miércoles, 10 de agosto de 2011

Amor a un árbol



Salvador Muñoz
Los Políticos

Y enmedio de ese pequeño bosque del parque por donde vivo, una mujer, en mis caminatas matutinas o vespertinas, se abrazaba a un árbol.
Las miradas de transeúntes eran de varios tintes... las había burlonas, discretas, curiosas, respetuosas, las había de todo... mientras ella continuaba en ese abrazo de como quien abraza a un amante, de quien abraza a un amigo, de quien abraza a un hijo, de quien abraza a un padre...
¿Qué buscaba en ese abrazo? Quién sabe, ni sé si debía preguntarle pero lo que sea que buscaba, al parecer lo encontraba pues siempre que la veía en ese abrazo, reflejaba paz y una concentración inmensa como de quien está atento a la plática con un gran persona.
No sé si escuchaba sus ramas, olía su savia o sentía su fuerza pero me encantaba su vehemencia a ese abrazo.
II
El abuelo tenía una facilidad increíble para tomar las tijeras, el serrucho o el hacha y entonces cortar arbustos y ramas para dejar materialmente pelones a los árboles de ese jardín y campo que hoy sólo se conserva en recuerdos. Las tías y mi madre se encabronaban con él porque defendían a las plantas y al naranjo, al árbol de mandarinas y un guayabo, entre otros. Yo compartía su coraje hasta que un día me enseñó la “yerba mala”, parásito que consumía al árbol y lo secaba por partes. También me enseñó unos bichos que se apoderaban de las ramas de las plantas y entonces comprendí el porqué cada año, a pesar de los cortes y hachazos, los árboles y las plantas, además de florecer, nos brindaban sus frutos, como aquel último jugo de naranja que tomé en el velorio del abuelo. Corté sus frutos, hice jugo para los que quisieran y después ya no hubo nunca más jugo para mí. El árbol ahí sigue, lo veo cada vez que voy a Orizaba y recuerdo las miles de veces que me permitió llegar hasta lo más alto de su copa y acostarme en sus ramas en mis juegos cuando creía ser Tarzán. También recuerdo esa caída que no llegó al suelo. Sus ramas me detuvieron aun cuando una espina se clavó en mi brazo. Sí, el abuelo no estudió Biología... era un ferrocarrilero, un agricultor, un criador de gallinas y jardinero, pero cuidaba a sus árboles y plantas con tanto ahínco que a veces era necesario meter las tijeras o el hacha.
III
No sé cómo se dio pero la relación la rompimos. Olvidamos que fue nuestro primer hogar... olvidamos su calor... olvidamos su sombra... olvidamos sus ricos frutos... olvidamos el amor al árbol por frías paredes de concreto, calefactores y aire acondicionado así como jugos artificiales.
Pies firmes, mirada en alto, como un árbol de raíces profundas y una copa que obliga a combinar verde con azul cielo. Era el árbol el contacto más cercano que podíamos tener con Dios y lo olvidamos.
IV
Vecinos de San José muestran incredulidad a las razones que el “Hacha” Ayuntamiento dio para derribar una araucaria, símbolo de la plaza de San José, en la capital veracruzana. Dicen las autoridades que su tronco estaba podrido porque hace muchos años a alguien se le ocurrió rodearlo en una especie de maceta de cemento que abarcó poco más de un metro de altura y abrazó su tronco. Puede que tengan razón pero lo que uno se pregunta es por qué se le dio más interés a ese árbol que está en una zona proyectada a ser un área comercial más “nais” que a los árboles que cayeron sobre un auto en Diego Leño, aun cuando los vecinos ya habían advertido de su deterioro al “Hacha” Ayuntamiento o ese árbol en Miguel Negrete y Niños Héroes que mató a dos jóvenes o al otro que cayó en el parque de Jardines de Xalapa y para más, vino un señor con su hacha, lo hizo leña y se lo llevó ante la indiferencia de nuestras “Hachas” autoridades.
¿Podrían dar a conocer cuáles y cuántos árboles se encuentran en malas condiciones para que sean derribados antes de que caigan por su propio mal? ¿Hay un estudio que patente eso o lo hacen de acuerdo a la circunstancia o necesidad de un particular o de los intereses de unos cuántos?
¿No hay presupuesto? ¿No hay personal? ¡Ah chingao! Pero sí hay cada quincena la nómina lista para que cobren nuestras autoridades ambientales... insisto: Inviten a la facultad de Biología a participar... pueden dar mejores resultados que muchos directores o secretarios ¡y quizás hasta les salga de a gratis!
V
Cerca de dos mil árboles, además de la fauna silvestre, entre mapaches, tlacuaches, tecolotes, murciélagos, varias especies de aves, así como insectos y sin contar con el pulmón que representa son amenazados por una nueva obra. Por supuesto, habrá estudios de impacto ambiental y dirán que habrá reforestación y plantitas, macetones, florecitas y ornato, mucho ornato, como el que tenemos rodeando a la Araucaria de metal, o bajo el puente del “Bachentenario”... ¿ésa es nuestra conciliación con el medio ambiente? No, es demagogia, de todas nuestras autoridades, desde la municipal, estatal, federal, hasta acabar con diputados y senadores, nuestros flamantes representantes populares. ¡Defiendan al Cerro de la Galaxia!
VI
Han pasado varios días, quizás meses, y la señora que abrazaba un árbol dejé de verla... quizás se cambió de casa, la residencia, la ciudad. No lo sé. Pero hay un árbol que sigue allí, cual Penélope, esperando fiel a esa mujer que siempre le brindaba un abrazo ante la mirada de muchos, curiosos, burlones, respetuosos, que quizás no comprendíamos que era de las pocas que aún mantenían el amor a un árbol.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

en donde quedo el cambio climatico,arrancamos un árbol, pero deberíamos sembrar mil