lunes, 4 de julio de 2011

La bella Xalapa necesita terapia

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

En el último trimestre del año 2010, realicé una serie de investigación titulada “La otra Xalapa”, publicada en El Heraldo. Para ello, tuve la oportunidad de visitar 77 de las colonias populares con mayor índice de marginación de la capital veracruzana.
En ese entonces, cuando David Velasco Chedraui culminaba su administración municipal, fue triste ver, escuchar y comprobar los testimonios del rezago en aquellos lugares donde la desesperanza impera siendo parte de la cotidianeidad, y las historias más escuchadas tienen como eje temático las peticiones y gestiones que los vecinos han intentado hacer para mejorar sus condiciones de vida, pero que desafortunadamente no han visto el seguimiento deseado.
Y es precisamente por esta realidad tan preocupante, que hoy, después de un período de estiaje que dejó muchas dudas respecto a las medidas implementadas para aminorar sus afectaciones, surgen nuevamente los cuestionamientos sobre lo que viene: la temporada de lluvias. Tan solo en los últimos días, con el paso de Arlene por Veracruz, la capital ya ha sufrido las consecuencias de una deficiente planeación en materia de infraestructura, sobre todo en colonias populares.
Habitantes de asentamientos como Dolores Hidalgo, Luis Donaldo Colosio, Diamante, entre otras, en estos momentos se encuentran sufriendo nuevamente, cual deja vú, lo que en teoría debió resarcirse en los primeros meses del 2011, a sabiendas de las consecuencias enfrentadas en años anteriores, por cometer los mismos errores.
Sin embargo, vemos cómo las calles del centro de la ciudad son “rehabilitadas” como parte de ese pregonado embellecimiento que acaparó los corazones de una ciudad desconfiada, a la que le llegaron por lo sensible y la hicieron suya.
Dicen en la Dirección de Obras Públicas del ayuntamiento que no hay dinero, y que varias de las obras que se requieren, como los muros de contención, superan el presupuesto de la administración municipal. Entonces no comprendo que se recurra a cosas tan inexplicables como, por ejemplo, instalar albercas justo en aquellos lugares donde el agua es la cruz más grande, pasada la época de calor. Una “solución” momentánea enfocada nuevamente a la sensibilidad de esa pobre gente que ante el poco eco de sus voces, termina conformándose con diversión regalada, para apaciguar el rato.
¿Hasta cuándo la ignorancia dejará de ser la carnada? Xalapa merece ser bella, sí, pero primero se tiene que someter a una terapia que le sirva para darse cuenta de sus verdaderas carencias y no permitir más abusos basados en el desconocimiento.

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