viernes, 17 de junio de 2011

Todos, Lukanikos



Salvador Muñoz
Los Políticos

Ha acaparado la atención de reporteros gráficos y de camarógrafos. Valiente, siempre está en primera fila en la manifestación, cara a cara con los policías antimotines.
Por supuesto, cuando hay gas lacrimógeno o mostaza, al igual que todos, huye y es natural... a nadie le gusta esa picazón en los ojos.
Se trata de Lukanikos, un perro que es el centro de atención durante las manifestaciones en Grecia contra el régimen impuesto.
¿No es envidiable?
Digo, Lukanikos muestra muchas cosas de las que los hombres van perdiendo para ganar otras.

II
Está en nuestra naturaleza. Todos alguna vez lo hemos vivido. Si usted no ha sentido esa rara sensación en su cuerpo que se concentra en una mirada entrecerrada, casi felina, a lo mejor lobezna o simplemente de depredador, es seguro porque no se ha dado el momento. Es ese instinto de matar.
No se espante. Como animales que somos, es inherente pero disminuido en gran medida conforme los satisfactores nos inundan.
Es decir, el animal que mata es para comer. El animal que mata es para sobrevivir. El animal que mata, es para proteger a su progenie. El animal que mata es para proteger a su territorio...
Nosotros tenemos la comida a la mano... nuestros antiguos depredadores están en jaulas, en zoológicos y en áreas protegidas.
Hoy, curiosamente, somos de los pocos animales depredador de los de su propia especie.
Ya no se trata de comernos, de sobrevivir, de proteger a los descendientes...
Hoy, se mata por un territorio absurdo o por despojo, no de comida, sino de “bienes materiales” que van desde dinero, relojes, celulares y computadoras.
El instinto por matar sigue despierto en nosotros, nunca ha dormido, nunca ha muerto... siempre está al acecho, esperando la oportunidad para sacar en nosotros al animal, deformado, porque la búsqueda de sus satisfactores han sido trastocados. Yo no me pienso comer un celular, un billete o una computadora... pero muchos de los animales que andan sueltos tienen hambre de ello.

III
Tienen 18 años los chavos detenidos por un atraco en pleno centro de la ciudad, uno de ellos, sospechoso de haber dado muerte al joven Manuel Alejandro en Los Lagos.
Tiene 22 años el Wache, Héctor Huerta, quien ordenó el secuestro de varios camiones con migrantes y de quien se sospecha haya dado muerte al menos a diez personas.
Tienen menos de 20 años las jovencitas veracruzanas detenidas en el tiroteo que se dio en Jalisco entre Seguridad Pública y Zetas. Ya eran sicarias.
Tiene 16 años el joven que habían dado como desaparecido hace un mes y que fue encontrado entre Zetas.
Está visto que no hay edad para delinquir. Lo mismo roba, mata, viola un niño que un ancianito. Eso no es instinto animal... creo que es la deformación del instinto.

IV
Lukanikos nos revienta en la cara, de una manera muy sencilla, lo que hemos perdido en nuestra humanización: valor, dignidad, orgullo, arrojo, nobleza y fidelidad (de la buena, no la chafa).
Llevamos gacha la cérvix por dinero. Dejamos de ver a la gente a los ojos, por vergüenza. Llevamos la cola entre las patas por no ser capaz de decir lo que pensamos pero sí lo que nos dictan.
Mi perro camina más digno y lo puedo ver a los ojos... y no escribe.
Ojalá el espíritu de Lukanikos se apoderara un poco de cada uno de todos. Que nuestra sociedad se volviera Lukanikos. Que tuviéramos el valor de enfrentarnos a la injusticia como lo hace Lukanikos. Que todos fuéramos Lukanikos...

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