viernes, 1 de abril de 2011

Mi número favorito

Salvador Muñoz
Los Políticos

Los números nunca han sido mi fuerte.
Si entiendo la secuencia de Fibonacci es una suerte. Si sé sumar, restar, multiplicar o dividir es porque sencillamente en mis tiempos era lo único que se necesitaba para sobrevivir.
Así que enfrentarme a los números me causa un temor inusitado.
Prefiero las letras.
Por supuesto, no me aparto de la idea de que, al igual que en las letras, los números deben tener su ritmo, su compás, su cadencia, su música.
Y aunque se me hace casi imposible no dudo que alguien lo pueda hacer: estoy seguro que así como una buena carta declaratoria, un hermoso poema, una canción, se puede enamorar a una mujer con números... ¿eh? Sí, si son ceros a la derecha estampados en un cheque a la “portadora” pueden tener ese efecto.
Hay números que son alegría... por ejemplo, los números compuestos en fechas como las de un día de bodas... hay los de alegría infinita: el día en que uno se divorcia.
Si bien puedo acordarme de la fecha de nacimiento de mis hijos, no recuerdo el año.
Un día, mientras curioseaba en el celular de Carlos, el menor de mis hijos, descubrí una serie de números. Cifra tras cifra tras cifra... la lista era larga.
Intrigado, le pregunté qué significaban esas cantidades.
Su respuesta fue fascinante: Era la serie que tenía cada camión de servicio urbano en Xalapa que ve en la ciudad.
Lo delicioso fue cuando le pregunté si sabía entonces la ruta del camión con sólo el número. Me dijo que sí. Le hice una prueba. Cité una cifra y me dijo, cual vendedor de boletos parado en la puerta del camión, toda la ruta. Le pregunté por otro y otro y otro, y me daba su itinerario.
Entonces, queriéndole tender una trampa, inventé un número. Su respuesta me hizo sonreír: “No existe ese camión”.
Carlos recuerda perfectamente las fechas de cumpleaños, los días especiales, hasta una simple salida al cine ocurrida hace años... y por supuesto: El número del camión que una ocasión tomé con ellos y que no era el indicado para llevarlos a casa. Nos perdimos.
Para mi hijo, los números son perfectos... sin que le gusten las matemáticas.
Quizás en ese tenor amo los guarismos.
Sin embargo, el número es circunstancial...
Por ejemplo:
35 000.
Así solo no dice mucho, pero si le ponemos 35 000 muertos por la guerra contra el narco en el sexenio de Calderón y contando, espanta la cifra.
Otro ejemplo:
123.
La cifra por sí sola no habla, pero súmele en secuencia “ex alcaldes acusados por presunto daño patrimonial” es vergonzante, aunque más vergonzante es que el alcahuete de Audirac diga que ya devolvieron 14 mdp y estén tan campantes como si nada.
32.
Agregarle el resto al número resulta frustrante: “28 mil efectivos, tanto de Japón como de Estados Unidos, tras megaoperativo, sólo han rescatado 32 cadáveres tras el terremoto y tsunami que azotó al país del Sol Naciente”.
3 000.
No, no es el sueldo mensual que nos hace ocupar el segundo lugar a nivel Latinoamérica en salarios mínimos más bajos. Es el número de perros confinados que a partir de mayo, serán sacrificados en el Distrito Federal, por ser culpables de tener dueños sin conciencia. Sí, quizás a muchas personas este número aun con su complemento, simplemente le resulte un guarismo frío... ojo, para mí, es poco confiable una gente así.
Y por último, para no llenarlo de tanto abrumador número, porque es seguro que usted tenga los suyos, la cifra utópica.
50.
Agréguele el signo de porcentaje y “pobreza”. Reducir en un 50 por ciento el número de pobres en Veracruz... ¿mmm? es como una especie de sentimientos encontrados... uno ríe, llora, entristece, se enoja...
Definitivamente, con estos números, me quedo con el 69...
Tranquilos... es el año de mi nacimiento.
Buen fin de semana.

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