
Año con año volví a las ferias a participar y a perderme entre los libros que ofertaban, a compartir con los amigos que nos encontrábamos en el patio y auditorio de Radio UV.
Recuerdo que mis padres se partían en mil cachos para llevarnos a la junta, al taller, al ensayo, comíamos tortas en el auto para que el tiempo nos alcanzara y, además de todo, resolvían que pudiéramos estar en los conciertos de interés para nosotros, mismos que desde luego eran de artistas para niños, como Pepe González y Pepino o los Hermanos Rincón.
Ahora veo con tristeza que el ritmo de vida acelerada que llevamos los adultos, la influencia de los medios masivos, y la desatención a la infancia, ha opacado en mucho aquellas cosas que compartimos la mayoría de niños de mi generación. El sudor que provocan los juegos ya no es causado por correr, brincar o esconderse, sino por intentar que no les maten en el X Box, pasar de mundo o, en el mejor de los casos, mantener en la cintura los aros de hula-hula imaginarios del Wii.
Lady Gaga, Miguel Bosé, Alejandra Guzmán y otros artistas cuyas rolas son para jóvenes y adultos es lo que se escucha en las vocesitas tiernas de cinco o seis años y, sus temas de conversación, salvo casos muy aislados, tienen que ver con las novelas de moda o la vida de los famosos.
El 30 de abril se aproxima y deseo que recordemos un poco de nuestra infancia para sembrar esa semilla de magia, juego e inocencia en la generación de críos a la que nos toca ayudar a crecer.

nutriamarina@gmail.com

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