Visitantes deseados

Salvador Muñoz
Los Políticos

Sicilia y Juan Pablo II, dos visitas de lujo en tan breve tiempo, que contrastan con los otros convidados que hemos tenido en los últimos meses tanto en el estado como en la ciudad capital.
Y no digo esto porque me afecte o disguste la visita de la marina y soldados por distintos puntos de Xalapa si es para seguridad y bienestar de todos, no obstante que sí me pone nervioso la presencia de tres enormes helicópteros circulando por mi casa y haciendo retumbar los cristales de las ventanas. ¡Cielos! Vuelan tan bajo que creo son capaces de ver mis caries ante la cara de asombro que pongo al verlos pasar.
Las visitas que sí me disgustan son las ratas, de dos patas. Hace unos días, en mi habitual paseo matutino por el parque, vi el taxi de mi vecino, ex suegro de conocido dueño de periódicos y escuelas, con las ventanas del lado del conductor abiertas y el medallón quebrado del mismo lado. Sí, era víctima de uno de los tantos y habituales cristalazos que hay por mi zona. Lo peor, es que los amantes de lo ajeno no sólo se llevaron su estéreo, sino que defecaron en el asiento posterior como una burla digna de estudio psicoanalítico.
Allá por el rumbo de Jacarandas, en el Sumidero, a la vecina de la parte posterior de la casa de mi suegra, la visitaron los amantes de lo ajeno dejándola sin alhajas, computadora y otros bienes inmuebles fáciles de llevar, sin hacer mucho bulto.
Claro, esto es a nivel terrenal... a nivel mortal... a nivel raza de bronce. Pero a la altura de nuestros políticos, las visitas van más allá de “ratones”, armada, zetas y anti-zetas. Los niveles son variados. Por ejemplo, ya anduvo por aquí Enrique Peña Nieto en lo que fue más que la firma implícita de un pacto que un hermanamiento. Otro ejemplo, pero no me crea: Dicen que también estuvo hace poco por Veracruz, Manlio Fabio Beltrones, aunque eso sí, dicen que se reunió con muy pocos, poquísimos Beltronistas... ¿y qué decir de Lucero? En la noche del grito. Claro, la visita de Lucero fue tan distinguida como la de los chavos de la Ibero que vinieron especialmente a Veracruz, para pasarla con su compañero de generación, que hasta un “Charter” alquilaron para su gran visita. Coatepec igual acogió en el hotel Posada a estos visitantes que allí degustaron la rica gastronomía que se brinda en esa tierra. La anfitriona, dicen, fue la alcaldesa de Xalapa, quien pagó la cuenta... eso dicen las crónicas. Pero de ser cierta la especie, sería mentira: la alcaldesa no pagó nada... la pagamos nosotros con nuestros impuestos.
Pero ninguna de estas visitas tiene parangón con Sicilia y las reliquias de Juan Pablo II. La razón, por el mensaje que dejan a un gran sector de la población tanto estatal como local... esa es la diferencia entre los visitantes que citamos con anterioridad con respecto a estos dos: El mensaje.
Habrá gente que difiera con Sicilia y con la Iglesia Católica, pero no pueden negar la gran carga emotiva que su sola presencia tiene.
Por un lado, Sicilia es la voz de los que no tienen voz, es un grito de justicia para miles que han sido víctimas de esta guerra que desató el Gobierno federal; víctimas tanto de los “buenos” como de los “malos”... voz de los “daños colaterales”, voz de aquellos que estaban en el lugar y hora equivocados...
Sicilia viene siendo el portavoz de mancillados, humillados, lastimados y ofendidos tanto por autoridades como por delincuentes. Sicilia es un líder.
Por otro lado, las reliquias de Juan Pablo II son la esperanza, son la fe, la magia... son espera de un milagro.
Entre ayer, hoy y mañana, Veracruz y su capital, estarán de fiesta con sus visitantes de lujo que bien vienen a dar un remanso a un estado sacudido por la incertidumbre, la inseguridad y ese clima tan raro, de zozobra, angustia y malestar que suena peor a un pronóstico de semana con lluvias, intensos calores y amenaza de tormentas tropicales con aires de convertirse en huracanes.
Gracias Sicilia... gracias Juan Pablo II...

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